La capacidad del cerebro para recopilar, conectar y crear
mosaicos a partir de estas impresiones que duran milisegundos es la base de cada memoria. Por
extensión, es la base de nosotros mismos. Esto no es sólo poética metafísica.
Cada experiencia sensorial provoca cambios en las moléculas de nuestras neuronas,
remodelando la forma en que estas se conectan entre sí. Eso significa que nuestro
cerebro está literalmente hecho de recuerdos, y los recuerdos constantemente
rehacen nuestro cerebro. Este marco conceptual para la memoria se remonta a hace décadas. Y una
extensa revisión publicada en la revista científica Neuron agrega un punto aún
más fino: La memoria existe porque las moléculas, las células y las sinapsis de
nuestro cerebro pueden marcar el tiempo.
Definir la memoria es tan difícil como definir el tiempo.
En términos generales, la memoria es un cambio a un sistema que altera la forma
en que el sistema funciona en el futuro. "Una memoria típica es realmente
sólo una reactivación de conexiones entre diferentes partes de nuestro cerebro que
estaban activas en algún momento anterior", según el neurocientífico
Nikolay Kukushkin, de la Universidad de Nueva York, coautor de este documento. Y todos los
animales, junto con muchos organismos unicelulares, poseen algún tipo de
habilidad para rememorar el pasado y aprender del mismo.
Como la babosa de mar. Desde una perspectiva evolutiva, es
difícil dibujar una línea recta desde una babosa de mar a un ser humano. Sin
embargo, ambos tienen neuronas, y las babosas de mar forman algo similar a los
recuerdos. Si pellizcamos las branquias de una babosa de mar, esta se
retractará más rápido la próxima vez que pretendamos volver a pellizcarla. Los
investigadores encontraron conexiones de sinapsis que se fortalecen cuando la
babosa de mar aprende a encoger sus branquias, y descubrieron las moléculas que
causan este cambio. Sorprendentemente, las neuronas humanas tienen moléculas
similares.
¿Qué tiene eso que ver con nuestra memoria favorita?
"Lo que es único en las neuronas es que pueden conectarse a miles de otras
neuronas, y a cada una de ellas de manera muy específica", según Kukushkin. Y lo
que hace que esas conexiones sean una red es el hecho de que esas conexiones
específicas, esas sinapsis, se pueden ajustar con señales más fuertes o más
débiles. Así que cada experiencia-cada pellizco en las branquias- tiene el
potencial de redibujar las fuerzas relativas de cada una de esas conexiones
neuronales.
Pero sería un error creer que esas moléculas, o incluso
las sinapsis que controlan, son recuerdos. "Cuando se profundiza en el
estudio de las moléculas y en el estado de los canales de iones, las enzimas, los
programas de transcripción, las células, las sinapsis y las redes completas de
neuronas, se observa que no hay un solo
lugar en el cerebro donde se almacenen los recuerdos", según Kukushkin .
Esto se debe a una propiedad llamada plasticidad, la característica de las
neuronas que memorizan. La memoria es el propio sistema.
Y hay evidencia de que se forman memorias a través
de todos los individuos que forman el árbol de la vida, incluso en criaturas sin
sistema nervioso. Por ejemplo, los científicos han entrenado bacterias para que
anticipen un destello de luz. Kukushkin explica que las memorias primitivas,
como la respuesta de la babosa de mar, son ventajosas en una escala evolutiva.
"Permite a un organismo integrar algo de su pasado en su futuro y
responder a nuevos desafíos".
Los recuerdos humanos, incluso los más preciados,
comienzan a una escala muy granular. El rostro de nuestra madre comenzó como un
aluvión de fotones en nuestra retina, que envió una señal a nuestra corteza
visual. Oímos su voz, y nuestra corteza auditiva transformó las ondas de sonido
en señales eléctricas. Y las hormonas generaron el contexto de la experiencia que
representa el bienestar que esa persona te hizo sentir. Estos y un número
prácticamente infinito de otras entradas inundan en cascada nuestro cerebro.
Kukushkin dice que nuestras neuronas, sus moléculas asociadas y las sinapsis
resultantes codifican todas estas perturbaciones relacionadas en términos del
tiempo relativo en el que ocurrieron. Además, empaquetan toda la experiencia
dentro de lo que llamamos una ventana de tiempo.
Obviamente, ningún recuerdo existe por sí mismo. Los
cerebros descomponen la experiencia en múltiples escalas de tiempo
experimentadas simultáneamente, como el sonido se descompone en diferentes
frecuencias percibidas simultáneamente. Se trata de un sistema anidado, con
memorias individuales existentes dentro de múltiples ventanas de tiempo de
duraciones variables. Y las ventanas de tiempo incluyen cada parte de la
memoria, incluyendo intercambios moleculares de información que son realmente invisibles
a la escala que percibimos el evento que estamos recordando.
Sí, esto es muy difícil de entender hasta para los
neurocientíficos. Lo que significa que va a pasar mucho tiempo antes de que entendamos
las claves de la formación de la memoria. "En un mundo ideal, seríamos
capaces de rastrear el comportamiento de cada neurona individual en el tiempo
", según Kukushkin. Por el momento, sin embargo, los proyectos como el Conectoma
Humano representan la vanguardia, y todavía están trabajando en una imagen
completa del cerebro en reposo.
Al igual
que la memoria misma, poner ese proyecto en movimiento es también una cuestión
de tiempo.
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