Los cerebros del pianista de jazz y del pianista clásico funcionan de manera diferente
Cuando los científicos pidieron a los pianistas tocar un acorde armónicamente inesperado dentro de una progresión de acordes estándar, los cerebros de los pianistas de jazz comenzaron a replanificar las acciones más rápido que los de los pianistas clásicos. Esto se midió con sensores de EEG (electroencefalografía) en la parte posterior de la cabeza, que detectaron las señales electricas en las regiones cerebrales responsables de la planificación de la acción. Crédito: MPI CBS |
Keith Jarret, pianista de jazz de fama mundial, una vez respondió en una
entrevista cuando le preguntaron si alguna vez estaría interesado en hacer un
concierto en el que tocaría tanto jazz como música clásica: "No, eso es prácticamente imposible [...] Es [debido a]
los circuitos. Tu sistema exige un circuito diferente para cada una de esas dos cosas". Cuando los no
especialistas tienden a pensar que no debería ser demasiado difícil para un
músico profesional cambiar de estilos de música, como el jazz y el clásico, en
realidad no es tan fácil como se podría suponer, incluso para personas con décadas
de experiencia.
Científicos del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales
Humanas (MPI CBS) en Leipzig demostraron que podría haber una explicación
neurocientífica de este fenómeno: observaron que, mientras se toca el piano, se
producen diferentes procesos en los cerebros de los pianistas clásicos y los
pianistas de jazz, incluso cuando se interpreta la misma pieza.
"La razón podría deberse a las diferentes demandas que estos dos
estilos plantean a los músicos, ya sea para interpretar hábilmente una pieza
clásica o para improvisar creativamente en el jazz. Por lo tanto, se podrían haber
establecido en sus cerebros mientras toca el piano circuitos neuronales
diferenciados, lo que hace que cambiar entre estos estilos sea más difícil",
según Daniela Sammler, neurocientífica de MPI CBS y líder del estudio actual
sobre las diferentes actividades cerebrales en los pianistas clásicos y los de
jazz.
Una distinción crucial entre los dos grupos de músicos es la forma en que
planifican los movimientos mientras tocan el piano. Independientemente del
estilo, los pianistas, en principio, primero tienen que saber lo que van a
tocar, es decir, las teclas que tienen que presionar, y luego cómo tocar, es
decir, los dedos que deben usar. Es la ponderación de ambos pasos de la planificación,
lo que está influenciado por el género de la música.
De acuerdo con esto, los pianistas clásicos enfocan su interpretación en
el segundo paso, el "Cómo". Para ellos se trata de tocar piezas con
una alta perfección técnica, y agregar una expresión personal. Por lo tanto, la
elección de la digitación es crucial. Los pianistas de jazz, por otro lado, se
concentran en el "Qué". Siempre están preparados para improvisar y
adaptar su interpretación para crear armonías inesperadas.
"De hecho, en los pianistas de jazz encontramos evidencia neural de
esta flexibilidad en la planificación de las armonías al tocar el piano",
según Roberta Bianco, primera autora del estudio. "Cuando les pedimos que
tocaran un acorde armónicamente inesperado dentro de una progresión de acordes
estándar, sus cerebros comenzaron a replanificar las acciones de forma más
rápida que los pianistas clásicos. Por lo tanto, fueron más capaces de
reaccionar y continuar su actuación". Curiosamente, los pianistas clásicos
se desempeñaron mejor cuando se trataba de seguir una digitación inusual. En
estos casos, sus cerebros mostraron una mayor conciencia de la digitación y, en
consecuencia, cometieron menos errores al imitar la secuencia de acordes.
Imagen: MPI CBS |
Los científicos investigaron este fenómeno con la participación de 30 pianistas profesionales; la mitad de ellos
se especializaron en jazz durante al menos dos años, la otra mitad recibió
formación clásica. A todos los pianistas se les mostró una mano en una pantalla
que reproducía en un piano una secuencia de acordes llena de errores de
armonías y digitación. Los pianistas tuvieron que imitar esta mano y reaccionar
de acuerdo con las irregularidades mientras se registraban sus señales
cerebrales con sensores de EEG (Electroencefalografía). Para garantizar que no
hubiera otras señales molestas, como el sonido acústico, todo el experimento se
llevó a cabo en silencio con un piano apagado.
"A través de este estudio, descubrimos con qué precisión el cerebro
se adapta a las demandas de nuestro entorno", dice Sammler. También deja
en claro que no basta con centrarnos en un solo género de música si queremos
comprender completamente lo que sucede en el cerebro cuando interpretamos
música, a diferencia de lo hecho hasta ahora investigando únicamente la música
clásica occidental. "Para obtener una imagen más amplia, tenemos que
buscar el mínimo común denominador de varios géneros", explica Sammler. "Es
un proceso similar a la investigación en el lenguaje: para reconocer los
mecanismos universales del procesamiento del lenguaje no podemos limitar
nuestra investigación a un único idioma".
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