Un nuevo estudio publicado por la editorial de acceso abierto Frontiers es el primero que investiga la relación entre la conectividad de las redes cerebrales funcionales y el temperamento conductual en recién nacidos y bebés de un mes. Los resultados, que demuestran que las redes de conectividad funcional del cerebro con relevancia para el comportamiento ya están presentes en los bebés pequeños, ayudan a interpretar la estrecha correlación entre el cerebro humano y nuestro comportamiento.
Todavía hay muchos misterios sin resolver sobre el cerebro humano y su desarrollo. Ahora, un novedoso estudio publicado en Frontiers in Psychiatry arroja nueva luz sobre los orígenes neurobiológicos de nuestros rasgos individuales.
La conectividad funcional es la actividad coordinada -activación o desactivación- a lo largo del tiempo entre regiones cerebrales separadas, independientemente de su proximidad física o del tipo de conexiones neuronales entre ellas. Los cambios en la conectividad funcional pueden ser un signo de trastornos mentales como la depresión, los trastornos alimentarios y la esquizofrenia, y se cree que tienen un origen en el desarrollo.
Sabemos que la salud mental se caracteriza por tres redes cerebrales funcionales.
La primera es la hipoconectividad dentro de la red frontoparietal (FPN), que participa en el control cognitivo de la emoción y la atención. La segunda es la hiperconectividad dentro de la red de modos por defecto (DMN), que está implicada en la cognición social y en la distracción mental. Y por último, la hipoconectividad dentro de la red homóloga-interhemisférica (HIN), que está implicada en la regulación de las emociones.
Investigar el cerebro de los niños
Los investigadores se centraron en dos cuestiones. En primer lugar, identificar y cartografiar la variabilidad individual de las tres redes cerebrales funcionales definidas (FPN, DMN y HIN) en los recién nacidos y los bebés de un mes. Para ello, los investigadores utilizaron la espectroscopia funcional de infrarrojo cercano (fNIRS), que utiliza un gorro para medir la actividad cerebral.
A continuación, analizaron cómo la variabilidad de la conectividad funcional puede predecir las diferencias individuales en el temperamento infantil.
El temperamento infantil se refiere a su personalidad innata, que está presente desde el nacimiento. Los investigadores se centraron en tres dimensiones importantes del temperamento infantil: la regulación u orientación (medida por la mimosidad, la apacibilidad y el placer de baja intensidad), la emocionalidad negativa (miedo, tristeza y angustia ante las limitaciones) y la emocionalidad positiva (risa/sonrisa, nivel de actividad y reactividad vocal). Los investigadores pidieron a los padres que rellenaran un cuestionario sobre el temperamento de sus hijos.
Los resultados muestran, por primera vez, que las redes cerebrales funcionales que influyen en nuestro comportamiento se desarrollan en el primer mes de vida de una persona. Más concretamente, los investigadores pudieron determinar la conectividad funcional en las tres redes cerebrales corticales estudiadas en los bebés pequeños y descubrieron que estas redes diferían notablemente entre cada niño.
Un estudio inédito
Esto significa que las conexiones neuronales de nuestro cerebro que determinan los rasgos del comportamiento humano ya están presentes desde el nacimiento y son únicas para cada individuo.
"Nuestras principales conclusiones muestran que, poco después del nacimiento, una mayor conectividad entre las regiones cerebrales frontales y parietales está relacionada con una mejor regulación del comportamiento en los bebés humanos. Hasta donde sabemos, éste es el primer estudio que demuestra que la conectividad de esta red cerebral específica se desarrolla pronto en la infancia humana y desempeña un papel en la explicación de las diferencias individuales en las habilidades emergentes de autorregulación y control entre los bebés", según el coautor, el Dr. Toby Grossmann, de la Universidad de Virginia, y el Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas.
Estos resultados exigen que se siga investigando para profundizar en el papel de la conectividad funcional del cerebro en el desarrollo cognitivo, emocional y social temprano del ser humano y, en concreto, en la investigación de los trastornos psiquiátricos. Hay toda una serie de trastornos psiquiátricos que se han asociado a diferencias en la conectividad funcional de las redes cerebrales examinadas en los bebés pequeños de nuestro estudio.
Otras investigaciones anteriores implicaban diferencias individuales más extremas en estas redes estudiadas aquí en un grupo de bebés de desarrollo típico a adultos que sufren depresión mayor. Pero sigue siendo una cuestión abierta si el vínculo demostrado entre el cerebro y el comportamiento en la primera infancia es predictivo de los resultados del desarrollo a largo plazo, incluidas las enfermedades psiquiátricas.
Es importante llevar a cabo estudios longitudinales del neurodesarrollo a gran escala para abordar la cuestión de si la correlación demostrada entre el cerebro y el comportamiento tiene relevancia psiquiátrica y significado clínico.
Basado en:
https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyt.2021.685754/full
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