Cinco conexiones, o sinapsis,
son visibles en esta imagen de primer plano de dos neuronas, reconstruidas a partir de tejido cerebral de un ratón de laboratorio. (Foto: Jeffrey Lichtman Lab) |
Algunos
neurocientíficos creen que puede ser posible, dentro de un siglo o así, que
nuestras mentes sigan funcionando después de la muerte - en un ordenador o en algún
otro tipo de simulación-. Otros dicen que es teóricamente imposible, o realmente
pertenece a un futuro lejano. Una gran cantidad de piezas tienen que caer en su
lugar antes de que podamos empezar a pensar en probar la idea. Pero los nuevos
esfuerzos de alta tecnología para entender el cerebro también están generando
métodos que hacen que esas piezas parezcan, si no exactamente inminentes, si
por lo menos un poco más plausibles. He aquí un vistazo a lo cercano y lejano
que estamos con algunos requisitos para esta versión de "transferencia
mental".
Preservar el cerebro
La
esperanza de “descargar” la mente se basa en la premisa de que gran parte de la
información clave acerca de quién somos, se almacena en el único patrón de
conexiones entre nuestras neuronas, las células que transportan señales
eléctricas y químicas a través de los cerebros vivos. Imposible saberlo desde
el exterior, pero hay más de esas conexiones - individualmente llamadas
sinapsis, colectivamente conocidas como el conectoma - en un centímetro cúbico
del cerebro humano, que estrellas hay en la Vía Láctea. El modelo básico es
dictado por nuestros genes, pero todo lo que hacemos y experimentamos lo
altera, creando un registro físico de todas las cosas que nos hacen ser
NOSOTROS - nuestros hábitos, gustos, recuerdos, y así sucesivamente.
Es muy
difícil trasladar ese patrón de conexiones, conocido como el conectoma, hacia
un estado en el que no se degrade y pueda ser verificado como intacto. Pero en
los últimos meses, dos grupos de científicos dijeron que habían ideado maneras
distintas de hacerlo para el cerebro de los mamíferos más pequeños. Si bien habría
que ampliarlo para trabajar con cerebros
humanos -aún un gran SI- teóricamente nuestro cerebro podría colocarse en un
estante o en un congelador durante siglos mientras los científicos trabajaban
en el resto de estos pasos.
Ambos
comienzan por "fijar" la estructura de un cerebro en su lugar con una
sustancia química similar a la utilizada en las funerarias para un embalsamamiento.
El primer
método consiste en bañar el cerebro en osmio, un metal pesado que tiñe los
contornos de todas las neuronas para que puedan ser vistos con un microscopio
electrónico, y en un disolvente especial que permita la penetración de manera
uniforme. El agua se drenaría desde el cerebro, y este se insertaría, a
continuación, en una resina de plástico duro de modo que las conexiones del
cerebro pudieran ser escaneadas más adelante.
El problema
potencial es que toda la tinción y el drenaje oscurecería la identidad
molecular de cada neurona y sinapsis - otra pieza crítica de información
probablemente necesaria para una simulación del cerebro.
El segundo
método consiste en el almacenamiento de un cerebro a temperaturas criogénicas
(es decir, muy, muy, muy frío). Históricamente, el problema con esto ha sido
que permite la formación de cristales de hielo que pueden cortar la membrana de
las neuronas y romper las sinapsis. Un tipo de anticongelante o
"crioprotector" puede ayudar a prevenir la formación de hielo, pero a
su vez, puede conducir a la deshidratación, reduciendo el conectoma de modo que
no se pueda ver con un microscopio electrónico, y potencialmente causando que este
se rompa.
Los
científicos parecen haber encontrado una forma de evitar esto - al menos en los
cerebros de cerdo - mediante la fijación de la estructura en su sitio y
ajustando el cóctel de sustancias químicas por bombeo a través del cerebro.
Este método es mucho más probable que preserve las moléculas. Pero todavía
necesitamos descubrir cómo teñir e incrustar el cerebro en plástico antes de
pasar al siguiente paso.
Analizar las sinapsis
Por ahora,
la única manera de ver todas las conexiones en el laberinto tridimensional del
cableado oculto en el cerebro es hacer un zoom sobre el tejido cerebral con un
microscopio electrónico y escanearlo en láminas muy finas, una tras otra, y
luego unir en un ordenador los resultados del escaneo.
Para evitar
la pérdida de cualquiera de las densas vías que pueden codificar una memoria
de, por ejemplo, cómo olía el pastel de chocolate de tu abuela al sacarlo del
horno, los investigadores deben cortar un solo milímetro cúbico de cerebro en
unas 30.000 rebanadas - y un cerebro humano contiene no menos de un millón de
esos milímetros cúbicos.
La llegada
de nuevas herramientas ha automatizado este arduo proceso, que ahora es
relativamente fiable y, aunque todavía muy lento, es más rápido que nunca. El
más ambicioso de estos proyectos en marcha, una exploración de todo un
conectoma de ratón, se espera que cueste alrededor de cinco años utilizando el
microscopio de electrones más rápido (y más caro) del mundo. A ese ritmo, se
necesitarían miles de años para escanear todo un cerebro humano. Pero un
estudio reciente dice que podría ser posible repartir trozos de cerebro para muchos
de estos microscopios que trabajaran en paralelo, sin comprometer la exactitud
del mapa final.
Si eso
funcionara (otro gran SI), y si se inventara un dispositivo muy delgado para
rebanar (las cuchillas de diamante utilizadas para cerebros más pequeños probablemente
no funcionarían para los cerebros de tamaño humano), y si alguien quisiera
gastar unos 3.000 millones de dólares en microscopios de alta tecnología, tal
vez se podría escanear un cerebro humano completo en 25 años.
Trazar las conexiones
Pero aún
así no estaríamos ni remotamente cerca de una simulación del cerebro.
Para tener
alguna esperanza de simular la actividad cerebral, la montaña de datos del
escaner necesitaría ser transformada en modelos de cableado del cerebro. Eso
significa la conexión de las partes de cientos o miles de imágenes de las diferentes
capas que corresponden a una sola neurona (la gente que trabaja en esto lo
llaman "rastreo") y la localización de cada lugar donde las
diferentes neuronas forman una sinapsis (unas 10.000 en promedio).
Este
resulta ser aún más difícil de lo que parece, porque los ordenadores de hoy en
día, que pueden vencer a grandes maestros de ajedrez humanos, no pueden
reconocer de forma fiable en las imágenes del microscopio de electrones, donde termina una neurona y comienza otra: necesitan la tutoría y la supervisión humana. Como
consecuencia, a los neurocientíficos de la Universidad de Harvard les costó miles
de horas elaborar el pequeño fragmento de un cerebro de ratón exhibido en la
portada de la revista científica Cell este verano.
Sin
embargo, los avances en el aprendizaje automático han hecho que la coloración
en mapas del conectoma sea unas
cincuenta veces más rápido en los últimos cinco años, según una medición
publicada. Se espera que el ritmo aumente, gracias en parte a otras
aplicaciones del llamado aprendizaje profundo, como el aprendizaje por los coches
autoconducidos para reconocer a los peatones. Y después de haber aprendido a
trazar circuitos cerebrales dedicados al reconocimiento de objetos, tales
máquinas podrían en última instancia - y extrañamente - descubrir las pistas
necesarias para mejorar su propio desempeño.
Interpretar el mapa
El
verdadero desafío para los aspirantes a “descargar” la mente será encontrar la
manera de crear un modelo en pleno funcionamiento de un cerebro humano a partir
de una instantánea estática de su conectoma. Para que funcione, ese modelo
tendría que incluir la información molecular en sus neuronas y sinapsis. Muchos
neurocientíficos piensan que para extraer esa información sería necesario otro
paso importante, otros dicen que los detalles estructurales visibles en el
microscopio electrónico podrían permitir que se infirieran de ellos.
Pero hay
otros retos, como la elaboración y la comprobación de teorías sobre cómo
funciona todo.
Imagínese
mirando el diagrama de cableado de una radio sin medios para encenderla, excepto
que en lugar de una radio es la máquina más compleja jamás inventada. Se pueden
ver los cables, pero no se sabe la función de los componentes que se conectan,
y al contrario que con los circuitos eléctricos, hay una gran variedad de ellos
de función todavía desconocida.
Ese es el
punto dónde estamos ahora. En 1986, el gusano circular C. elegans, que tiene
apenas 302 neuronas, fue el primer animal, y único hasta la fecha, en tener su conectoma completo mapeado (los
investigadores que hicieron esto ganaron un Premio Nobel). Sin embargo, el
cerebro del gusano, cuyo comportamiento se reduce a oler la comida y avanzar
hacia ella, nunca se ha simulado con éxito.
Los
cerebros humanos tienen alrededor de 100.000 millones de neuronas, por lo que la
enormidad de la tarea de un cerebro humano es difícil de sobreestimar.
Pero se
está haciendo algún progreso - lo suficiente, de todos modos-, por lo que la
administración Obama firmó el año pasado una aportación a los Institutos Nacionales de Salud de 4.500 millones de dólares para ofrecer una
"comprensión global, mecanicista de la función mental" para el año
2025. Las fundaciones privadas, como el Instituto Allen para la Ciencia del
Cerebro y el Instituto Médico Howard Hughes, también han anunciado importantes inversiones
en investigación básica del cerebro en los últimos años. Y este verano, el
brazo de investigación de las agencias de inteligencia de Estados Unidos,
IARPA, distribuyó alrededor de 50 millones de dólares en becas a cinco años
para mapear el conectoma en un milímetro cúbico de cerebro de ratón ligado al
comportamiento del aprendizaje, identificar las neuronas correspondientes en cerebros
vivos de ratón y simular los circuitos en un ordenador.
Corrección de errores
No está
claro lo que implicaría este paso, pero algunos neurocientíficos dicen que las conexiones
rotas podrían ser reconstruidas de nuevo. Y la información molecular puede dar
pistas para ayudar en la reconstrucción de las imperfecciones en el esquema de
conexiones. Nadie sabe cuánta información faltante sería aceptable en la
reconstrucción de lo que somos - pero entonces, ¿cuánto de lo que somos es
necesario para ser realmente nosotros?
Escribir una simulación
En
comparación con los otros pasos, los neurocientíficos parecen pensar que esta
parte sería bastante fácil, tal vez porque no son informáticos. El Proyecto
Cerebro Humano de la Unión Europea, de mil millones de euros de coste, que propone
la simulación del cerebro a gran escala, sin embargo, ha sido criticado por ser
adelantado a su tiempo. Es decir, está basando su trabajo en los supuestos en
lo que se supone que se está simulando, en lugar de en los datos.
Pero las simulaciones por ordenador de unos pocos
cientos de neuronas aquí y allá son ampliamente utilizados en la neurociencia
para poner a prueba las teorías contra la realidad. Actualmente no existe un ordenador
lo suficientemente potente como para simular todo el cerebro humano, pero se
supone que se van a introducir en pocos años los ordenadores escalables, que se
cree que equipararan su velocidad computacional a la del cerebro humano. Con
qué rapidez un dispositivo de tamaño
razonable podría alimentar una simulación del cerebro humano dependerá de la
potencia de cálculo, cuya célebre tendencia a duplicarse cada 18 meses se ha puesto
en duda últimamente.
Conectarse a un cuerpo robótico o virtual
En este
punto de la conversación, algunos de ustedes podrían preguntarse si no son ya
una simulación. Pero si la idea de la vida simulada les perturba, consideren que
los robots se han vuelto bastante sofisticados en los últimos 10 años - que
pueden correr, saltar, ver y oír, y algunos incluso tocar música heavy metal.
Si tu mente
pudiera caber en un chip de ordenador en el futuro, - y ahora, de verdad, estoy totalmente especulando – se podría
almacenar en la nube del futuro y utilizarse para controlar un cuerpo de robot,
o unirse a uno. Por otro lado, algunos estudiantes de secundaria pasan todo su
tiempo en Minecraft, a menudo jugando con gente a kilómetros de distancia, y
Oculus Rift, la compañía de realidad virtual comprada un tiempo atrás por
Facebook por 2.000 millones de dólares, tiene como objetivo poner a decenas de millones de
personas en mundos virtuales. Tal vez usted prefiera lo virtual a lo físico, o
tal vez pueda alternar entre ambos mundos.
Probar si realmente es "usted"
Esta es,
obviamente, la parte más importante, pero realmente no hay manera de saber si
una copia fiel de su cerebro podría ser usted. Los debates filosóficos siguen librándose
sobre si la mente “descargada” en realidad transferiría su conciencia o
simplemente haría una copia suya, lo que podría ser bueno para sus amigos y
familiares, pero uno seguiría estando muerto. No hay datos sobre los que basar
una conclusión. Algunas personas piensan que es obvio que la “copia” sería
usted, otros piensan que es obvio que no lo sería.
Los
neurocientíficos parecen estar tan divididos sobre esto como la gente en
general. ¿Qué pasa si tu copia actúa exactamente como tú, tiene todos tus
recuerdos, y dice que es usted? ¿Cómo saberlo? ¿Qué pasaría si se hacen 50 copias de esa copia vuestra, y todos ellos
dicen que son ustedes también?
Pero tal
vez en este momento nos estamos adelantando demasiado.
Texto
basado en :
http://timesofindia.indiatimes.com/home/science/The-neuroscience-of-immortality/articleshow/49151182.cms
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