El Alzheimer es una enfermedad muy compleja y que claramente
viene determinada por factores genéticos y ambientales. Todavía no nos es
posible actuar sobre los factores genéticos que determinan nuestra
predisposición a sufrir ciertas enfermedades, menos aún las que afectan a
nuestra salud mental dado el bajo nivel de conocimiento que los científicos
tienen en la actualidad sobre la determinación genética del cerebro.
Pero sí que se conoce, básicamente a través de estudios
epidemiológicos, el cómo algunos factores del comportamiento afectan a la
aparición y al desarrollo de una de las enfermedades que mas está creciendo en
nuestra sociedad actual. El Alzheimer es la forma de demencia más común, que
afecta a unos 36 millones de personas en todo el mundo. El gran factor de
riesgo para sufrir Alzheimer es la edad, y la probabilidad de desarrollar esta
enfermedad se dobla cada cinco años a partir de los 65. Por tanto, conforme
aumenta la longevidad de la población, lo hace también el volumen de enfermos.
El gran drama para los afectados por esta enfermedad viene
del hecho de que las compañías farmacéuticas, que están invirtiendo inmensas
cantidades de dinero en la búsqueda de un fármaco eficaz, todavía no han
conseguido encontrar ninguno que sea realmente efectivo en humanos.
Por ello, es tan relevante encontrar factores en nuestra
forma de vida que reduzcan o dilaten el riesgo de desarrollar Alzheimer. ¿Y
cuales podrían ser estos factores?
- Mantener una dieta adecuada: Probablemente resulta familiar la idea de que el pescado es un buen "alimento para el cerebro", debido a que es rico en aceites omega, pero, de hecho, hasta ahora la evidencia es contradictoria y no concluyente. Sin embargo, nadie duda de los beneficios de mantener una dieta sana y equilibrada, ya que previene el aumento de peso excesivo y es importante para una buena salud cardiovascular. Y aunque todavía no está claro si vale la pena gastar dinero en suplementos de aceite de pescado, hay buena evidencia de que la adhesión a una dieta mediterránea puede reducir la tasa de deterioro cognitivo relacionado con la edad y reducir el riesgo de Alzheimer.
- Dormir bien: Los trastornos del sueño están vinculados a la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas, así como a los trastornos neuropsiquiátricos tales como la ansiedad, el estrés y la depresión. En la mayoría de estas condiciones, los trastornos del sueño parecen surgir décadas antes que otros síntomas, y pueden ser la más temprana manifestación que podemos observar. Toda la evidencia sugiere que la relación es bidireccional, es decir, unos pobres patrones de sueño pueden conducir a cambios cerebrales patológicos, que a su vez pueden exacerbar los trastornos del sueño.
- Ejercitar su cerebro: El cerebro es como un músculo que necesita ser tensado con regularidad para mantenerse en buen estado de funcionamiento. No hay evidencias de que los caros programas de entrenamiento cerebrales que se anuncian tengan un resultado apreciable para la salud general del cerebro, pero sí que existe alguna evidencia de que mantener el cerebro activo, leyendo, haciendo rompecabezas, o aprendiendo un nuevo idioma o un instrumento musical podría retrasar la aparición de la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia.
Mientras aumenta el conocimiento, tanto de la causa que
provoca la aparición de la enfermedad de Alzheimer, como del tratamiento
adecuado para evitar o paliar su desarrollo, el tener en cuenta estos factores
nos ayudará a poner nuestro granito de arena.
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