La improvisación es el sello distintivo de la música de
jazz, sin duda su característica más destacada.
Cuando improvisan, los músicos
componen y tocan al mismo tiempo, uno de los ejemplos más notorios de creatividad
espontánea. Lo que ocurre en el cerebro durante la improvisación es en gran
parte un misterio, pero su estudio puede ayudarnos a obtener una idea sobre las
bases que subyacen tras este proceso creativo.
La capacidad del arte para servir como un medio de expresión
emocional y comunicación emocional ha
sido sin duda una de las razones fundamentales de la omnipresencia del arte a
través de todas las culturas en la historia humana.
Los medios creativos como la pintura, la poesía, la danza,
el cine y la música evocan emociones intensas, tanto para los artistas como
para el público, permitiendo que los seres humanos experimenten y compartan una
amplia gama de respuestas emocionales dentro de un espacio seguro. La emoción a
menudo sirve como un catalizador para la expresión creativa, y por lo tanto es
crucial para entender cómo la emoción afecta a los mecanismos neuronales que
dan lugar a la creatividad, y también para entender cómo la expresión artística
creativa puede modular los sistemas neuronales responsables del procesamiento
de las emociones.
La mayor parte de la literatura sobre la música y las
emociones se centra en la forma en que percibimos la música y cómo altera
nuestras emociones. Pero pocos trabajos abordan el problema inverso, es decir,
cómo funciona el cerebro para expresar emociones a través de la música.
Hay una buena razón para esto: para estudiar qué áreas del
cerebro responden a tareas específicas, los neurólogos utilizan escáneres de
resonancia magnética funcional, que miden cambios en el flujo de sangre en el
cerebro. Los escáneres son estrechos y ruidosos, y los sujetos tienen que
acostarse, limitando así los tipos de experimentos que se pueden realizar.
Pero estos problemas técnicos no desanimaron a Charles Limb
y su equipo en la Escuela de Medicina Johns
Hopkins, que estaban interesados en escudriñar el interior del cerebro de los
músicos de jazz, mientras se dedicaban a la improvisación.
¿Cómo lo lograron?
En su último experimento, el grupo de Limb quería poner a
prueba dos hipótesis. La primera era que cuando la improvisación era impulsada por
las emociones, los patrones de activación de las regiones del cerebro podrían
ser diferentes. Y puesto que escuchar música puede ser agradable,
independientemente de si es música feliz o triste, su segunda hipótesis era que
la improvisación provocada por emociones, tanto positivas como negativas, estimularía las áreas de recompensa del cerebro (es decir, las áreas cerebrales
que participan en el deseo y el hedonismo) de una manera similar.
La emoción es un incentivo principal para los
comportamientos creativos, y sin embargo, la interacción entre los sistemas
neuronales implicados en la creatividad y los involucrados en la emoción no han
sido estudiados. En la investigación a que nos referimos, se ha abordado este
vacío mediante el uso de resonancia magnética funcional para examinar la
improvisación en el piano en respuesta a
las señales emocionales.
Para probar estas ideas se reclutaron a 12 pianistas de jazz
profesionales y se les pidió que improvisaran pequeñas piezas de música en el
interior de un escáner en respuesta a las emociones evocadas por las
fotografías de una actriz que representaba emociones positivas, negativas o ambiguas.
Aunque no hay reglas estrictas en la música, en la cultura
occidental las escalas mayores son comúnmente asociadas con estados de ánimo
más felices, mientras que las escalas menores tienen un sabor más oscuro y
triste. Consistentemente, cuando se pidió a los sujetos que reprodujeran música
evocada por las emociones positivas, en su mayoría utilizaron escalas mayores,
mientras que las emociones negativas se expresaron con escalas menores y para
las emociones ambiguas utilizaron indistintamente ambos modos. Estas
observaciones confirman que el entorno experimental era fiable y las
fotografías evocaban las emociones correctas.
Las mediciones de resonancia magnética funcional permiten
controlar qué partes del cerebro se activan o desactivan en cada situación.
Independientemente de la emoción que subyace en cada improvisación, el acto de
improvisar por sí tenía algunos efectos perceptibles en el cerebro. Estos
incluyen la activación del área de Broca, una región implicada en la producción
del habla, y la desactivación de la corteza prefrontal dorsolateral, un rasgo
que se asocia a entrar en el llamado "estado de flujo", un estado
mental en el que los individuos se muestran completamente absorbidos por la
tarea que están haciendo.
Como hipótesis de los investigadores, las improvisaciones
impulsadas por las emociones alterarían el cerebro de manera diferente a la
improvisación no emocional, lo que significaría que la red neuronal funcional responsable
de la creatividad puede ser modulada por el estado emocional. Los patrones de
activación y desactivación de las regiones del cerebro también serían
diferentes a los que normalmente se observan cuando la gente simplemente
escucha música.
Sin embargo, para su sorpresa, las improvisaciones positivas y negativas tienen
diferentes impactos en las áreas del cerebro implicadas en la recompensa y en el
estado de flujo. La desactivación de la corteza prefrontal era extremadamente
pronunciada durante las improvisaciones positivas cuando se comparaba con la
producida por las emociones negativas o ambiguas, lo que indica estados de
flujo más profundos. Las improvisaciones negativas, por el contrario, activan
una región de recompensa llamada substantia nigra (una parte del cerebro que produce
dopamina, el neurotransmisor asociado a la recompensa, y que puede estar
asociada al aprendizaje), y que los
autores creen que podría implicar un aumento de la "conciencia
visceral". Las implicaciones son que la expresión de la felicidad o la
tristeza a través de la música puede ser placentera por diferentes razones y puede
estar mediada por diferentes sistemas neurobiológicos.
La investigación nos
muestra que la actividad en el área prefrontal y otras redes del cerebro
implicadas en la creatividad está muy modulada por el contexto emocional. La interacción
emocional modula directamente la conectividad funcional de las áreas límbicas y
paralímbicas como la amígdala y la ínsula. Estos hallazgos sugieren que la
emoción y la creatividad están estrechamente vinculadas, y que los mecanismos
neuronales que subyacen a la creatividad pueden depender del estado emocional.
La imagen que surge de estos estudios es que las redes
neuronales utilizadas durante la improvisación son increíblemente complejas y
dependientes del contexto. La creatividad utiliza todos los recursos
disponibles del cerebro, desde los centros de recompensa a las áreas del procesamiento del lenguaje, y las
combina de diferentes maneras.
En resumen, esta investigación muestra que el impulso para
crear música emocionalmente expresiva puede tener un origen neural básico: la emoción
modula los sistemas neuronales implicados en la creatividad, lo que permite a
los músicos involucrar a los centros límbicos del cerebro y entrar en estados
de flujo. El impulso humano para expresar emociones a través del arte puede
derivar de estos cambios generalizados en el límbico, las áreas prefrontales y las
áreas de recompensa durante la expresión emocional. Dentro de la improvisación
del jazz, ciertos estados emocionales pueden conducir a los músicos a estados
de flujo más profundos o a una estimulación más robusta de los centros de
recompensa.
La expresión creativa de la emoción a través de la música
puede implicar mecanismos más complejos para el proceso de las emociones por el
cerebro, en comparación con la percepción de la emoción por sí sola. Se
necesitan estudios adicionales de cómo el estado emocional modula la
creatividad en ámbitos no artísticos, como la toma de decisiones y las
interacciones sociales. Los estudios futuros también deben examinar si existe
un efecto del género en la expresión emocional a través de la música, y si los
resultados neurales se alteran si los sujetos usan ambas manos durante la
improvisación. Este estudio examina sólo uno de los muchos posibles factores
que podrían influir en las bases neuronales de la creatividad humana, y hay un
amplio margen para la investigación.
Además la comprensión de cómo la emoción
influye en la creatividad tanto en contextos artísticos como no artísticos será
crucial para la derivación de un modelo neuronal más completo y preciso de la
creatividad humana.
Basado en:
- McPherson
MJ, Barrett FS, Lopez-Gonzalez M, Jiradejvong P, Limb CJ. (2016) Emotional Intent
Modulates The Neural Substrates Of Creativity: An fMRI Study of
Emotionally Targeted Improvisation in Jazz Musicians. Sci
Rep 6:18460. doi:10.1038/srep18460. ↩
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