Cada vez más a menudo se cuestionan las políticas sobre
la juventud, debido a la existencia de cada vez más evidencias de la continua
maduración neurobiológica del cerebro a través de la adolescencia y la juventud. Esto debería motivar a los
neurocientíficos a lidiar con cuestiones centrales como la definición de la
maduración del cerebro, cómo cuantificarla y cómo traducir con precisión este
conocimiento a un público más amplio.
El doctor Leah H. Somerville expuso el enigma en
detalle en un artículo publicado en la
revista Neuron.
El cerebro humano alcanza su volumen adulto a los 10
años, pero las neuronas que lo componen siguen cambiando durante años. Las
conexiones entre las neuronas vecinas van disminuyendo mediante una poda
selectiva muy activa en la adolescencia, mientras emergen nuevos vínculos entre
las áreas más separadas del cerebro.
Eventualmente, esta reorganización se ralentiza, una
señal de que el cerebro está madurando. Pero sucede a diferentes ritmos en
diferentes partes del cerebro.
La poda en el lóbulo occipital, en la parte posterior
del cerebro, disminuye a los 20 años. Sin embargo, en el lóbulo frontal, en la
parte frontal del cerebro, se siguen formando nuevos vínculos a los 30 años, y más allá.
Una resonancia magnética resaltando el lóbulo frontal. A medida que la gente madura, la remodelación del cerebro se ralentiza, pero todavía a los 30 años se siguen formando nuevos vínculos en el lóbulo frontal. |
A medida que la anatomía del cerebro cambia, su
actividad también cambia. En el cerebro de un niño, las regiones vecinas
tienden a trabajar juntas. En la edad adulta, las regiones distantes comienzan
a actuar en concierto. Los neurocientíficos han especulado que esta armonía a
larga distancia permite al cerebro adulto trabajar más eficientemente y
procesar más información.
Pero el desarrollo de estas redes sigue siendo
misterioso, y aún no está claro cómo influyen en el comportamiento. Los
investigadores han encontrado que algunos niños tienen redes neurales que parecen como si
pertenecen a un adulto. Pero todavía son sólo niños.
Los adolescentes puntúan tan bien como los adultos en
las pruebas de cognición, por ejemplo. Pero si a estos adolescentes se les
somete a una fuerte carga emocional, sus puntuaciones pueden desplomarse. El
problema parece estar en que los
adolescentes todavía no han desarrollado un sistema cerebral fuerte que mantenga
las emociones bajo control. Y ese sistema puede tomar un tiempo
sorprendentemente largo para madurar.
Relación entre el volumen cortical y la edad, y Edad estimada del desarrollo del cerebro: Cerebro completo, Frontal, Parietal, Occipital, según la conectividad fMRI (azul), el grosor cortical (verde) y la anisotropía fraccional (amarillo). |
Los autores de este trabajo de investigación seleccionaron
a un grupo de individuos de entre 18 y
21 años de edad. Estos individuos ya están catalogados por la sociedad como
legalmente adultos, pero su maduración neurobiológica es incompleta desde
cualquier métrica que se proponga.
A estos individuos se les pidió que se introdujeran en
un escáner fMRI y miraran a un monitor. Se les indicó que presionaran un botón
cada vez que se les mostraran caras con cierta expresión, felices en algunas
pruebas, asustadas o neutrales en otras. Y en algunos casos, los participantes
sabían que podrían oír un ruido fuerte y chirriante al final de la prueba.
En las pruebas sin el ruido, los sujetos que estaban
siendo investigados lo hicieron tan bien como el grupo de personas de control,
formado por individuos que tenían en torno a 25 años. Pero cuando en la prueba
se introducía una distorsión emocional, como la que producía un sonido fuerte y
chirriante, los sujetos investigados puntuaban peor en las pruebas que
realizaban.
Las exploraciones cerebrales de los individuos que
participaban en el experimento revelaron que las regiones del cerebro en las
que se procesa la emoción se mostraban inusualmente activas, mientras que las
áreas dedicadas a mantener esas emociones bajo control se mostraban débiles. Es decir, estos jóvenes estaban más
cerca de la adolescencia que de la adultez.
Lo que parecían sugerir estos resultados era que la
maduración del cerebro estaba demostrando ser un proceso largo y complicado sin
hitos obvios. Si la pregunta es, cuando un cerebro medio alcanza el umbral de
la madurez, la respuesta estaría entre 30 años y nunca.
Estos estudios
recientes podrían ayudar a los poderes públicos en su toma de decisiones. Los Tribunales
de Justicia, por ejemplo, podrían tener en cuenta la poderosa influencia de las
emociones en los adolescentes e incluso en aquellas personas que se encuentran
en la década de los 20. Por otra parte, se podría estudiar la reducción de la edad para votar a los 16 años, ya que estos
jóvenes son tan buenos en razonamiento lógico como los adultos mayores.
No obstante, es
importante para los científicos obtener una imagen más completa de cómo madura el
cerebro. Los investigadores necesitan hacer estudios a gran escala para
rastrear su desarrollo de un año a otro hasta bien entrados los 20 años o más.
El desarrollo cerebral es un proceso continuo, sin
hitos reseñables y no basta con segregar a las personas con categorías
sencillas, como por ejemplo etiquetar a las personas menores de 18 años como
niños y a las personas mayores como adultos. Hay que ir mas allá.
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