La relación entre los sentidos del gusto y el olfato nos ayudan a interpretar el mundo químico, aunque a la mayoría de nosotros nos resulte poco intuitivo.
El gusto y el olfato son sentidos diferenciados, con sus
propios órganos receptores, pero están íntimamente entrelazados. Los sabores, generados
por los químicos en los alimentos, son detectados por las papilas gustativas,
que consisten en células sensoriales especiales. Cuando se estimulan, estas
células envían señales a áreas específicas del cerebro, lo que nos hace
conscientes de la percepción del gusto. Del mismo modo, las células
especializadas en la nariz recogen odorantes, moléculas de olor en el aire. Los
olores estimulan las proteínas receptoras que se encuentran en cilios similares
a pelos en las puntas de las células sensoriales, un proceso que inicia una
respuesta neural. En definitiva, los mensajes sobre el gusto y el olfato
convergen, lo que nos permite detectar los sabores de los alimentos.
Imagen: Lydia V. Kibiuk, Baltimore, MD; Devon Stuart, Harrisburg, PA
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Así como el sonido es la percepción de los cambios en la
presión del aire y la vista, la percepción de la luz, los sabores y los olores
son la percepción de los químicos en el aire o en nuestros alimentos. Estos
sentidos de olor y sabor, separados con sus propios órganos receptores, están,
sin embargo, íntimamente entrelazados.
Esta estrecha relación es más evidente en la forma en que
percibimos los sabores de los alimentos. Como puede atestiguar cualquier
persona con un resfriado, la comida "sabe" diferente cuando el
sentido del olfato se ve afectado. En realidad, lo que realmente se está viendo
afectado es el sabor de la comida o la combinación de sabor y olor. Eso se debe
a que solo se detectan los sabores, no los olores de los alimentos. El gusto en
sí mismo se centra en distinguir los productos químicos que tienen un sabor
dulce, salado, agrio, amargo o umami. Sin embargo, las interacciones entre los
sentidos del gusto y el olfato realzan nuestras percepciones de los alimentos
que comemos.
Los sabores, los químicos en los alimentos, son detectados
por las papilas gustativas, estructuras especiales incrustadas dentro de
pequeñas protuberancias en la lengua llamadas papilas. Otras papilas gustativas
se encuentran en la parte posterior de la boca y en el paladar. Cada persona
tiene entre 5,000 y 10,000 papilas gustativas. Cada papila gustativa consta de
50 a 100 células sensoriales especializadas, que son estimuladas por
estimulantes tales como azúcares, sales o ácidos. Cuando se estimulan las
células sensoriales, hacen que las señales se transfieran a los extremos de las
fibras nerviosas, que envían impulsos a lo largo de los nervios craneales a las
regiones del sabor en el tronco encefálico. A partir de aquí, los impulsos se
transmiten al tálamo y a un área específica de la corteza cerebral, lo que nos
hace conscientes de la percepción del gusto.
Las moléculas de olor en el aire, llamadas odorizantes, son
detectadas por neuronas sensoriales especializadas ubicadas en un pequeño
parche de membrana mucosa que recubre el techo de la nariz. Los axones de estas
células sensoriales pasan a través de perforaciones en el hueso que los recubre
y entran en dos bulbos olfatorios alargados que yacen en la parte inferior del
lóbulo frontal del cerebro.
Los olores estimulan las proteínas receptoras que se
encuentran en cilios similares a pelos en las puntas de las células
sensoriales, un proceso que inicia una respuesta neural. Un odorante actúa
sobre más de un receptor, pero lo hace en diversos grados. De manera similar,
un solo receptor interactúa con más de un odorante diferente, aunque también en
diversos grados. Por lo tanto, cada odorante tiene su propio patrón de actividad,
que se establece en las neuronas sensoriales. Este patrón de actividad se envía
al bulbo olfatorio, donde otras neuronas se activan para formar un mapa
espacial del olor. La actividad neuronal creada por esta estimulación pasa a la
corteza olfativa primaria en la parte posterior del área inferior, u orbital, del
lóbulo frontal. La información olfativa luego pasa a las partes adyacentes de
la corteza orbital, donde la combinación de información de olor y sabor ayuda a
crear la percepción del sabor.
Ver: https://amtoral.blogspot.com.es/2017/08/la-neurociencia-del-olor-una-perspectiva.html
y http://amtoral.blogspot.com.es/2017/10/la-textura-de-los-alimentos-nos-gusta.html
y http://amtoral.blogspot.com.es/2017/10/la-textura-de-los-alimentos-nos-gusta.html
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