Organoide cortical, que muestra las células madre gliales radiales (verde)
y las neuronas corticales (rojas).
Imagen: Sofie Salama, Universidad de California, Santa Cruz
|
Al buscar la respuesta biológica a la pregunta de qué
significa ser humano, la corteza cerebral es un buen lugar para comenzar. Esta
capa externa densamente plegada de materia gris, que es mucho más grande en
Homo sapiens que en otros primates, desempeña un papel esencial en la
conciencia, el lenguaje y el razonamiento humanos.
Ahora, un equipo de investigadores ha identificado un conjunto clave de genes,
que se encuentran solo en humanos, y que pueden ayudar a explicar por qué
nuestra especie posee una corteza cerebral tan grande. La evidencia
experimental muestra que estos genes prolongan el desarrollo de células madre
que generan neuronas en la corteza cerebral, lo que a su vez permite que el
cerebro humano produzca neuronas corticales más maduras y, por lo tanto,
construya una corteza cerebral más grande que nuestros compañeros primates.
Eso suena como una gran ventaja para los humanos. Pero hay
un inconveniente. Los investigadores encontraron que los mismos cambios
genómicos que facilitaron la expansión de la corteza humana, también pueden
hacer que nuestra especie sea más susceptible a ciertos trastornos raros del
neurodesarrollo.
Esta notable historia de descubrimiento comenzó en 2012
cuando Frank Jacobs, un investigador postdoctoral que trabajaba con David
Haussler y Sofie Salama en la Universidad de California, Santa Cruz, desarrolló
pequeños grumos de corteza cerebral en placas
de laboratorio. Jacobs estimuló a las
células madre gliales radiales de los humanos y los macacos rhesus para que se
diferenciaran en neuronas corticales. Esas neuronas corticales llegaron a
formar grumos de corteza de múltiples capas, que han sido llamados organoides
corticales. El objetivo era examinar la actividad de los genes dentro de los
organoides en desarrollo en busca de diferencias notables entre los cerebros de
los seres humanos y de los macacos.
Un lugar obvio para mirar eran los llamados genes de
señalización Notch, conocidos desde hace mucho tiempo por su papel en el
desarrollo del cerebro. Jacobs notó que la señal de Notch parecía ser más
fuerte y más prolongada en humanos que en los organoides de macaco en las
primeras semanas de desarrollo. Aún más intrigante fue un gen, llamado
NOTCH2NL. Si bien es muy activo en los organoides humanos en desarrollo, ese
gen faltaba por completo en los macacos.
Como se publicó recientemente en la revista Cell, el equipo
de Haussler descubrió que NOTCH2NL reside en el brazo largo del cromosoma 1.
Esta región del cromosoma se conoce como un sitio de defectos genéticos
asociados con trastornos conocidos colectivamente como síndromes de duplicación o microdeleción 1q21.1.
Los estudios han demostrado que las copias adicionales de
ADN en esta región se asocian con macrocefalia (cabeza y cerebro anormalmente
grandes) y trastorno del espectro autista, mientras que las eliminaciones
conducen a microcefalia (cabeza y cerebro anormalmente pequeños) y
esquizofrenia. Eso parecía encajar con lo que el equipo de Haussler sabía sobre
NOTCH2NL. Pero había un problema: la secuencia de referencia del anteproyecto
genético humano, completada hace unos 15 años como parte del Proyecto Genoma
Humano y actualizada periódicamente, colocaba el gen NOTCH2NL recién
descubierto cerca, pero no dentro, de esta irritante porción del genoma.
Pero tras una resecuenciación del genoma, esta porción particular del
genoma humano se descubrió que incluía secuencias altamente repetitivas, lo que
hace que la secuenciación exacta sea especialmente difícil. Y, resultó que este
es uno de esos casos inusuales en los que la secuencia de referencia humana
había sido incorrecta. NOTCH2NL se encuentra dentro del tramo de ADN duplicado
o eliminado en personas con síndromes 1q21.1.
De hecho, como ahora informan Haussler y sus colegas, el genoma
humano incluye tres copias casi idénticas de NOTCH2NL. Los llaman NOTCH2NL A, B
y C. La nueva evidencia muestra que esas copias de genes duplicados surgieron
de una copia original de NOTCH2 (uno de los cuatro genes Notch de mamíferos
previamente conocidos) que apareció hace unos 10 millones de años en el
ancestro común de los humanos, chimpancés y gorilas.
Al principio, ese duplicado parcial era completamente no
funcional. Pero, en el linaje humano, esa copia inútil del gen extra se reescribió
o se "corrigió " usando el NOTCH2 original como plantilla, dando al
Homo una copia de trabajo adicional que no se encuentra en otros primates. Este
nuevo gen Notch se duplicó
posteriormente dos veces más en los últimos millones de años, en paralelo a la evidencia fósil que muestra que el cerebro
humano continuó evolucionando y expandiéndose.
En otra serie de experimentos, el equipo de Haussler usó la
herramienta de edición de genes CRISPR / Cas9 para eliminar los genes NOTCH2NL
de las células madre humanas. Cuando esas células editadas se usaron para
cultivar organoides corticales, las células madre se diferenciaron y maduraron
más rápido para producir organoides más pequeños. Cuando los genes se
insertaron en células de ratón embrionarias, aumentaron la señal de Notch para
retrasar la maduración neural. Un artículo complementario en el mismo número de
la revista Cell dirigido por un equipo
de Bélgica también ofrece evidencia altamente complementaria para el papel de
NOTCH2NL en la expansión de la corteza cerebral en los seres humanos.
Se sabe que las personas con duplicaciones o eliminaciones
en la región 1q21.1 tienen una amplia gama de síntomas neurológicos, que
incluyen TDAH, trastorno del espectro autista, discapacidades intelectuales y
ansiedad. Algunos también tienen microcefalia o macrocefalia. A pesar de ser un
gen muy estudiado, con anterioridad no
se había considerado el papel fundamental del gen NOTCH2NL en estos trastornos debido
a ese error en la secuenciación del genoma humano de referencia, que colocó el
gen fuera del área relevante.
Para explorar más esta posibilidad, los investigadores
volvieron a analizar los datos que
mostraban variaciones en el número de copias de genes en 11 pacientes con
microcefalia o macrocefalia que previamente no habían podido ser explicados. Descubrieron que a los nueve
pacientes con microcefalia les faltaban una o más copias de NOTCH2NL. Los dos
pacientes con macrocefalia mostraron todo lo contrario: copias adicionales de
NOTCH2NL.
Evolución del NOTCH2NL El NOTCH2NL en el desarrollo cortical temprano Variación en el número de copias en los desordenes 1q21.1 |
Curiosamente, los datos de secuenciación de ADN también
mostraron que estos genes NOTCH2NL varían incluso en personas sanas. Haussler
dice que su equipo ha encontrado hasta ahora ocho versiones diferentes del gen
NOTCH2NL, y seguramente hay más. También está claro que algunas personas, como
los padres de niños con síndromes 1q21.1, probablemente llevan deleciones o duplicaciones
en los genes NOTCH2NL sin ningún síntoma neurológico aparente.
En otras palabras, hay mucho más para aprender sobre las
variaciones en estos genes y sus efectos sobre la estructura y función de
nuestros cerebros. También hay muchos más genes para estudiar y explorar de
manera similar. Cuando se trata de nuestra comprensión del cerebro humano, estamos
en un momento absolutamente
extraordinario.
Basado en:
Human-specific NOTCH2NL genes affect Notch signaling and cortical
neurogenesis. Fiddes IT, Lodewijk GA,
Mooring M, Bosworh CM, Ewing AD, Salama SR, Jacobs FMJ, Haussler D, et al.
Cell. 2018 May 31;173(6):1356-1369.
Human-specific NOTCH2NL genes expand cortical
neurogenesis through Delta/Notch regulation. Suzuki
IK, Gacquer D, Van Heurck, Kumar D, Wonjo M, Bilheu A, Herpoel A, Lambert N,
Cheron J, Polleux F, Detours V, Vanderhaeghen P. Cell. 2018 May
31;173(6):1370-1384.
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