Resumen
El conocimiento de la neurociencia floreció durante y como
consecuencia de la era de la lobotomía frontal, como un subproducto de la
psicocirugía a finales de los años 1930 y 1940, revelando las fascinantes vías neurales y los mecanismos
neurofisiológicos del sistema límbico para la formulación de las emociones, la
memoria y la conducta humana. La creación del síndrome de Klüver-Bucy en monos
abrió nuevos horizontes en la búsqueda del conocimiento sobre el comportamiento
humano y la neuropatología. En la década de 1950 se desarrolló la neurocirugía
funcional especializada en asociación con la neurocirugía estereotáctica; Se
implantaron electrodos cerebrales profundos para la grabación más precisa de la
actividad eléctrica del cerebro en la evaluación y el tratamiento de los
trastornos mentales, como la esquizofrenia intratable, "la agresión
patológica," y los ataques psicomotores en la epilepsia del lóbulo
temporal. Los procedimientos de psicocirugía involucraron la estimulación
cerebral profunda del sistema límbico, así como los procedimientos de ablación,
tales como la cingulotomía y la talamotomía. La historia de estos desarrollos
hasta el siglo XXI continuará en este ensayo en tres partes, investigado y escrito
para los lectores de Neurología Quirúrgica Internacional (SNI) exclusivamente.
Avances en la neurociencia y el síndrome de KLUVER-BUCY
Uno de los subproductos beneficiosos de la cirugía del
lóbulo frontal era el conocimiento anatómico y fisiológico que se acumuló en
las neurociencias a partir de observaciones realizadas tanto en experimentos
con animales como en operaciones en humanos. Esta nueva información se añadía a
lo que ya se había aprendido por los primeros neurólogos. Por ejemplo, en 1928
el fisiólogo P. A. Bard ya había señalado que las reacciones de ira permanentes
en los gatos se podían provocar con lesiones diencefálicas (hipotálamo). Por
otra parte, los estudios de lobotomía revelaron que la cirugía ablativa de la
corteza orbitofrontal provocaba daños en las conexiones del sistema límbico y
autonómico. Se encontró que la corteza prefrontal tenía no únicamente conexiones
radiales directas tálamo-corticales implicadas en las respuestas corticales, sino
también conexiones aferentes y eferentes al hipotálamo que modulaban las
respuestas autonómicas. El Dr. Paul Yakovlev, un neuropatólogo en Harvard, y
sus colaboradores estudiando la degeneración de la sustancia blanca encontraron
que el giro cingulado resultaba afectado en la cirugía de la lobotomía,
independientemente de la vía de abordaje. Su trabajo pronto condujo a la
neurocirugía funcional y a las operaciones de cingulotomía y talamotomía.
En 1937, Heinrich Klüver (1897-1979), un psicólogo
experimental germano-estadounidense, investigó la mescalina y sus efectos en el
cerebro de los monos [Figura 1]. Pidió al neuropatólogo americano, más tarde
neurocirujano, Paul Bucy (1904-1992) que realizara lobectomías temporales en
monos rhesus para sus estudios en curso [Figura 2]. Sobrevino una colaboración
fructífera. Décadas más tarde, el doctor Bucy seguía activo, convirtiéndose en
el fundador (1972) y editor (hasta 1987) de la revista de neurocirugía de
primer nivel, Neurología Quirúrgica, una publicación de los padres de nuestra
revista on-line Neurología Quirúrgica Internacional.
Figura 1. El psicólogo experimental alemán-americano, el Dr. Heinrich Klüver (1897-1979) |
Figura 2. El neuropatologista americano y neurocirujano,
Dr. Paul Bucy (1904-1992). Bucy fue también el fundador de
Neurología Quirúrgica, una primera revista de neurocirugía
publicada entre 1972 y 2010.
|
Los Drs. Klüver y Bucy informaron que las lobectomías
temporales bilaterales en monos dieron lugar a una constelación de cambios,
incluyendo la docilidad, la hipersexualidad y la hiperoralidad que con
frecuencia se asocia con hiperfagia, y la "ceguera psíquica." Esto
significa que los animales se volvieron dóciles con bajos niveles de agresión,
utilizaban objetos inadecuados como objetos sexuales y para la estimulación sexual,
y examinaban objetos colocándolos repetidamente en sus bocas. Los animales
también tendían a comer en exceso. La ceguera psíquica también significaba que
los animales sufrieron agnosia visual (a pesar de la visión intacta), y una
constelación de síntomas que giraban en torno a la falta de reconocimiento de
objetos o de su uso sacados de la experiencia previa. En su docilidad y por la
falta de reconocimiento de objetos, los monos podrían incluso perder su miedo
intuitivo o condicionado a las serpientes
[Figura 3].
Figura 3. Un mono con el síndrome de Klüver-Bucy ha perdido su miedo natural a las serpientes |
En los seres humanos, el síndrome de Klüver-Bucy se
manifiesta en pacientes que han sufrido tumores cerebrales o traumatismos que
afectan a ambos lóbulos temporales, encefalitis, o intoxicación por monóxido de
carbono. Además, los hallazgos clínicos incluyen también agnosia visual,
deterioro de la memoria, y placidez a veces asociada con hiperoralidad.
El sistema límbico y su integración anatómica en el cerebro
emocional
Figura 4. El médico estadounidense Dr. James W. Papez (1883-1958) describió el sistema límbico como el centro de las emociones en el cerebro humano |
En 1949, el médico estadounidense, Dr. Paul MacLean (1913-2007), vinculó la
enfermedad psicosomática a lo que él llamó el "cerebro visceral." Él
había conectado la enfermedad clínica a trastornos fisiológicos del sistema
límbico y el hipotálamo al sistema nervioso autonómico y la corteza cerebral. Había
basado sus conclusiones en el trabajo de otro médico y neurólogo estadounidense,
el Dr. James W. Papez (1883-1958), quien en 1937 había descrito el sistema
límbico como la base anatómica-fisiológica
de las emociones humanas [Figura 4].
El circuito neural para el flujo y la expresión de las
emociones se encontró que involucraba la salida sensorial del tálamo a la
corteza sensorial, especialmente a la corteza orbitofrontal y a la circunvolución
del cíngulo asociado. La vía neural sale de la corteza límbica de la
circunvolución del cíngulo, desde el cíngulo al hipocampo, y a continuación, a
través del fornix, va a los cuerpos
mamilares y al hipotálamo. Así pues, la vía completa un circuito, ya que el
tracto mamilotalámico envía impulsos neuronales de vuelta al tálamo anterior y
la corteza límbica [Figuras 5 y 6]. Así se forman y almacenan las percepciones y los recuerdos
impregnados de contenido emocional. Según el Dr. Papez,
el cerebro de los mamíferos evolucionó para responder a las amenazas externas
con reacciones de "lucha o huida" y para generar emociones y
recuerdos de estas experiencias. Por lo tanto los estímulos dolorosos o
placenteros (y las reacciones emocionales que generan) se incorporan entonces al
circuito límbico y a los lóbulos temporales como memoria útil que puede ser recuperada
según se necesite.
Figura 5. Sección oblicua esquemática de las estructuras límbicas cerebrales en el cerebro emocional. Programa HOPES, Universidad de Stanford |
Figura 6. Sección coronal esquemática del cerebro que ilustra las estructuras del sistema límbico. Programa HOPES, Universidad de Stanford |
El sistema límbico (también conocido como "circuito de
Papez") se deriva filogenéticamente del cerebro reptiliano primitivo que
permite reacciones de "lucha o
huida" y ha permitido a los reptiles adaptarse y sobrevivir durante
millones de años. Se convirtió en el cerebro paleo-mamifero, integrado en el
cerebro mas desarrollado de los mamíferos. En el hombre, funciona como nuestro
cerebro más complejo y formidable que permite la vida emocional, social y
sexual más compleja, y las memorias asociadas placenteras o dolorosas de esos
recuerdos. El sistema límbico consiste en lo siguiente:
El hipocampo (el término deriva del griego antiguo por su
forma de "caballito de mar") se encuentra dentro del lóbulo temporal.
Los dos hipocampos se curvan hacia adelante para llegar a sus respectivas
amigdalas. Son necesarios para la conversión de memoria a corto plazo en
memoria a largo plazo y para la cognicion. Su daño da como consecuencia un
déficit de memoria a corto plazo, por lo que la memoria a largo plazo ya
adquirida está a salvo, pero los nuevos recuerdos no pueden ser adquiridos o
retenidos. Los ejemplos clínicos clásicos incluyen el síndrome de
Wernicke-Korsakoff como se ve en los alcohólicos con deficiencia de tiamina y en
otras demencias confabulatorias.
Las amígdalas son dos estructuras de la materia gris con
forma de almendra en los lóbulos temporales anteriores establecidos delante de
cada hipocampo. Flanquean el tálamo por ambos lados. La amígdala está
involucrada en el envío de señales de motivación relacionados con el miedo, la
recompensa y el castigo, así como con las funciones sexuales y sociales.
También se ha asociado con reacciones de ira y agresión no provocada en los
seres humanos con focos epileptiformes detectados mediante electrodos
implantados profundamente en el cerebro.
El fornix (el término latino para el "arco") es un
tubo neural que transmite las conexiones y las señales del hipocampo a los
cuerpos mamilares y los núcleos septales. Los cuerpos mamilares son importantes
en la formulación de la memoria, mientras que los núcleos septales, junto con
el núcleo accumbens, se ha encontrado, por los estudios de estimulación
cerebral profunda en los animales, que eran los "centros de placer."
El área tegmental ventral del mesencéfalo envía señales a través del haz medial
del cerebro anterior al núcleo accumbens, los núcleos septales y la amígdala, y
mediante el cíngulo, a la corteza prefrontal utilizando conexiones
dopaminérgicas. En el hombre, la estimulación crónica de los centros de placer
en las áreas septales y el núcleo accumbens se asocia con el comportamiento de
búsqueda de placer persistente y la adicción a las drogas. [Figura 7].
Figura 7. El sistema límbico y los centros de placer postulados en el hombre,
que pueden ser responsables de la conducta adictiva a la droga por la persistencia en la búsqueda del placer. En esta ilustración, las flechas se refieren a los impulsos neuronales dentro del sistema límbico. |
Los lóbulos límbicos consisten en el giro del hipocampo, el
giro cingulado, y el giro dentado. Estas áreas de materia gris son parte del
sistema límbico, también involucradas en la retención de la memoria y su
recuperación, la cognición, así como más funciones vegetativas del sistema
nervioso autonómico, como el mantenimiento de la frecuencia cardíaca y el
control de la presión arterial. Están, por tanto, estrechamente relacionadas
con el hipotálamo, que, como hemos señalado, también se relaciona con el
sistema límbico. La corteza orbitofrontal está implicada en el desarrollo
personal de la actitud y de la motivación y en la habilidad para la toma de
decisiones, lo cual no es sorprendente teniendo en cuenta lo que hemos
aprendido hasta ahora acerca de la pérdida de motivación, desinhibición, y el
logro de placidez que resulta de la lobotomía frontal en pacientes
esquizofrénicos anteriormente agresivos.
Otras áreas conexas del sistema límbico son los ganglios
basales, que son responsables de la postura y de la modulación del movimiento
entre la corteza cerebral asociada y motora y el tronco cerebral y el cerebelo.
Neurocirugía funcional vía cingulotomía estereotáctica
Figura 8. El neurocirujano estadounidense, Dr. Thomas H. Ballantine (1912-1996), que modifico y popularizo la cingulotomía en neurocirugía funcional |
La versión moderna de la cingulotomía se desarrolló en la
década de 1960 para sustituir a la lobotomía frontal, que había entrado en
descrédito debido a los excesos de Freeman y sus seguidores en la década de
1950. La cingulotomía fue desarrollada por los neurocirujanos, el Dr. Eldon L.
Foltz y el Dr. Lowell E. White, y posteriormente modificada por el Dr. Thomas
H. Ballantine (1912-1996) en la Escuela de Medicina de Harvard, quien añadió al
procedimiento la coagulación térmica por radiofrecuencia y la ventriculografía de aire
[Figura 8]. Por lo tanto, en la década de 1970 la cingulotomía involucraba la inducción
estereotáctica de lesiones por radiofrecuencia con un promedio de 2 cm de
longitud, diseñadas para interrumpir el cíngulo, compuesto de fibras de
asociación entre las áreas corticales y las límbicas más profundas. Las áreas
de termocoagulación podían incluir el cuerpo calloso anterior y el lóbulo
frontal [Figura 9].
Figura 9. Una imagen de Resonancia Magnética que muestra los objetivos típicos para una cingulotomía anterior. Vistas coronales, laterales y axiales. Instituto Neurológico de Montreal, Servicios Nacionales de Escocia, Reino Unido, 2013 |
La cingulotomía estereotáctica se usaba más comúnmente para
los trastornos psiquiátricos graves e intratables que iban desde síndromes de
dolor crónico (incluyendo el dolor talámico), desordenes obsesivo compulsivos
graves y trastornos de pánico a la ansiedad con agitación, la depresión
psicótica, y la esquizofrenia. Los resultados más satisfactorios se obtuvieron
en los casos de depresión y en los trastornos de dolor crónico.
Los criterios para la psicocirugía, establecidos por la
Comisión Nacional para la Protección de Sujetos Humanos de la Investigación Biomédica y Conductual
(1974-1978) para estudiar y supervisar los procedimientos de psicocirugía, se
delinearon por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Se requería
que los pacientes que fueran evaluados para su posible psicocirugía fueran
examinados por dos psiquiatras, que tuvieran cuidados postoperatorios
disponibles, y "estar inhabilitados por la angustia mental o física, pero tener
una historia premórbida de funcionamiento efectivo", y no tener ningún
alivio anterior con "tratamientos adecuados."
En 1980, la revista JAMA contactó con varios neurocirujanos que
habían dejado los procedimientos de psicocirugía debido a la presión política o
social. Y, sin embargo, los funcionarios de la Comisión Nacional para la
Protección de Sujetos Humanos no se oponían a la continuación de los
procedimientos de psicocirugía seleccionados. De hecho, encontraron que 85 de
los 137 pacientes estudiados no sufrían ningún déficit permanente
neuroquirúrgico o de comportamiento, y la mayoría de los pacientes tenían una
ligera mejoría en las pruebas de inteligencia postoperatorias, probablemente
debido a que sus graves síntomas preoperatorios habían deteriorado su
rendimiento.
Ballantine y sus compañeros de trabajo estudiaron sus series
de pacientes y llegaron a la conclusión de que el 75% mejoraron
significativamente con la mayor mejoría observada en "la depresión implacable"; las fobias
eran menos susceptibles de tratamiento quirúrgico, y tres de estos pacientes se
suicidaron. En una serie de 686 pacientes que se sometieron a cingulotomía
estereotáctica, las complicaciones fueron muy pocas: Rara vez convulsiones, una
muerte, y dos casos de hemiplejia.
Otros investigadores encontraron que la cingulotomía hacía
que los pacientes psiquiátricos fueran más sensibles a la psicoterapia y
reducía la hiperactividad autonómica y el comportamiento adverso que comúnmente
aparecía en la terapia o en los problemas de gestión. De hecho, se ha
demostrado que las lesiones del cíngulo reducen
la motilidad intestinal y mejoran el rendimiento, en el ejercicio de presionar
la palanca para evitar descargas eléctricas, en 32 monos con enfermedad de
úlcera péptica creada experimentalmente. Curiosamente, la adicción a la morfina inducida experimentalmente fue "atenuada"
en 12 monos; y mientras se mejoró la evitación activa, pero no pudo ser aprendida por estos monos la
evitación pasiva de una descarga eléctrica.
Sin embargo, por la década de 1980, la mayoría de los
neurocirujanos eran reacios a realizar la psicocirugía en el clima político que
había comenzado en la década de 1960 y fue omnipresente en ese momento, un
clima que prevalece en la actualidad. Por la década de 1980, la cingulotomía
era el único procedimiento psicoquirúrgico todavía llevado a cabo, y el doctor
Ballantine fue uno de los pocos cirujanos que todavía la realizaban. Le dijo a
la revista JAMA en 1980 que en comparación con el Reino Unido, "Estamos
impedidos en este país por el clima de histeria que rodea la neurocirugía para
los trastornos psiquiátricos."
La psicocirugía para el comportamiento agresivo en niños y adolescentes
En la neurocirugía funcional de los años 1960 y 1970, se
llevó a cabo en diferentes formatos la ablación o estimulación de porciones del
cerebro para el tratamiento de trastornos psiquiátricos o neurofisiológicos. En
Inglaterra, los psicocirujanos británicos, por ejemplo, realizaban la
"leucotomía límbica" o tractomía subcaudada, seccionando el cuadrante
ventromedial del lóbulo frontal. Y en 1975, cuarenta años después del histórico
Congreso Mundial de 1935 que llevó la lobotomía frontal a su cenit, el Cuarto
Congreso Mundial de Cirugía Psiquiatrica informó de los nuevos avances. Los Doctores Diekmann y R. Hassler de Alemania
Occidental informaron del éxito del tratamiento para los varones reclusos violentos condenados por delitos sexuales. Las
lesiones selectivas se realizaron en el hipotálamo, que, con la glándula
pituitaria, controla el sistema endocrino. Algunos de estos delincuentes ya
habían sido remitidos a la castración quirúrgica, pero al parecer los presos habían
optado por la psicocirugía.
En Japón y en los Estados Unidos, niños agresivos e
hiperactivos de manera incontrolable también
fueron tratados con psicocirugía en los años 1950 y 1960. Sin embargo, en la
década de 1970 los psiquiatras infantiles americanos y japoneses reaccionaron
con terror a estos procedimientos, y se interrumpieron. En los EE.UU., el Dr.
Orlando Andy, profesor de Neurocirugía, Fisiología y Biofísica de la
Universidad de Mississippi (presidente de Neurocirugía, 1955-1979; F 1997) fue
el más famoso psicocirujano que operara
en niños [Figura 10]. Se realizó la talamotomía estereotáctica en niños
gravemente incapacitados o muy severamente hiperactivos y agresivos, que eran
difíciles de manejar por los padres o las instituciones. Presentó una serie de
30 pacientes de entre 6 y 49 años de
edad, incluyendo a los adultos con enfermedad de Parkinson. En todos los
pacientes se demostró la presencia de cerebros anormales por cualquiera de los
criterios de exámenes radiográficos o electroencefalográficos. El Dr. Andy
interrumpió quirúrgicamente los circuitos neuronales del tálamo que pensaba que
estaban implicados en estos trastornos del comportamiento. La mayoría de sus
pacientes reportaron mejoría y eran más manejables después de la cirugía.
Figura 10. Homenaje al Dr. Orlando Andy - Anuncio del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Cincinnati (UCNI) de que el neurocirujano George Mandybur, daría la Conferencia Orlando Andy el 21 de mayo de 2010. De izquierda a derecha: el Dr. Orlando J. Andy, el Dr. Andy (arriba) y el Dr. Mandybur (realizando una operación de Estimulación Cerebral Profunda). Fotos cortesía del Centro Médico de la Universidad de Mississippi y la Clínica Mayfield. El Dr. Mandybur recuerda al Dr. Orlando Andy como un pionero en el campo de los trastornos del movimiento y de las convulsiones y el dolor crónico, y como un iconoclasta que no tenía miedo de desafiar a la sabiduría establecida y seguir su propio camino. |
A principios de la década de 1970, el Dr. Andy había
renunciado a la psicocirugía debido a la "presión sociológica." El
Dr. Foltz, que había desarrollado la cingulotomía, también abandonó la psicocirugía,
a pesar de las seguridades de la Comisión Nacional, por el temor de las repercusiones
y las demandas por negligencia legal, por no mencionar el clima político y
social ya que "se hizo tan difícil hacer cingulotomías que no parecía valer
la pena el esfuerzo para combatir ese tipo de actitud."
La estimulación cerebral profunda – El control del comportamiento en animales.
Figura 11. El Dr. José Delgado (1915-2011) prolífico investigador español-estadounidense y pionero en la estimulación eléctrica del cerebro en los animales y en el hombre. |
El estudio de la estimulación eléctrica del cerebro estará
siempre ligado con el trabajo del Dr. José Manuel Rodríguez Delgado (1915-2011)
[Figura 11]. Este científico y prolífico investigador relativamente oscuro ha
sido un enigma, pero con los años se ha convertido casi en una figura de culto
en la ciencia, y su obra ha sido descrita portentosamente como la
experimentación del "control mental". El Dr. José Delgado nació en la
provincia de Málaga en España. Obtuvo el título de Doctor por la Universidad de
Madrid y su doctorado en el Instituto
Cajal. Delgado había planeado seguir los pasos de su padre y convertirse en un
oftalmólogo, pero al descubrir el innovador trabajo de su compatriota, Santiago
Ramón y Cajal (1852-1934), el gran neuropatologo español y ganador del Premio
Nobel de Medicina y Fisiología en 1906, Delgado decidió convertirse en un
científico.
Figura 12. El indomable e infatigable Dr. José Delgado muestra dos de sus implantes cerebrales del tamaño de medio dólar en 2005 |
En 1950 aceptó un puesto de trabajo con el famoso neurofisiólogo John Fulton en Yale, y durante
los siguientes 20 años, Delgado realizó una cantidad monumental de investigación sobre Estimulación Eléctrica del
Cerebro, que reverbera hasta el día de hoy desde la neurociencia y la
sociología a la ciencia ficción. En el momento, en que yo entré a la universidad en 1970, él ya era una
figura legendaria en los anales de la Estimulación Cerebral Profunda. En 1974,
el ministro español de la salud atrajo a Delgado para volver a España con su
esposa e hijos para organizar una nueva escuela de medicina en Madrid [Figura
12]. Poco antes de su muerte, regresó a América y murió tranquilamente en los
Estados Unidos en 2011.
El trabajo de Delgado desde la década de 1950 hasta principios de la década de 1970 era a veces
elegante, a menudo gratificante, y siempre fascinante. Investigadores
anteriores habían estudiado la "rabia simulada" en los gatos, pero
Delgado fue más allá. Investigó no sólo el componente motor ritual de la rabia
simulada, sino también los más complejos componentes emocionales y conductuales
de la "verdadera rabia" en animales de experimentación y seres
humanos.
Delgado encontró que la rabia simulada o "falsa" podría ser evocada por la estimulación eléctrica
del hipotálamo anterior de los gatos. El animal respondería con una exhibición
ofensiva generalizada, no dirigida a otros animales, pero si un animal de
control en la jaula respondía, el gato estimulado entonces bajaría la cabeza y
no respondería con las esperadas reacciones de "lucha o huida" observadas
en la naturaleza [Figura 13].
Figura 13. La rabia simulada se suscitó en el gato a través de estimulación eléctrica del hipotálamo anterior . En la foto superior, hay dos simpáticos gatos. En la foto inferior, la estimulación eléctrica del hipotálamo anterior evoca rabia falsa, una imagen agresiva no dirigida contra el otro gato, que, sin embargo, reacciona en defensa normal utilizando sus patas delanteras. El animal estimulado, a la izquierda "baja la cabeza, aplana sus orejas, y no toma represalias" |
Cuando Delgado implantaba los electrodos en la materia gris
periventricular o incluso más específicamente en el hipotálamo lateral del
gato, podía provocar rabia verdadera en la que el animal de experimentación
respondía con el silbido de costumbre, merodeando en torno, y luego atacando
directamente al gato de control. Si el gato de control respondía, el gato
estimulado atacaba aún más con silbidos y arañazos [Figura 14]. El enfurecido
animal se convirtió en un matón en su jaula, una situación similar en los seres
humanos a un individuo con el comportamiento antisocial y violento. En jaulas
más grandes, Delgado observó que, "el animal estimulado empezó merodeando
en busca de peleas con otros animales subordinados, pero evitó al gato más
poderoso del grupo. Era evidente que la estimulación eléctrica cerebral había creado un estado de aumento de la
agresividad, pero también estaba claro que el gato dirigía su hostilidad de
forma inteligente, eligiendo el enemigo y el momento del ataque, cambiando de
táctica, y adaptando sus movimientos a la reacción motora de sus oponentes".
Figura 14. La verdadera rabia en gatos con Estimulación Eléctrica Profunda del hipotálamo lateral. La Estimulación Eléctrica Profunda evoca verdadera rabia con el animal mostrando un comportamiento agresivo (silbido) hacia el otro gato. En la foto inferior, el gato estimulado ataca con sus garras |
La estimulación eléctrica del hipotálamo lateral podría
incluso dar lugar a que el animal rabioso atacara al experimentador amigable cuando
se acercaba a su jaula. Los gatos también podrían expresar su disgusto tras la
estimulación eléctrica de ciertas áreas del cerebro mediante silbidos,
gruñidos, e incluso podrían estar motivados para aprender tareas instrumentales
para detener la estimulación. [Figura 15].
Figura 15. La estimulación cerebral profunda evoca la agresión de un gato contra su experimentador amigable como se ve en la foto superior. Un gato también aprende y utiliza instrumentos para evitar la estimulación nociva en la foto inferior, en la que en realidad hace girar una pala para dejar de ser estimulado eléctricamente. |
La hostilidad de estos animales desaparecía cuando la
estimulación cesaba, y los gatos se convertían de nuevo en más amistosos con
otros animales y con el experimentador. Estos experimentos demuestran que el
comportamiento violento y su componente emocional asociado podrían ser modulados
por la Estimulación Eléctrica Cerebral. Experimentos en monos igualmente
fascinantes han dado a conocer que la Estimulación Eléctrica Profunda provocaba
patrones de comportamiento complejos e intencionados de conducta agresiva
influenciados por su organización social, el género, las interacciones
sexuales, el estatus jerárquico, y la dominancia social en la colonia. Un
juguete felino, incluso, se podía convertir en el foco de un ataque [Figura
16]. La agresión se evocaba cuando se estimulaba el tálamo y la materia gris
central, y la agresión era dirigida y modificada hacia otros miembros de la
colonia en base al estatus que tenían en la colonia, el rango social del mono
estimulado y la colonia a la que pertenecían [Figura 17]. Una vez más, este
patrón de agresión o rabia intencionada imita el comportamiento antisocial y
violento de algunos miembros de la sociedad humana.
Figura 16. La Estimulación cerebral profunda provoca la rabia en los monos. Un tigre de juguete puede ser objeto de agresión como se ve en la foto superior. El mono estimulado fuerza a otro miembro de la colonia a someterse con un despliegue agresivo dramático en la foto inferior |
Figura 17. La agresión selectiva en monos provocada por la estimulación cerebral profunda pone en evidencia algunos aspectos de la agresión en los seres humanos. En la foto superior, el mono estimulado muestra un comportamiento agresivo hacia otro mono en la jaula. En la foto inferior, el mono estimulado evita al mono que está detrás de él y se irrita contra los monos de delante. Algunos de ellos se someterán en función de su situación social en la colonia |
En “Violencia, las enfermedades mentales, y el cerebro - Una
breve historia de la psicocirugía, Parte 1”, discutimos la trepanación ejecutada
por el antiguo chamán y el cirujano medieval. También explicamos las
circunstancias que han llevado al reconocimiento del síndrome del lóbulo
frontal y el desarrollo de la lobotomía para el tratamiento de la enfermedad
mental en la primera mitad del siglo XX. En la parte 3, la última entrega de
este artículo, vamos a discutir los estudios de Estimulación Cerebral Profunda
del Dr. José Delgado en el hombre y el controvertido
trabajo realizado por los Dres. Vernon H. Mark y Frank Ervin en Harvard, aplicando
Estimulación Cerebral Profunda con grabaciones de ondas cerebrales y amigdalotomías
en pacientes con convulsiones psicomotoras intratables, así como con epilepsia y con violencia incontrolada. Hablaremos de los
avances en la investigación neurológica de los individuos violentos, y el
problema de la rabia descontrolada y la "agresión patológica" en la sociedad
"moderna" de hoy, y se discutirán desde el punto de vista sociológico,
así como desde el punto de vista neurológico y sus ramificaciones.
La violencia, las enfermedades mentales, y el cerebro - Parte 1 - Una breve historia de la psicocirugía: Desde la trepanación a la lobotomía en http://amtoral.blogspot.com.es/2016/02/la-violencia-las-enfermedades-mentales.html
La violencia, las enfermedades mentales y el cerebro – Parte 3 - Una breve historia de la psicocirugía: Desde la estimulación cerebral profunda a la amigdalotomía para los comportamientos violentos, las convulsiones, y la agresión patológica en los seres humanos en http://amtoral.blogspot.com.es/2016/03/la-violencia-las-enfermedades-mentales_12.html
Basado en:
http://surgicalneurologyint.com/surgicalint_articles/violence-mental-illness-and-the-brain-a-brief-history-of-psychosurgery-part-2-from-the-limbic-system-and-cingulotomy-to-deep-brain-stimulation/#sthash.U1sUaOrw.dpuf
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