La Psicocirugía se desarrolló a principios de la prehistoria
humana (trepanación) como una necesidad tal vez para alterar el comportamiento
aberrante y tratar las enfermedades mentales. El "Caso Fineas Gage"
dio un impulso para estudiar el cerebro y el comportamiento humano. El síndrome
del lóbulo frontal se estudió con avidez. La lobotomía frontal fue desarrollada
en la década de 1930 para el tratamiento de la enfermedad mental y para
resolver el problema acuciante del hacinamiento en las instituciones de salud
mental en una época en que no se disponía de otras formas de tratamiento
eficaz. La Lobotomía popularizada por el Dr. Walter Freeman alcanzó su punto álgido
en la década de 1940, sólo para entrar en el descrédito a finales de 1950. Se
necesitaban otras formas de terapia y la psicocirugía evolucionó hacia la neurocirugía funcional estereotáctica. Una
historia de estos desarrollos hasta el siglo XXI se detallará en este ensayo en
tres partes, investigado y escrito para los lectores de Neurología Quirúrgica
Internacional (SNI) exclusivamente.
Trepanación, chamanes, y la enfermedad mental
La trepanación del cráneo humano es el procedimiento
quirúrgico documentado más antiguo, realizado por el hombre. Se han encontrado cráneos
trepanados, tanto en el mundo antiguo de Europa y Asia como en el Nuevo Mundo,
en especial en Perú en América del Sur, desde el Neolítico hasta el comienzo de
la historia. [Figuras 1 y 2] Podemos especular de por qué esta cirugía craneal
se llevaba a cabo por los chamanes o los brujos, pero no podemos negar que la principal
razón puede haber sido alterar el comportamiento humano, en una especialidad,
que a mediados del siglo XX empezó a llamarse psicocirugía.
Figura 1. Cráneo femenino adulto prehistórico adulto de San Damian, Perú
(trepanación no curada). Smithsonian Institution |
Figura 2. Cráneo femenino adulto prehistórico de Cinco Cerros, Perú (trepanación no curada). Smithsonian Institution |
Figura 3. Tumi ceremonial. Cultura pre-Inca. Birmingham Museum of Art |
Figura 4. Cráneo masculino de adulto prehistórico de Cinco Cerros, Perú (trepanación curada) . Smithsonian Institution |
Figura 5. Cráneo trepanado y vendado de Paracas, Nasca, A. D. 500. Simposio CIBA, 1939; reproducida en Una historia de la cirugía neurológica de E. A. Walker, 196
En la antigua Grecia y Roma, se diseñaron muchos instrumentos médicos para penetrar en
el cráneo. Los cirujanos romanos desarrollaron la “terebra serrata”, que se
utilizó para perforar el cráneo haciendo rodar el instrumento entre las manos
del cirujano [Figura 6]. Ambos grandes médicos y cirujanos, Celso (25 AC - 50 DC)
y Galeno (129 DC -216 DC) utilizaron estos instrumentos. Es fácil ver que la
terebra fue el precursor del trepanador manual y del taladro eléctrico que los
neurocirujanos utilizan hoy en día para las operaciones de craneotomía.
|
Figura 6. Los antiguos cirujanos romanos utilizaban los tipos de terebras ilustradas aquí para perforar el cráneo en las operaciones quirúrgicas. |
Durante la Edad Media y el Renacimiento, la trepanación se
llevó a cabo no sólo para las fracturas de cráneo, sino también para la locura
y la epilepsia. Hay obras reveladoras de arte de este período que son un puente
entre el arte descriptivo y la cirugía fantástica. Por ejemplo, nos encontramos
con la famosa pintura al óleo de El Bosco (1488-1516) que representa "La
extracción de la piedra de la locura" [Figura 7]. Del mismo modo, el
instrumento trepanador triangular diseñado por Fabricius de Aquapendente
(1537-1619) se utilizó posteriormente para abrirlo e introducirlo en el cráneo;
los trepanadores triangulares ya se habían modificado para elevar las fracturas
de cráneo con hundimiento. Y así, encontramos variaciones del famoso grabado
por Peter Treveris (1525), que ilustra la elevación quirúrgica de las fracturas
de cráneo, en muchos libros de texto médicos antiguos [Figura 8].
Figura 7. La extracción de la piedra de la locura (o la curación de la locura) de El Bosco. Museo del Prado, Madrid, España |
Figura 8. Grabado de Peter Treveris del instrumento de la trepanación en el Renacimiento (1525) |
Durante la mayor parte de la historia del hombre, los
enfermos mentales han sido tratados como parias, condenados al ostracismo por
la sociedad y hacinados en los hospitales, o encerrados en manicomios. Los
criminales eran descartados con rapidez y no siempre con justicia o compasión.
A pesar de la llegada de un trato más humano a finales del siglo XIX, los
hospitales para enfermos mentales estaban mal preparados para hacer frente a
los problemas médicos y sociales asociados con la enfermedad mental y se mantuvieron
gravemente saturados. [Figura 9].
Figura 9. El Hospital de San Belén en Londres (Bedlam),
que se abrió en 1247, fue la primera institución dedicada a la atención y el tratamiento de los enfermos mentales. |
El "caso Fineas Gage"
El concepto inicial de la localización cerebral (es decir,
afasia, hemiplejía, etc.) se derivó en primer lugar a partir del estudio de la
patología del cerebro, particularmente los tumores cerebrales y las operaciones
para su eliminación; y en segundo lugar, a partir de la observación del
comportamiento alterado dramáticamente en un célebre caso de lesión traumática
del cerebro en el lóbulo frontal que se ha dado en llamar el "caso Fineas
Gage."
En 1848, Phineas P. Gage, un maestro de obras en el
ferrocarril de Rutland y Burlington, fue gravemente herido mientras ayudaba a
construir una línea de ferrocarril cerca de la ciudad de Cavendish, Vermont. La
explosión prematura impulsó una barra de hierro - una larga barra que media 1,09
metros de largo y 31 milímetros de diámetro - por la cabeza de Gage. La varilla
de 6 kilos penetró en la mejilla izquierda, atravesó la línea media, el lóbulo
frontal izquierdo, y salió del cráneo apenas a la derecha de la línea media, cerca
de la intersección de las suturas sagital y coronal [Figura 10].
Figura 10. Caso de Phineas Gage, la trayectoria de la barra de hierro a través del cráneo |
Con 25 años de edad,
Gage sobrevivió, pero los cambios mentales y de comportamiento observados por
el médico, amigos y compañeros de trabajo fueron significativos. De ser un
trabajador motivado, enérgico, capaz, amable y concienzudo, Gage cambió
drásticamente a ser un individuo obstinado, irreverente, irresponsable, y
socialmente desinhibido. Estos cambios en la personalidad más tarde serían
reconocidos como el síndrome del lóbulo frontal. En el caso de Gage, se
observaron estos cambios casi inmediatamente después de la lesión. El Dr. John
M. Harlow, médico de Gage, prestó especial atención al caso, no necesariamente
debido a los cambios en la personalidad, sino debido a que el paciente había
sobrevivido a una lesión tan extensa y grave y a una terrible operación
quirúrgica.
El caso recibió notoriedad en la comunidad médica cuando fue
descrito minuciosamente por el Dr. Harlow 20 años más tarde en una entonces
oscura revista médica. El médico escribió: "Antes de su lesión, aunque no educado
escolarmente, poseía una mente bien equilibrada, y era visto por aquellos que
lo conocieron como un hombre de negocios
inteligente y astuto, muy enérgico y persistente en la ejecución de todos sus
planes de operación. En este sentido, su mente cambió radicalmente, tan fuertemente
que sus amigos y conocidos, dijeron que 'ya no era Gage.' "
El Dr. Harlow siguió los viajes de su paciente a través de
America del Norte y del Sur, y cuando Gage murió en un estado epiléptico en
1860 cerca de San Francisco, el médico fue capaz de recuperar el cráneo
exhumado y la barra de hierro. Gage
había seguido llevando la barra a donde quiera que fuera, su "compañero
constante" [Figura 11]. Estos elementos fantasmales fueron donados al
Museo Anatómico Warren de la Facultad de Medicina de Harvard en 1868 después de
que el Dr. Harlow terminara su publicación.
El cráneo y la barra de hierro permanecen allí hasta hoy.
Figura 11. Phineas Gage con su barra de hierro (1860) |
EL SÍNDROME DE LÓBULO FRONTAL Y EL DESARROLLO DE LA LOBOTOMIA (1935)
La histórica operación que podemos describir posiblemente
como el primer procedimiento de psicocirugía se llevó a cabo por el psiquiatra
Dr. Gottlieb Burckhardt (1836-1907) en Suiza en 1888. Burckhardt eliminó un
área de la corteza cerebral que creía que era responsable de la conducta
anormal de su paciente. Continuó realizando resecciones selectivas sobre todo
en los lóbulos temporal y parietal en seis pacientes, áreas en los lóbulos que
Burckhardt consideraba responsables del trastorno psiquiátrico y de la conducta
agresiva de sus pacientes. Su informe no fue bien recibido por sus colegas y se
encontró con la desaprobación de la comunidad médica. Posteriormente,
Burckhardt cesó el trabajo en esta área.
El Segundo Congreso Neurológico Internacional celebrado en
Londres en 1935 fue un hito para la psicocirugía. El fisiólogo estadounidense Dr.
John F. Fulton (1899-1960) presentó un experimento trascendental en el que dos
chimpancés tenían resecciones bilaterales de la corteza prefrontal. Estas
operaciones fueron experimentos pioneros en el campo porque los animales se
convirtieron en "carentes de expresión emocional" y ya no eran
capaces de mostrar la "frustración en el comportamiento" que
generalmente se observa en estos animales. Se observó el cambio de
comportamiento pero no todas las consecuencias. Estos hallazgos se convertirían
en muy importantes décadas después, cuando los científicos sociales en la
década de 1970 observaron que la conducta agresiva y la reacción de rabia se
asociaba con una baja tolerancia a la frustración en las personas con
tendencias sociópatas.
Este Congreso fue histórico porque también asistieron
personajes que marcarían la historia de la psicocirugía, el tratamiento
neuroquirúrgico de los trastornos mentales. Entre los participantes se encontraban
dos neurólogos portugueses: El Dr. Antonio Egas Moniz (1874-1955), profesor de
neurología de la Universidad de Lisboa, y su colaborador, el neurocirujano Dr.
Almeida Lima (1903-1985). Trabajaron juntos en la realización de lobotomías
prefrontales en enfermos psiquiátricos en la década de 1930. De hecho, los
esfuerzos del Dr. Moniz apoyaron la hipótesis del fisiólogo John Fulton de que
la ablación del lóbulo frontal sometió el comportamiento de los chimpancés
agresivos. También asistió a este Congreso el neurólogo estadounidense Dr.
Walter Freeman (1895-1972), que pronto dejaría una gran huella en la marcha de
la psicocirugía en la forma de lobotomías frontales.
Pero había más. El Dr. R. M. Brickner describió un paciente
con lobectomías frontales bilaterales para la extirpación de un tumor. Después
de la operación su paciente mostró una falta de restricción y desinhibición
social, proporcionando una prueba más del síndrome del lóbulo frontal.
La lobotomía frontal, el seccionamiento de la corteza
prefrontal, y la leucotomía, la ruptura de la sustancia blanca subyacente, para
el tratamiento de los trastornos mentales, alcanzaron un pico de popularidad
después de la Segunda Guerra Mundial. Pero, como hemos visto, el desarrollo de
esta cirugía se inició en la década de 1930 con el trabajo del célebre Egas
Moniz, que también dejó su huella en neurorradiología como el padre de la
angiografía cerebral. [Figura 12]. Moniz y Lima realizaron su primera lobotomía
frontal en 1935. Al año siguiente, el Dr. Moniz presentó una serie de 20
pacientes, y para 1949 había recibido el Premio Nobel por su trabajo pionero
sobre leucotomía frontal en el que, específicamente, se seccionaban las
conexiones de la sustancia blanca entre la corteza prefrontal y el tálamo, para
aliviar enfermedades mentales severas, incluyendo la depresión y la esquizofrenia
en pacientes hospitalizados de larga duración.
Figura 12. Profesor de Neurología, el Dr. Antonio Egas Moniz (1874-1955)
Fue en este momento que una constelación de síntomas,
finalmente, llegó a ser asociado con el daño al lóbulo frontal y su eliminación
- por ejemplo, la distracción, la euforia, la apatía, la falta de iniciativa, la
falta de contención y la desinhibición social-. Algunos de estos síntomas eran
una reminiscencia de los cambios de personalidad indicados por el Dr. John M.
Harlow en Phineas Gage casi tres cuartos de siglo antes.
|
EL PROBLEMA DE LA ENFERMEDAD MENTAL EN EL INICIO DEL SIGLO
XX
Hay que recordar que este movimiento hacia la intervención
quirúrgica no se produjo en el vacío. Se engendró en un momento en el que el tratamiento
farmacológico no estaba disponible, y se trataba de pacientes gravemente incapacitados
sobre todo para los que la psicoterapia era ineficaz o no estaba disponible.
Los médicos, en particular psiquiatras y neurólogos, los que tomaban
directamente el cuidado de estos desafortunados pacientes, fueron empujados
contra la pared para llegar a una terapia eficaz que modificara el
comportamiento psiquiátrico anormal y aliviara el sufrimiento mental.
El problema del aumento del número de pacientes con
enfermedades mentales para los que no se disponía de ningún tratamiento eficaz,
excepto la hospitalización y el confinamiento a largo plazo, se había observado
desde el siglo XIX, y en el siglo XX el problema había alcanzado proporciones
gigantescas. Los fármacos psicotrópicos no estuvieron disponibles hasta la
década de 1950, y en su ausencia, las únicas opciones de tratamiento utilizadas
en conjunción con la hospitalización a largo plazo fueron la restricción física
con las temidas camisas de fuerza, el aislamiento en celdas acolchadas, etc., -
es decir, casi una reminiscencia de las condiciones del notorio hospital Bedlam
del siglo XIX en Londres.
Recientemente, el Dr. R.A. Robison y sus colegas resumieron
el contexto socioeconómico en el que la psicocirugía fue avanzado a finales de
1930, citando un informe de 1937 de la extensión de la institucionalización de
los enfermos mentales en los Estados Unidos: "Había más de 450.000
pacientes institucionalizados en 477 asilos, con casi la mitad de ellos
hospitalizados durante cinco años o más. "El costo, en dólares de hoy, se
estima que superaba los 24.000 millones de dólares”.
La psicoterapia, por no hablar de psicoanálisis, según lo
propuesto por Sigmund Freud (1856-1939), Carl Jung (1875-1961), y otros
psiquiatras prominentes, estaba fuera del alcance de la mayoría de los
pacientes que sufrían trastornos psiquiátricos hasta mucho más tarde en el
siglo. Los avances en la medicina y la psiquiatría en la última parte del siglo
traerían alivio a muchos millones, pero incluso ahora persisten muchos
problemas.
Las lumbreras principales de la psiquiatría en el cambio de
siglo, el psicoanalista austriaco Sigmund Freud y el psiquiatra alemán Emil
Kraepelin (1856-1926) tenían enfoques contradictorios sobre la enfermedad
mental. Freud recomendaba psicoterapia, a menudo ineficaz, casi siempre poco factible
a pacientes con enfermedades mentales graves, en los que las enfermedades iban
desde la sífilis terciaria y las graves neurosis de ansiedad a la depresión aguda
y la esquizofrenia. Kraepelin, por el contrario, prefería una intervención más
agresiva con la terapia electroconvulsiva (TEC) y la terapia de choque de
insulina [Figura 13]. ¿Pero que había que hacer con los pacientes que no
respondían a estos tratamientos, recaían, o seguían planteando un peligro para
ellos mismos y para otros? Ese fue el problema que enfrentaban los médicos en
ese momento, en particular psiquiatras y neurólogos. Eso también explica el
hecho de que los primeros "psicocirujanos" vinieran de manera
desproporcionada a partir de estas dos especialidades.
Figura 13. El famoso psiquiatra alemán, el Dr. Emil Kraepelin (1856-1926) |
CIRUGIA DE LOS LOBULOS FRONTALES - LEUCOTOMIA Y LOBOTOMIA (1935-1955).
Así que fue a mediados de la década de 1930, bajo la
circunstancia de tratamientos ineficaces y el hacinamiento hospitalario, que
Moniz y Lima comenzaron a colaborar y llevar a cabo su trabajo en Lisboa,
Portugal. Desarrollaron la lobotomia frontal (o leucotomía), seccionando las
conexiones de la sustancia blanca entre la corteza prefrontal y el tálamo. En
primer lugar, se utilizaron inyecciones de alcohol; Posteriormente introdujeron el leucotomo y lo denominaron el
procedimiento de leucotomía frontal. Informaron de que sus pacientes eran más
tranquilos y manejables, pero sus emociones estaban más debilitadas después de
las operaciones.
En los Estados Unidos, el Dr. James W. Watts (1904-1994), un
neurocirujano en la Universidad George Washington, fue invitado a colaborar con
el neurólogo americano y neuropatólogo Dr. Walter Freeman (1895-1972) en el
desarrollo de la lobotomía transorbital a principios de 1940 [Figura 14].
Figura 14. El psiquiatra americano, el Dr. Walter Freeman (1895-1972) |
Realizaron la primera lobotomía frontal en los EE.UU. en
1936, el mismo año que Moniz presentó su serie de 20 pacientes procedentes de
Portugal. Con su conocimiento de la neuropatología, Freeman fue capaz de
visualizar y analizar la degeneración retrógrada en el examen post mortem de
pacientes que se habían sometido al procedimiento y murieron más tarde. Modificó
el leucotomo de Moniz para una mayor precisión en la selección del tracto que
iba del lóbulo frontal al tálamo. Los pacientes con trastornos afectivos sufrieron
su leucotomía en la parte más anterior del tracto, mientras que en los
afectados con síntomas esquizofrénicos más graves la lobotomía era más posterior.
En 1942, Freeman y Watts publicaron la primera edición de su
monografía clásica “Psicocirugía” e informaron sobre 200 pacientes: el 63%
mejoraron; el 23% no obtuvieron ninguna mejora. Y el 14% empeoró o sucumbió a
la cirugía. Ese mismo año la revista Journal of the American Medical
Association (JAMA) publicó un editorial apoyando la base para el procedimiento
y las indicaciones para las lobotomías. El prestigio adicional para la
operación se obtuvo cuando Moniz recibió el Premio Nobel de Fisiología y
Medicina "por el descubrimiento del valor terapéutico de la leucotomía en
ciertas psicosis" en 1949.
Freeman inicialmente había utilizado inyecciones de alcohol en
algunas de sus lobotomías, pero, posteriormente, había modificado su procedimiento
de leucotomía transorbital mediante el uso de un instrumento picahielo
modificado, para atravesar el techo de la órbita y entrar en la base del
cráneo. Esto se realizaba frecuentemente con anestesia local o con sedación. A
continuación, se insertaba el instrumento a una profundidad de 7 cm en la base
de los lóbulos frontales y se movía 15 ° lateralmente. Freeman esperaba que los
médicos utilizaran ampliamente esta sencilla
técnica para el tratamiento de pacientes hospitalizados [Figura 15]. En su
lugar, la falta de técnicas de esterilización y la crudeza del procedimiento
desencantaron a Watts, su asociado de neurocirugía,
y también lo enfrentó a la mayoría de neurocirujanos. Muchos médicos se quedaron
decepcionados con los resultados, ya que algunos pacientes desarrollaron
complicaciones o murieron. Pero la mayoría de los pacientes mejoraron, sus síntomas
graves remitieron, la mayoría de las familias estaban satisfechas, y los
pacientes institucionalizados se hicieron más manejables en las distintas
instituciones.
Figura 15. El Dr. Walter Freeman, "El Lobotomista," en el trabajo |
Sin embargo, Freeman y Watts se separaron y continuaron por
caminos separados. Freeman se convirtió en un cruzado incansable y realizó más
de 4.000 lobotomías. Robison et al. resumieron de este modo la situación en un
artículo de revisión reciente: "A pesar de la resistencia y reservas en la
comunidad médica en general, muchos psiquiatras y los médicos no quirúrgicos aprovecharon
el procedimiento como un nuevo último recurso para pacientes que no tenían ningún
tratamiento alternativo eficaz." La lobotomía frontal se convirtió en un procedimiento
altamente utilizado en los EE.UU., y se estima que se realizaron en los EE.UU.
y en Europa unos 60.000 procedimientos entre 1936 y 1956.
En 1952, uno de los pioneros de la psicocirugía, el famoso
fisiólogo estadounidense John Fulton, anunció el final de la lobotomía y marcó
el comienzo de la neurocirugía estereotáctica y funcional, debido a la mejora
de la precisión y a una menor ablación del tejido cerebral. La Clorpromazina,
que había sido introducida en Europa en 1953, llegó a estar disponible en los
EE.UU. en 1955; El haloperidol le siguió en 1967, y la revolución de la terapia
con medicamentos estaba ahora también en marcha. En 1971, Freeman publicó su
seguimiento a largo plazo de 707 esquizofrénicos, de 4 a 30 años después de la
lobotomía. Informó que a pesar de la mejora en la mayoría, el 73% seguía
hospitalizado o en casa en un "estado
de completa dependencia."
ASPECTOS SOCIOECONÓMICOS DE LA ENFERMEDAD MENTAL Y DE LA INSTITUCIONALIZACION
La necesidad de modificar el comportamiento anormal y
aliviar el sufrimiento mental persiste en nuestro tiempo. Se ha estimado que 5
de cada 10 casos de discapacidad en el mundo son atribuibles a trastornos
mentales. Y la depresión mayor, encabeza la lista de estos trastornos
psiquiátricos o psicológicos, con una incidencia del 12-18% proyectada para la
vida del individuo del siglo XXI. Hasta un tercio de estos pacientes afectados
tienen depresión intratable que no responde a fármacos antidepresivos o
psicoterapia. No es necesario recordar también que la gran mayoría de los
pacientes que se suicidan han sufrido la depresión no tratada o la melancolía
severa que no responde al tratamiento.
A pesar de las drogas psicotrópicas, la terapia electroconvulsiva,
la lobotomía y la psicocirugía, los problemas sociales planteados por la
prevalencia de las enfermedades mentales persisten hasta nuestros días. La
institucionalización constante de la década de 1930 fue seguida por una rápida
desinstitucionalización en la década de 1970. En 1963, el presidente John F.
Kennedy EE.UU. propuso un programa para hacer frente a los problemas
persistentes y no resueltos de los enfermos mentales y las crecientes
preocupaciones socioeconómicas de su institucionalización a largo plazo.
Kennedy llamó a la formación de centros comunitarios de salud mental (CMHCs)
financiados por el gobierno federal. Los consultorios de atención ambulatoria
reemplazaron a los hospitales del estado y a la institucionalización a largo
plazo. Durante los siguientes 17 años, el gobierno federal financió 789 centros
comunitarios de salud mental, gastando 20.300 millones en dólares de hoy.
"Durante esos mismos años, el número de pacientes en los hospitales
mentales del estado cayó en tres cuartas partes - a 132.164 de 504.604", señaló
el Dr. Fuller Torrey, un psiquiatra e investigador de la esquizofrenia. Y añade: "Esas camas fueron
cerradas".
En el siguiente medio siglo, estos pacientes fueron dados de
alta y sacados a las calles de América, sin apoyo familiar y sufriendo de
enfermedades mentales graves - incluyendo la esquizofrenia, el trastorno
bipolar y trastornos de la personalidad, y la locura criminal. A la mitad de
ellos les va mal. Las personas con enfermedades mentales no tratadas en 2013,
informa el Dr. Torrey, son responsables del 10% de todos los homicidios,
constituyen el 20% de los reclusos de cárceles y prisiones, y al menos el 30%
de las personas sin hogar en los EE.UU. Estos pacientes psiquiátricos sin hogar
se desbordan en las calles y parques de la ciudad, en las salas de emergencia, las
bibliotecas, y las estaciones de tránsito de autobuses y de trenes. Muchos de
ellos se unen a las filas de los locos criminales y contribuyen de manera significativa
a las estadísticas alarmantes de la delincuencia y la violencia en América
[Figura 16].
Figura 16. Enfermos mentales, personas sin hogar, e individuos peligrosos. New York Post, 10 de diciembre de 2012 |
CONCLUSIÓN
Y así, el problema de la enfermedad mental persiste, más
influenciado por la política que por los datos de salud mental y los estudios
criminalísticos y sociológicos. La desinstitucionalización de la salud mental vertió
a los enfermos mentales en las calles de Estados Unidos. Los mansos son presas
fáciles de conseguir; los violentos cometen delitos menores o graves. No
obstante, debe señalarse que la mayoría de las personas con enfermedad mental
no son violentas, pero tienen necesidad de atención médica, compasión y ayuda
humanitaria [Figura 17].
Figura 17. Los enfermos mentales, incluyendo los esquizofrénicos paranoides e individuos violentos que vagan por las ciudades de los Estados Unidos contribuyen a las personas sin hogar, y ellos mismos se convierten en el objeto de abuso o en los autores de delitos, en parte debido a su enfermedad mental. New York Post, Septiembre de 2009 |
Las ciencias sociales en general y la psiquiatría, en
particular, a pesar de los continuos avances tecnológicos de nuestra era de la
informática, no han sido capaces de mantenerse al día con los problemas
psicológicos crecientes asociados al progreso de esta sociedad. El
comportamiento violento y criminal, sobre todo cuando se asocia con agresiones repetitivas
no provocadas y reacciones de rabia de umbral bajo, también parecen ser
elementos perniciosos y recalcitrantes de la sociedad moderna, elementos que
han sido difíciles de explicar y resolver por nuestros científicos sociales. La
Parte 2 discute nuevas formas y métodos de psicocirugía a través de la neurocirugía
funcional estereotáctica y los avances en la neurociencia. La Parte 3 concluirá
este ensayo.
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