Autor: José Viosca
Publicado el 11 de
abril de 2016 en Mapping Ignorance
Traducido por: Ana Toral
¿Qué es lo que cura de la píldora: la píldora en sí misma, o lo que usted piensa que contiene? ¿Podrían ser ambos? Crédito: JustinLing - Flickr |
Casi desesperado, Rodrigo - el nombre es ficticio- visita
a su médico en busca de una solución para un dolor de espalda crónico que ha
estado padeciendo durante los últimos tres años. Después de probar cinco
medicamentos diferentes, ninguno de ellos con efecto, recibe una inesperada
sugerencia de su tío, que lo anima a probar la acupuntura. Él mismo ha recibido
sesiones con, asegura, resultados impresionantes. Pero Rodrigo duda: ha leído
en alguna parte que todo ello tiene que ver con el placebo. Y reenvía la
cuestión a su médico - ¿es verdad, doctor? ¿Es sólo únicamente un placebo?
El médico asimismo puede tener dificultades para
responder. Las pruebas que respaldan la efectividad de las llamadas medicinas alternativas/complementarias
son todavía limitadas o desconcertantes. Por otra parte, los médicos han
sospechado durante mucho tiempo que las expectativas pueden tener una gran
influencia en como de bien los pacientes superan las enfermedades. Y además,
hay investigaciones que apuntan que, tal vez, lo que Rodrigo había preguntado
exactamente podría tener un posible efecto beneficioso.
En 2004, investigadores de la Universidad de Colorado (EE.UU.) estuvieron evaluando la eficacia de un nuevo tratamiento experimental para la enfermedad de Parkinson basado en la inyección intracerebral de células madre para frenar la pérdida neuronal dopaminérgica. El
resultado fue evaluado por personal médico desconocedor del tratamiento e incluía medidas objetivas del
movimiento repetitivo, el temblor y la deambulación, así como información sobre
la calidad de vida del paciente proporcionada por estos. El estudio fue doble
ciego, por lo que se informó a los pacientes, pero estos ignoraban a qué grupo
pertenecían (tratamiento o cirugía simulada). No obstante, su impresión en este
sentido tuvo un efecto notable.
"Las personas que recibieron un placebo, pero
pensaban que habían recibido el trasplante, mostraron el mismo resultado que
las personas que recibieron el trasplante, pero pensaban que habían recibido el
placebo", según informaba en un correo electrónico el investigador principal
Curtis Freed. Sin embargo, "el mejor resultado apareció en sujetos que creían
que había recibido y de hecho habían realmente recibido el trasplante",
añade el neurólogo.
Parecía como si las creencias y la fisiología pudieran
entremezclarse y sumarse para impulsar la curación. Si los pacientes pueden
mejorar debido al carácter simbólico de la intervención médica, esto pondría en
valor la importancia del contexto en la atención percibida por los pacientes.
Los gestos, la atención, las palabras, en definitiva todo lo que es común a
cualquier tratamiento dado, y eso incluye el ritual en el que se inserta la interacción
médico-paciente, tal vez podrían tener un efecto curativo.
Sin embargo, los científicos, médicos a su vez, se
dividieron en torno al tema. Mientras que algunos de ellos están investigando
qué aspectos de las respuestas al placebo podrían ser útiles en un entorno clínico,
otros ven aquí sólo pseudociencia, o tienen serias dudas sobre la propia
existencia del efecto placebo, o -en caso de que fuera real- piensan que su uso involucra aspectos éticos infranqueables.
Los defensores presentaron varios argumentos para defender
un posible uso de placebo. En primer lugar, es inevitable y podría estar en
cualquier intervención médica, incluso bajo tratamientos convencionales, a
menos que el contexto social (más allá de los pacientes y médicos) ignore que
se está aplicando un tratamiento. En segundo lugar, los tratamientos
convencionales no son infalibles. En algunos casos tienen fuertes efectos
secundarios o baja eficacia, por lo tanto, no deberíamos pasar por alto
cualquier fuente potencial de curación.
El alivio del dolor es un punto en especial donde se está
librando esta batalla. El año pasado, un meta-análisis que examinó la eficacia de los tratamientos quirúrgicos para el tratamiento del dolor crónico llegó a la conclusión de que los placebos representaron en promedio un 65% de la mejora observada para estos procedimientos. En varias intervenciones, los procedimientos
quirúrgicos no fueron más (o incluso menos) eficaces que el placebo.
Entonces, ¿por qué hay médicos e investigadores reacios a
aceptar un papel clínico potencial de las respuestas al placebo? En primer
lugar, porque ignoran el mecanismo de acción. Desde el estallido de la medicina
basada en la evidencia hace unas décadas, los médicos no prescriben
tratamientos basados únicamente en su intuición personal, sino también en la
evidencia contrastada acerca de la eficacia y la seguridad - comprobada con
miles de personas - y una descripción detallada del mecanismo de acción.
Oleo sobre tela de Picasso (1897) que representa la ayuda científica y espiritual que sería necesaria para la recuperación de los enfermos. Mientras que un médico comprueba el pulso de un paciente, una monja, que lleva el hijo del paciente en sus manos, ofrece a los enfermos una infusión. La interpretación y la imagen de Jordi Vigué y Melisa Ricketts (2008): La Medicina en la pintura. El arte médico. Ars Medica. Barcelona. (Página 199).
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Todavía hay muchas incógnitas abiertas sobre el mecanismo
exacto por el que los placebos pueden tener un efecto terapéutico, o en otras
palabras, de qué manera pueden influir en la curación las expectativas de los
pacientes. "No hay neuronas específicas para el placebo", dice por
correo electrónico el neurocientífico e investigador líder sobre el placebo,
Fabrizio Benedetti, que es profesor de investigación en la Universidad de
Turín. "Por lo que sabemos hoy en día, muchas de las vías neuronales
pueden ser moduladas por los placebos".
Benedetti ha estado investigando en este campo durante
más de 20 años y piensa que los placebos pueden tener un importante efecto
terapéutico. "Durante la realización de ensayos clínicos, pronto me di
cuenta de que a veces los pacientes que recibieron un placebo obtuvieron
mejores resultados que los que recibieron el tratamiento activo", añade el
investigador.
Pero sigue siendo un misterio de qué manera las vías celulares que se
activan en las respuestas al placebo logran impactar en la progresión de la
enfermedad, tal vez con la única
excepción de alivio del dolor, el punto en el que los placebos han demostrado
ser más exitosos hasta la fecha. Varios efectos placebo son conocidos por modular
la actividad de los circuitos de regulación del dolor en el sistema nervioso.
Esto conduce tanto a un proceso de bloqueo primario del dolor, al alivio de la ansiedad o a la activación de los mecanismos de recompensa, todos los cuales pueden, en última instancia, contribuir a la reducción de la experiencia subjetiva de dolor.
Los críticos todavía argumentan que la mejora observada
en las personas que recibieron placebos podría no tener nada que ver en
absoluto con ningún efecto terapéutico inducido - un problema que se basa en el
uso de resultados subjetivos informados por los pacientes para evaluar la
eficacia del tratamiento. Esto, a su vez, es particularmente desconcertante
cuando están en desacuerdo las mediciones subjetivas y objetivas. ¿Podría ocurrir
que los pacientes percibieran una mejora, mientras que en realidad no están
mejorando?
"Es difícil distinguir un verdadero efecto placebo
del sesgo de respuesta [mejora percibida aunque inexistente] en los resultados
que se obtienen de los pacientes," dice Asbjørn Hrobjartsson, profesor de
investigación del Centro para la Medicina basada en la Evidencia en Dinamarca.
Para hacer las cosas más difíciles, los pacientes pueden
recuperarse por sí solos. Sencillamente, por sí mismos. Los médicos saben que
las enfermedades a veces remiten sin ninguna razón obvia. "La mejora desde
el valor basal en el grupo del placebo
no prueba que un efecto placebo está sucediendo", señala Hrobjartsson. El
azar, la variación aleatoria o errores técnicos (por ejemplo, los pacientes
pueden haber sido diagnosticados incorrectamente, entre otras razones) podrían ser
la causa. Para ser considerado como una entidad real, los placebos deberían ser
capaces de hacer algo más allá de este nivel de recuperación espontánea y esto
necesita una comparación entre un placebo y un control sin intervención.
Este punto plantea un reto creativo para los
investigadores del placebo, pero como veremos en el segundo artículo de esta
serie sobre el efecto placebo, algunos estudios han logrado llegar muy cerca de
cumplir con dichos requisitos. El debate está abierto.
Por tanto, Rodrigo aún deberá esperar a que su médico le
responda.
Segunda parte. Mapeando el cerebro: Aprendiendo a cuidarse. http://amtoral.blogspot.com.es/2016/04/mapeando-el-placebo-aprendiendo-cuidarse.html
Artículo original en: http://mappingignorance.org/2016/04/11/mapping-placebo-physiology-belief-boundaries/
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