Foto por: Zhang, Y.V., Aikin, T.J., Li, Z., and Montell, C., University of California, Santa Barbara |
Es un problema que los padres conocen muy bien: un niño no
come porque su avena es demasiado viscosa o una rebanada de manzana es
demasiado dura. ¿Es que el pequeño está dando la lata? ¿O hay una base
biológica para que nos gusten los alimentos en función de su textura? Esta
imagen, que muestra la lengua (roja) de una mosca de la fruta (Drosophila
melanogaster), proporciona algunas de las primeras evidencias de que la
biología podría desempeñar un papel en nuestra selección de alimentos.
La imagen muestra una célula nerviosa mecanosensorial
recientemente descubierta (en verde), que se llama md-L, abreviatura de neurona
multidendrítica en el labelo. Cuando la mosca extiende su lengua para comer,
las cerdas del pelo (líneas rojas cortas) existentes en su superficie se doblan
en proporción a la consistencia del alimento. Si una cerda está doblada lo
suficientemente fuerte, la fuerza se detecta en su base por uno de los brazos
de una neurona md-L. En respuesta, el brazo dispara una señal eléctrica que se
transmite a la parte central de la neurona y hacia el cerebro a través del
brazo informativo saliente, o axón.
Lo interesante es que el axón md-L se conecta directamente
al centro del gusto del cerebro. Ahí es donde llegan las señales entrantes desde
otras neuronas en la base de la cerda del pelo que ofrecen información sobre el
sabor de este alimento. Toda la información está integrada en una opción
inmediata: ¿comer o no comer? Si la preocupación textural de la neurona md-L es
lo suficientemente prominente como para anular la atracción del gusto, la mosca
de la fruta buscará en otra parte su próxima comida.
Aunque la mosca de la fruta puede tener poco en común con un
ser humano, después de todo, nuestro último antepasado común data de aproximadamente
800 millones de años, compartimos un sorprendente número de similitudes
biológicas. De hecho, explorar esas similitudes es lo que llevó a Yali Zhang,
un estudiante postdoctoral en el laboratorio de Craig Montell de la Universidad
de California en Santa Bárbara, a tomar esta micrografía.
Zhang comenzó su trabajo con la intención de descubrir qué
células de la mosca de la fruta forman una proteína similar a un canal
transmembrana, que se cree que ayuda a una amplia gama de organismos a sentir
una variedad de fuerzas mecánicas. Los humanos tienen varias versiones de estos
canales transmembrana, una de las cuales puede desempeñar un papel clave en la
audición cuando se activa por el sonido en las células ciliadas del oído.
Sin embargo, cuando Zhang miró la mosca de la fruta a través
de su microscopio confocal, se sorprendió al ver que el canal transmembrana se
expresaba en la lengua, específicamente en las neuronas md-L. Debido a que
Zhang y Montell sabían que las células sensibles a los químicos, o el sabor, en
la lengua de Drosophila ya habían sido descubiertas, y se conocía que el canal transmembrana era un
mecanosensor en el oído humano, formularon la hipótesis de que las neuronas
md-L podrían estar involucradas en el registro de sensaciones mecánicas, como
la textura de los alimentos.
El equipo ha generado evidencia experimental para respaldar
esa hipótesis, incluida esta micrografía que acaba de obtener los máximos
honores en el concurso de premios Drosophila Image Award, patrocinado por la
Genetics Society of America. En este Premio, todas las imágenes se evalúan no
solo por sus cualidades llamativas, sino por la importancia de su investigación
y la claridad con la que muestra los resultados. En otras palabras, ¡por la
belleza y la ciencia!
Basado en: The
Basis of Food Texture Sensation in Drosophila. Zhang YV, Aikin T, Li Z, Montell C.
Neuron. 2016 Aug 17;91(4):863-877.
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