Por Ana Toral (*)
8 mayo 2016
El estudio publicado este mes de mayo en la revista Nature, por
los neurocientíficos de la Berkeley,
Alexander G. Huth y sus colaboradores, presenta un “atlas semántico" del cerebro
humano. Este estudio ha resultado ser
clave para aclarar uno de los arcanos en neurociencia. ¿Donde se encuentran las
palabras?. Hasta ahora, en base a los estudios anatómicos cerebrales realizados
básicamente en pacientes con déficit, únicamente las áreas de Broca y de
Wernicke situadas en el hemisferio cerebral izquierdo se habían asociado al
habla.
En este nuevo artículo de Nature, Huth y sus colaboradores
han mapeado qué áreas del cerebro responden a las palabras, de acuerdo con su
semántica (significados de cada palabra). Resulta que estos mapas, además, son muy similares en todos los individuos – lo
que podría tener implicaciones para la tecnología 'lectura de la mente'.
Estudios previos con imágenes neurales habían identificado
grupos de regiones que parecían representar información acerca del significado
del lenguaje. Esas regiones, conocidas colectivamente como sistemas semánticos,
respondían más a palabras que a no-palabras, más a tareas semánticas que a
tareas fonológicas y más al habla natural que al habla temporalmente
perturbada.
Algunos estudios que han investigado tipos de representación
específicos en el sistema semántico han encontrado áreas selectivas para
palabras abstractas o concretas, verbos de acción, narrativas sociales u otras
características semánticas.
Otros han encontrado áreas selectivas para dominios
semánticos específicos, grupos de conceptos relacionados tales como seres
vivos, herramientas, comida o refugio. No obstante, ningún estudio hasta ahora
había producido un mapa comprensivo de cómo se representaba la información
semántica en un sistema semántico completo.
Este es un estudio muy elegante. Los resultados no son
especialmente sorprendentes - un montón de estudios previos han demostrado que
las categorías semánticas están asociadas con la actividad en áreas concretas
del cerebro. Pero Huth y colaboradores utilizaron
estímulos del mundo real para proporcionar un enfoque inusualmente integral al
tema.
El análisis de los cerebros escaneados de los siete sujetos
sometidos al estudio, cuando escuchaban historias emitidas por un programa de
radio, determinaron la existencia de cuatro dimensiones semánticas
estadísticamente significativas que se compartían por todos los sujetos
analizados.
Estas dimensiones son dominios semánticos de alto nivel. Por
ejemplo, la dimensión (PC1) indexa la
"humanidad" de las palabras, con altas puntuaciones en la PC1 para
palabras del ámbito de las categorías relacionadas con los seres humanos y la
sociedad humana y las emociones. La dimensión PC2 parecía captar la "sensorialidad"
de las palabras, esto es, los términos sensoriales y concretos puntuaban alto
en la dimensión PC2 mientras las palabras intangibles o abstractas puntuaban bajas.
Las cuatro dimensiones semánticas compartidas proporcionaron
una forma de resumir sucintamente la selectividad semántica de cada voxel, o
pequeña unidad neuronal en las que este estudio había dividido la corteza
cerebral. No obstante, para interpretar las proyecciones de los modelos en esas
dimensiones, se necesitaba entender cómo se codifica la información semántica
en este espacio de cuatro dimensiones. Para visualizar el espacio semántico, se
proyectaron las 10.470 palabras de las
historias desde el espacio ocupado por la palabra en cada dimensión. Con ello,
se identificaron 12 categorías distintas que se marcaron de forma manual.
Las marcas que se asignaron a cada una de esas doce
categorías fueron “táctil”(un cluster que contenía palabras tales como
“dedos”), “visual”( palabras tales como “amarillo”), “numérico” (cuatro),”
localización” (estadio), “abstracto” (natural), “temporal “(minuto), “profesional”
(reunión), “violento”(letal), “comunal”(escuela), “mental” (dormido),
“emocional” (despreciado) y “social”
(niño).
Tras visualizar donde aparecía cada una de las doce
categorías en el espacio semántico compartido, se les adjudico un color RGB,
donde el canal rojo determinaba la primera dimensión, el verde la segunda y el
azul la tercera. La primera dimensión es la que capturaba una mayor varianza en
los sujetos estudiados. Un extremo de esta dimensión favorecía las categorías
relacionadas con las interacciones humanas y sociales, incluyendo “social”,
“emocional”, “violento” y “comunal”. El
otro extremo favorecía categorías relacionadas con descripciones perceptivas,
descripciones cuantitativas y medidas, incluyendo “táctil”, “localización”,
“numérico” y “visual”.
Las dimensiones subsecuentes de los espacios semánticos
capturaron menos varianza que la primera y fueron, por tanto, más difíciles de
interpretar. La segunda dimensión parecía distinguir entre categorías
perceptivas, incluyendo “visual” y “táctil” y categorías no-perceptivas,
incluyendo “mental”, “profesional” y “temporal”. Las terceras y cuartas
dimensiones son todavía menos claras.
¿Dónde en el cerebro se codifican estas categorías
semánticas? La imagen siguiente muestra los datos de uno de los participantes,
S2. La actividad neuronal en respuesta a la PC1 o primera dimensión se muestra en rojo, la PC2 o
segunda dimensión en verde y la PC3 en color azul.
Componentes principales de los modelos semánticos basados en voxels |
Las manchas en el centro de la imagen muestran la corteza
cerebral “desplegada” en una lámina plana. Esta contiene la misma información
que las imágenes del cerebro en 3D más familiares, vistos en la parte inferior
de la imagen. La lámina desplegada es una imagen menos intuitiva, pero tiene la ventaja de
mostrar toda la corteza cerebral a la vez.
En la página http://gallantlab.org/huth2016/ se puede visualizar el patrón de la selectividad del dominio semántico a través de toda la corteza cerebral, mediante la proyección de los modelos de voxel en las dimensiones semánticas compartidas.
Por ejemplo, los voxels en verde producen respuestas fuertes a categorías que están coloreadas en verde en el espacio semántico, tales como “visual” y “numérico”. Esta visualización sugiere que la información semántica está representada en patrones intricados que cubren el sistema semántico, incluyendo amplias regiones de la corteza prefrontal, la corteza temporal media, la corteza temporal lateral, la corteza parietal lateral y la corteza parietal media.
¿Y estos mapas
semánticos son únicos para cada individuo? No, ya que parecen estar compartidos
ampliamente entre los individuos. Aquí están los mapas de tres de los otros
participantes (S1, S3 y S4). Está claro simplemente echando un vistazo a partir
de esto que, en términos generales, estos mapas son muy similares, lo que
sugiere que todos podríamos tener más o menos los mismos atlas semánticos.
Dicho esto, es importante recordar que Huth y colaboradores no mapearon las respuestas del cerebro a las
palabras individuales. El atlas semántico se ocupa de categorías de palabras
genéricas. Esto es relevante para la cuestión de si los hallazgos podrían ser utilizados para ayudar a
"leer la mente". Por lo que podemos intuir, si bien podría ser
posible utilizar el método de Huth y sus colaboradores para determinar si alguien está pensando en
(por ejemplo) "niño" o en "amarillo", ya que estas palabras /
conceptos se dividen en categorías muy diferentes, sería mucho más difícil distinguir entre “verde” y “amarillo” o entre “madre” e “hijo”.
Con este nuevo estudio, se ha confirmado que el mapa semántico
de las palabras y su significado se extiende por toda la corteza cerebral y por
ambos hemisferios. Y no únicamente se ha definido esto, sino también la
existencia de múltiples “locus” para cada concepto semántico, y una intricada
red de asociaciones entre estos locus, algo esperable dado la multitud de
significados asociados a muchas de las palabras que utilizamos en nuestra
expresión diaria.
Otro aspecto sorprendente de las conclusiones del estudio es
que la organización de las áreas
cerebrales selectivas semánticas parece ser consistentes en todos los
individuos. Este aspecto, que tendrá que ser verificado en posteriores
estudios, dado el pequeño número y la homogeneidad de los sujetos estudiados,
puede implicar un alto grado de determinación genética en la forma en la que se
almacenan las palabras y su significado, en el cerebro humano.
Queda también por determinar la localización de las palabras
con un mismo significado en distintos idiomas. ¿Se situarán también en las mismas
áreas de significado equivalente o la localización cambiará significativamente?.
Un amplio campo de investigación se abre tras la publicación de este estudio.
(*) Bioquímica. Universidad de Valencia
(*) Bioquímica. Universidad de Valencia
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