¿Por qué el alcohol nos hace sentir primero tan bien y luego tan mal?
Tras una fiesta con abundante alcohol, nuestra cabeza amanece
turbia. ¿Por qué esta sensación?. ¿Qué le hace el alcohol a nuestro cerebro?
Los científicos están empezando ahora a desentrañar
exactamente por qué el alcohol puede ser tan tóxico para nuestras células
cerebrales. Siempre hemos supuesto que el alcohol se descompone en nuestro cerebro, pero necesitamos saber exactamente
cómo lo hace.
Cada vez nos damos más cuenta de que el alcohol daña el cerebro
de una forma muy efectiva - e incluso puede desencadenar un proceso de inflamación dentro del cerebro – y no solo
eso, sino que también estamos viendo cuánto tiempo duran estos efectos. Este
conocimiento es crucial para entender la dependencia del alcohol, y obtener
tratamientos eficaces.
¿Qué ocurre en nuestro cerebro cuando tomamos una bebida?. ¿Por qué sabe tan bien ese primer sorbo?
Ese primer trago de vino o cerveza hace que rápidamente se
den cambios en dos tipos de transmisores químicos del cerebro. Estos cambios orquestan
la mayor parte de los efectos del alcohol en nuestros pensamientos,
sentimientos y movimientos.
Uno de estos transmisores químicos, llamado GABA, actúa como
un sedante para calmar el cerebro, mientras que el otro neurotransmisor,
llamado glutamato, excita el cerebro y hace que sea más activo. El alcohol
aumenta rápidamente la función del transmisor inhibidor GABA, por lo que una
primera bebida inmediatamente nos relaja.
Una de las primeras áreas del cerebro afectadas por este
desequilibrio entre el GABA y el glutamato es el lóbulo frontal, que se
encuentra justo detrás de la frente, y abarca rasgos como la atención, la
planificación y la impulsividad. El lóbulo frontal es exquisitamente sensible
al alcohol, y por esto es por lo que las personas se desinhiben rápidamente. Pero
si seguimos bebiendo más, acabamos
perdiendo nuestra capacidad de pensar
con claridad e integrar todos nuestros pensamientos.
Una de las siguientes áreas del cerebro que resulta afectada
es el cerebelo, que se encuentra en la base de nuestro cerebro, en la parte
posterior de la cabeza, y es crucial para el control fino del movimiento. Si el
alcohol consigue paralizar nuestro cerebelo, nuestros movimientos se hacen sin
coordinación, y nuestra lengua se traba. Nuestra habla se vuelve confusa. Los
músculos a través de todo nuestro cuerpo se ven afectados, incluso en nuestros
ojos. Es por esto que la visión se vuelve borrosa, ya que aunque los ojos todavía vean bien en términos
de visión, los músculos del ojo ya no están funcionando correctamente y por
ello los ojos no acaban de estar mirando en la misma dirección.
Al día siguiente, nuestra memoria es difusa y con grandes
lagunas. Esos recuerdos difusos de la noche anterior se deben a un desequilibrio
en el hipocampo, que es vital para la memoria. Esta área del cerebro es
sensible a los cambios en el glutamato, y cuando los niveles de este neurotransmisor
empiezan a estar fuera de control, el hipocampo sigue esforzándose por
registrar los recuerdos, pero no siempre lo consigue.
Y cuando dejamos de beber, nuestro cerebro tiene dificultad para volver a reajustarse a la situación.
Una vez que el alcohol está fuera de la corriente sanguínea,
la cantidad del neurotransmisor inhibidor GABA cae, pero la cantidad del
neurotransmisor glutamato - que excita el cerebro - es todavía muy alta. Esto puede conducir a la sensación
de ansiedad, a que tengamos temblores y a
que nuestro sueño esté alterado. Si hemos
estado bebiendo con mucha intensidad, este cambio repentino puede incluso
conducir a un síndrome de abstinencia tras tres o cuatro días de sobriedad,
llegándose en casos extremos a experimentar un delirium tremens.
Otro neurotransmisor que también resulta alterado es la
dopamina, lo que puede conducir a un bajo
estado de ánimo cuando su acción se debilita por debajo de los niveles
habituales.
La imagen muestra un escaneo del cerebro de una persona con
dependencia del alcohol.
(En azul) las áreas
con menos materia gris. (Imagen cortesía del Imperial College of London).
|
Un nivel elevado de glutamato es una mala noticia para
nuestras células cerebrales. Este neurotransmisor en altas dosis puede resultar
tóxico, ya que parece destruir todas las delicadas conexiones entre las células
del cerebro, tal como se podaría un arbusto hasta que el muñón quedara al
descubierto.
Por tanto, tras una fiesta con abundante bebida, vamos a
tener algunos días duros hasta que nuestro sistema se reajuste y los
neurotransmisores en nuestro cerebro recuperen sus niveles normales. Y sin duda,
llevará más tiempo cuanto mas viejos seamos, ya que el cerebro tarda más en
recuperarse.
Es por tanto una buena idea, no ya prescindir del alcohol,
pero si ingerirlo en cantidades razonables, por el bien de las neuronas de
nuestro cerebro y por nuestro futuro bienestar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario