martes, 26 de julio de 2016

¿En qué parte del cerebro encontramos la música?


Por primera vez, los científicos identifican  una población neuronal altamente selectiva para la música.




Los científicos se han preguntado si el cerebro humano contiene mecanismos neuronales específicos para la percepción musical. Ahora, por primera vez, los neurólogos del Instituto de Tecnología de Massachusetts MIT han identificado una población neuronal en la corteza auditiva humana que responde selectivamente a los sonidos que la gente normalmente categoriza como  música, pero no a la voz u otros sonidos ambientales.

"Ha sido objeto de especulación generalizada", dice Josh McDermott, Profesor Adjunto de Neurociencia en el Departamento de Cerebro y Ciencias Cognitivas del MIT. "Uno de los debates centrales que rodean la música es en qué medida se han dedicado mecanismos en el cerebro para su tratamiento y en qué medida se apoya en mecanismos que sirven principalmente a otras funciones."

El hallazgo fue posible gracias a un nuevo método diseñado para identificar las poblaciones neuronales a partir de datos obtenidos mediante imágenes procesadas por Resonancia Magnética Funcional (fMRI). Usando este método, los investigadores identificaron seis poblaciones neuronales con diferentes funciones, incluida la población selectiva para la música y otro conjunto de neuronas que responde selectivamente a la voz.




Así es cómo los investigadores identificaron una población neuronal
 en la corteza auditiva humana que responde a la música.
Vídeo: Julie Pryor / Instituto McGovern


El trabajo de campo



Para este estudio, los investigadores escanearon los cerebros de 10 sujetos humanos que escucharon 165 sonidos naturales, incluyendo diferentes tipos de voz y música, así como los sonidos cotidianos tales como pasos, un arranque del motor del coche, y un timbre del teléfono.

El sistema auditivo del cerebro ha demostrado ser difícil de trazar, en parte debido a la resolución espacial gruesa de la imagen obtenida por resonancia magnética funcional, que mide el flujo sanguíneo como un índice de la actividad neuronal. En estas imágenes, los "voxels" - la unidad más pequeña de medida - reflejan la respuesta de cientos de miles o millones de neuronas.

"Como resultado, cuando se miden las  respuestas primarias mediante el voxel, lo que se está midiendo es algo que refleja una mezcla de respuestas neuronales subyacentes", dice Norman-Haigneré.

Para separar estas respuestas, los investigadores utilizaron una técnica que modela cada voxel como una mezcla de múltiples respuestas neuronales subyacentes. Utilizando este método, se identificaron seis poblaciones neuronales, cada una con un patrón de respuesta única a los sonidos en el experimento, lo que explica mejor los datos obtenidos.

"Lo que encontramos es que se podía explicar mucho de la variación de la respuesta a través de decenas de miles de voxels con sólo seis patrones de respuesta", dice Norman-Haigneré.
Una población respondió más a la música, otra al  habla, y los otras cuatro a diferentes propiedades acústicas como el tono y la frecuencia.

"Todos los investigadores están interesados en encontrar áreas especializadas como las que se han encontrado en la corteza visual, pero el problema es que el voxel no es lo suficientemente pequeño. Existen cientos de miles de neuronas en un voxel, y ¿cómo separar la información que estos codifican? Se trata de un estudio en el que se aplica la más alta calidad en el análisis de datos ", dice Rauschecker, que no formó parte del equipo de investigación.


Procesamiento de sonido por capas


Las cuatro poblaciones neuronales acústicamente sensibles se solapan con las regiones de la corteza auditiva "primaria", que realiza la primera etapa de procesamiento cortical del sonido. Las poblaciones neuronales selectivas al habla y a la música se encuentran más allá de esta región primaria.

"Creemos que esto proporciona evidencia de que hay una jerarquía de procesamiento donde en esta área auditiva primaria se encuentran las respuestas a dimensiones acústicas relativamente simples. Esto es seguido por una segunda etapa de procesamiento que representa más propiedades abstractas de sonido relacionadas con el habla y la música ", dice Norman-Haigneré.

Los investigadores creen que puede haber otras regiones del cerebro implicadas en el procesamiento de la música, incluyendo sus componentes emocionales. "No es apropiado en este punto concluir  que este es el asiento de la música en el cerebro", dice McDermott. "Aquí es donde se ve la mayor parte de las respuestas dentro de la corteza auditiva, pero hay una gran parte del cerebro todavía por explorar."

Kanwisher también señala que "la existencia de respuestas musicales selectivas en el cerebro no implica que las respuestas reflejen un sistema cerebral innato. Una cuestión importante para el futuro será ¿cómo surge este sistema durante el desarrollo?, ¿Cómo de temprano se desarrolla en la infancia o niñez?, y ¿cómo depende de la experiencia? "

Los investigadores están ahora investigando si la población selectiva a la música identificada en este estudio contiene las subpoblaciones de neuronas que responden a diferentes aspectos de la música, incluyendo el ritmo, la melodía y el tempo. También esperan estudiar cómo la experiencia musical y la formación pudieran afectar a esta población neuronal.

"El descubrimiento sobre el tratamiento que recibe la música en el cerebro es notable porque hasta ahora no habíamos sido capaces de detectar claramente respuestas altamente selectivas a la música", dice Sam Norman-Haigneré, un post-doctorado en el Instituto McGovern del MIT para la Investigación del Cerebro.

"Nuestros resultados son difíciles de reconciliar con la idea de que la música se gestiona por  completo con  maquinaria neural que está diseñada para otras funciones, ya que las respuestas neuronales que vemos son muy específicas de la música", dice Nancy Kanwisher, profesora de Neurociencia Cognitiva en el MIT y miembro del Instituto McGovern del MIT para la Investigación del cerebro.
Norman-Haigneré es el autor principal del artículo que describe los hallazgos en la edición del 16 de diciembre del 2016 de la revista Neuron. McDermott y Kanwisher son los autores principales del artículo.



sábado, 9 de julio de 2016

Congelación, manatíes y maratones





Es  sorprendente como la neurobiología se cruza con la política y el gobierno. Me llama  la atención, en particular, las neuro-realidades de la termorregulación. Como este es uno de mis ejemplos favoritos de neurobiología en la vida cotidiana, voy a describirla aquí, junto con un ejemplo reciente.

Los fundamentos de los efectores de la termorregulación


La termorregulación es un sistema muy eficaz por el cual evitamos que  nuestro cuerpo se sobrecaliente o se hiele de frio. Los retos térmicos pueden venir desde el interior (como en el caso de una fiebre) o desde el exterior (como en el caso de una caída en un lago helado). Para responder a cualquiera de estos posibles ataques (normalmente llamados retos) a nuestra temperatura corporal, necesitamos sensores. Como resultado, tenemos la sensación de la temperatura tanto de nuestra piel como de nuestras entrañas (por ejemplo, hay termoreceptores,  aferentes sensoriales que son sensibles a la temperatura, alineados a la médula espinal).

Pero el sistema nervioso no se limita a detectar las malas noticias; también puede hacer algo acerca de la información que recibe. El cerebro puede cambiar la temperatura del cuerpo a través de uno o de varios “efectores”. Hay tres tipos básicos de efectores de termorregulación que sirven para aumentar o disminuir la temperatura corporal:

Los efectores que aumentan la temperatura corporal:

-          Produciendo calor - por ejemplo, aumentando la tasa metabólica, tiritando.

-         Conservando calor - por ejemplo, con la  vasoconstricción cutánea (véase más adelante), acurrucándose.

Los efectores que disminuyen la temperatura corporal:

-         Perdiendo calor - por ejemplo, mediante sudoración, vasodilatación cutánea (véase más adelante), quitándose la ropa.

En esencia tenemos el modo pasivo (la conservación del calor) y el modo activo (producción de calor) para defendernos del frío, pero únicamente podemos disminuir de manera pasiva la temperatura de nuestro cuerpo en respuesta a un desafío de calor. Para decirlo de otra manera, no hay forma biológica de refrigeración. No tenemos una molécula similar al  freón. Este simple hecho significa que las altas temperaturas son mucho más peligrosas que las bajas temperaturas. Todos estamos discapacitados cuando la temperatura exterior es superior a la temperatura corporal.

Una buena analogía para las restricciones de termorregulación es una tetera que se puede configurar para calentar el agua a diferentes temperaturas, dependiendo del tipo de hojas de té usadas.



TeaKettle
Tetera. Esta imagen muestra la Tetera de la autora
 junto con el té verde (un regalo), y flores de manzanilla (del jardín).
 Cada uno de estos tés requiere una temperatura diferente.

Cada mañana, tomo ya sea té verde o negro, que requiere temperaturas de 80ºC y 90 ° C, respectivamente. Mi pareja bebe té de hierbas que requiere  una temperatura óptima de 95 ºC. Casi todas las mañanas yo tomo mi té primero, calentando el agua a 80ºC o  a 90ºC. Entonces programo la tetera a 95ºC  y preparo el té de menta para mi pareja. Sin embargo, de vez en cuando, duermo hasta tarde, y la tetera  está a 95ºC cuando voy a hacer mi té. Pero ahora viene la dificultad, porque al igual que con la termorregulación biológica, la tetera puede calentarse, o conservar el calor o perder calor pero no puede enfriar el agua. Por lo tanto, utilizando las capacidades de la propia tetera, mi único curso de acción es abrir la tapa y dejar que el agua se enfríe. Y esto es, por supuesto, un proceso lento.

La situación con nuestros cuerpos es la misma que con la tetera. Nuestros cuerpos y la tetera pueden producir calor, conservar el calor, o perder el calor pero no pueden producir frío. Pero podemos pedir ayuda externa para enfriar los cuerpos sobrecalentados y las teteras. Podemos saltar al agua o encender el aire acondicionado para enfriar nuestro cuerpo y podemos añadir agua fría al agua sobrecalentada de la tetera.

La conclusión es que no estamos biológicamente preparados para enfriarnos a nosotros mismos. Esta limitación significa que estamos en peligro de muerte cuando la temperatura está por encima de la temperatura corporal (aproximadamente 37 ° C). En tales circunstancias, el acceso al aire acondicionado se transforma de un lujo a una necesidad médica y por lo tanto en la responsabilidad de un gobierno interesado en el bienestar de sus ciudadanos.

¿Por qué es tan peligroso el calor ambiental tanto para nosotros como para otros animales?


La mayoría del tiempo, cuando la temperatura ambiente está en un rango cómodo, utilizamos la vasomoción para mantener nuestra temperatura dentro del intervalo preferido. La vasomoción se refiere al control autonómico (esto es, automático, que no es capaz de controlarse conscientemente) del diámetro de los vasos sanguíneos de la piel. Al estrechar los vasos sanguíneos de la piel, también conocido como vasoconstricción, se pierde menos calor hacia el medio ambiente y se mantiene más calor dentro del interior de nuestro cuerpo. Por el contrario, cuando se dilatan los vasos sanguíneos en la piel, también conocido como vasodilatación, el calor de nuestro cuerpo se pierde en el ambiente y la temperatura corporal baja. Esto se observa continuamente cuando la gente muestra su cara enrojecida mientras hace ejercicio. El rojo de una persona recalentada se deriva de la  sangre roja oxigenada presente en los vasos sanguíneos de la piel que se han expandido a través de la vasodilatación.

moose covered in snow


Imagínese que está caminando en Chicago en un invierno frío. Los termorreceptores en su piel informan a su cerebro que “hace super frío aquí afuera" y, como resultado, los vasos en la piel expuesta al aire reciben instrucciones para modificarse con un efecto vasoconstrictor. Ahora imagine que la temperatura exterior cae realmente baja. Dependiendo del viento, la congelación puede ocurrir en cuestión de minutos.

Lo que se ve es que a temperaturas inferiores a -18 ° C, la congelación puede llegar en un plazo de 30 minutos, dependiendo de la sensación térmica. En algunos casos, la congelación ocurre incluso más rápidamente, en menos de 5 minutos. Sin embargo, la mayoría de nosotros hemos experimentado sensaciones térmicas extremadamente bajas sin llegar a congelarnos. ¿Por qué no? Debido a algo que se llama vasodilatación paradójica. Es decir, a temperaturas muy frías, nuestros vasos sanguíneos se dilatan y bañan nuestra pobre y vulnerable piel  en sangre caliente, que llega de nuestras propias entrañas calientes. Este proceso impide que nuestra piel se congele y se dañe.



ParadoxicalVasodilation
En un día frío de invierno, me obligué a mantener la mano derecha
 (a la izquierda) fuera del bolsillo de mi chaqueta
 y mantuve la mano izquierda en el bolsillo del abrigo.
 Mi mano derecha se muestra vasodilatada, sobre todo en los dedos,
donde la relación entre superficie y volumen es alta.
 En lo demás se ve sobre todo la palidez de la vasoconstricción.
Ahora imagine que usted está en Phoenix en el medio del verano. La temperatura exterior es aproximadamente 43 ° C. Su estupendo sistema termorregulador detecta la alta temperatura y vasodilata los  vasos sanguíneos de su piel. En consecuencia, el calor de su cuerpo se escapa al ambiente ..... excepto que, espera .... esto no puede suceder debido a que su cuerpo está más frío que el medio ambiente. Así que lo único que puede pasar es que usted gane calor del ambiente. En efecto, se va a enviar la sangre 37 ° C hacia su piel y esta devolverá a su interior  sangre que está más cerca de 43 ° C. Esto tiene el potencial para esencialmente "cocinar" su interior. No es buena cosa, obviamente. Usted podría estar pensando que una vasoconstricción paradójica sería muy buena en estas circunstancias. Por desgracia, no hay tal cosa. La vasoconstricción paradójica no sucede.

Los manatíes son grandes mamíferos acuáticos que viven en aguas cálidas, por lo general al menos 21 ° C. Debido a que están rodeados de agua caliente, casi no tienen capacidad para perder calor. Por lo tanto, los manatíes viven en un precipicio de termorregulación, siempre apenas a un pelo del sobrecalentamiento. He tenido la suerte de ver a estos enormes animales. Se mueven muy lentamente y son herbívoros. Simplemente no podrían moverse más rápido y mantener su temperatura corporal baja.

La falta de vasoconstricción paradójica y la posibilidad de ganar calor en ambientes muy calientes refuerzan la importancia de la intervención gubernamental en las regiones y las épocas de calor extremo. Exploramos este tema en las siguientes secciones.

Olas de calor, centros de enfriamiento.


Como se ha explicado anteriormente, durante las olas de calor, el aire acondicionado es una necesidad médica en lugar de una opción de lujo. Es por esta razón que los gobiernos responsables han configurado los centros de enfriamiento. Las personas necesitan tener acceso a un ambiente fresco cuando la temperatura exterior supera la temperatura corporal central. Esto es particularmente cierto para las personas mayores y las personas que toman ciertos medicamentos que comprometen la termorregulación (por ejemplo resperidone).


El ejercicio en un ambiente caluroso


Sigo con mi lectura de un artículo en el New York Times acerca de una propuesta en Phoenix para prohibir el senderismo en los días calurosos. El deseo del municipio de prohibir el senderismo cuando la temperatura supera los 43 ° C es muy práctico. A temperaturas tan altas, los excursionistas no sólo están generando calor por su movimiento, sino que pueden ganar calor del ambiente como se discutió anteriormente. La ciudad sabe que una parte de los excursionistas pueden  sobrecalentarse y requerirán rescates que son altamente costosos. Según la periodista Fernanda Santos, Phoenix ya ha rescatado a 141 personas este año. El costo de estos rescates no se indica, pero uno puede imaginar que se trata de una parte considerable de dinero que puede estar en cientos de miles, dinero que podría servir a toda clase de otras necesidades urgentes.

Una objeción a la prohibición propuesta es predecible. Algunos opositores creen que tal prohibición es otro ejemplo de la intrusión no deseada del gobierno en la vida de las personas, una iniciativa propia de un llamado estado niñera. Sin comentarios.

Una objeción totalmente razonable proviene de los residentes locales que dicen que van de excursión todo el tiempo y están bien incluso a altas temperaturas. De hecho, las personas que están bien aclimatadas a un clima caliente pueden ser capaces de funcionar con seguridad en climas cálidos. Ello es posible porque sudan a una temperatura más baja, tienen una temperatura corporal menor en reposo, la frecuencia cardiaca asociada con el ejercicio más baja y así sucesivamente (ver Sportsci.org para más detalles acerca de la aclimatación al calor).

El problema viene cuando hablamos de los norteños que  quieren unirse a la diversión. Para una persona que no está aclimatada al calor, correr o ir de excursión a altas temperaturas es cada vez más probable que resulte en incapacidad o incluso en  la muerte.

¿Debería el gobierno intervenir y cerrar las rutas de senderismo en los días calurosos? No sé la respuesta. Pero ciertamente no estaría de más proporcionar información clara que explicara los peligros tanto a los de fuera como a los residentes locales por igual.

Un cálculo similar a la pregunta de si se debe cerrar las rutas de senderismo en Phoenix está implicada a la hora de decidir si han de celebrarse maratones en climas cálidos. El maratón de Tel Aviv se retrasó una semana en 2013 debido a una ola de calor; sin embargo, un joven corredor murió de hipertermia. El año pasado, los organizadores pararon el maratón tres horas antes de finalizar, después de tratar a 75 corredores de hipertermia y tras llevar  a 15 de ellos al hospital. ¡¡La temperatura exterior era de 21 ° C!!.  El mensaje final es que el ejercicio  calienta el cuerpo y sin una manera fácil de perder ese calor, la hipertermia puede ocurrir fácilmente.


Basado en: https://thebrainissocool.com/2016/07/06/frostbite-manatees-and-marathons/

lunes, 4 de julio de 2016

El ejercicio físico también mejora nuestro cerebro





Todos sabemos que el ejercicio es importante para tener un cuerpo fuerte y saludable. Que el ejercicio también parece ser importante para una mente fuerte y saludable, para estimular la memoria y el aprendizaje y que, posiblemente, retrase el deterioro cognitivo relacionado con la edad, esta menos establecido. ¿Cómo es esto? Los investigadores han reunido  un creciente cuerpo de evidencia que sugiere que las células del músculo esquelético durante el ejercicio secretan proteínas y otros factores en la sangre que tiene un efecto regenerador sobre el cerebro.

Por ejemplo, muchos estudios han demostrado que la actividad física parece reducir la incidencia de la depresión. El ejercicio también podría retrasar o incluso prevenir la enfermedad de Alzheimer, así como disminuir los síntomas en personas que tienen estos trastornos. ¿Pero cómo, exactamente, el hecho de poner nuestras piernas en movimiento y el corazón en marcha ejercen una influencia positiva en nuestro cerebro?

Dos científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford están intentando conseguir algunas respuestas a esta importante pregunta. Han propuesto que cuando hacemos ejercicio, nuestros músculos secretan un factor o combinación de factores en el torrente sanguíneo, dando lugar a cambios estructurales y funcionales en el cerebro.


Head shots of Wyss-Coray and Rando


Tony Wyss-Coray y Thomas Rando, ganadores de un premio del Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos en el 2013, están trabajando en la recolección de todas las moléculas que segregan los músculos y que les permiten comunicarse con otras células. Estas moléculas incluyen hormonas, factores de crecimiento, y las pequeñas proteínas llamadas citoquinas que son importantes en la señalización celular. El dúo de Stanford sospecha que la clave del impacto beneficioso del ejercicio sobre el cerebro puede estar en su efecto sobre esta colección de moléculas que se han denominado "el comunicoma".

Para estudiar el comunicoma, Wyss-Coray y Rando están utilizando una técnica llamada parabiosis que acopla los sistemas circulatorios de los ratones activos físicamente con los ratones que son menos activos. Si los ratones "poco deportistas" se benefician de la sangre de los ratones activos, entonces el equipo analizará cual es el factor o factores responsables.

En otro estudio también apoyado por los Institutos Nacionales de la Salud de EEUU, se ha identificado un candidato bioquímico que ayuda a explorar la conexión músculo-cerebro: una proteína secretada por las células del músculo esquelético llamada Catepsina B. El estudio encontró que los niveles de esta proteína aumentan en la sangre de las personas que hacen ejercicio regularmente. También se ha encontrado esta proteína en ratones que corren regularmente en una noria.

Las células del cerebro de ratones tratados con esta proteína también mostraron cambios moleculares asociados a la producción de nuevas neuronas. Curiosamente, los investigadores encontraron que el aumento de la memoria normalmente proporcionado por el ejercicio está disminuido en los ratones incapaces de producir la Catepsina B.


Neurons

Después de correr en una rueda, los ratones adultos forman
 nuevas neuronas (verde)en el giro dentado del cerebro.
 Imagen por : Henriette van Praag y Linda Kitabayashi
Los resultados, publicados recientemente en la revista científica Cell Metabolism, se han obtenido por un equipo de investigadores dirigido por Hyo Youl Luna y Henriette van Praag del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de los EEUU. El equipo buscaba proteínas que son secretadas por las células del músculo durante el ejercicio y que podrían ser transportadas al cerebro a través del torrente sanguíneo. Los investigadores comenzaron tratando las células musculares en discos de Petri con una sustancia química llamada AICAR, que imita los efectos del ejercicio en el músculo y aumenta la resistencia al ejercicio en ratones inactivos. El tratamiento con AICAR también mejora la función cerebral en ratones de una manera que es similar, pero no idéntica, a como lo hace el ejercicio.


La búsqueda produjo una breve lista de proteínas potencialmente importantes. Mediante la comparación de su lista, con los datos existentes sobre las proteínas secretadas y los cambios en la expresión génica después del ejercicio o después del tratamiento con  AICAR, una proteína destacó: la Catepsina B. Este pequeño enzima es conocido principalmente por su papel en la degradación y el reciclado de péptidos y proteínas dentro de las células. Sin embargo, algunas células también secretan la catepsina B, y sus efectos extracelulares son menos conocidos.

Para aprender más acerca de la catepsina B y el ejercicio, los investigadores recurrieron a los ratones y encontraron que los niveles sanguíneos de la enzima subieron después de que estos se ejercitaran regularmente durante dos semanas o más. También mostraron que los niveles de la proteína aumentaron en el músculo, pero no en otros órganos o tejidos. En conjunto, los resultados sugirieron que el ejercicio específicamente da lugar a la producción de la catepsina B en el músculo y conduce a su secreción en el torrente sanguíneo.

 Posteriormente, el equipo de científicos modificó el genoma de los ratones para hacerlos incapaces de producir la catepsina B. A diferencia de los ratones normales, estos ratones cuando hacen ejercicio, no producen nuevas neuronas en el giro dentado, una parte del cerebro asociada con la memoria. También mostraron que el ejercicio no mejoraba su memoria espacial y la capacidad de navegar por un laberinto en la forma en que los ratones normalmente mejoran.


Para que la catepsina B influya en el cerebro, primero tendría que cruzar la barrera hemato-encefálica, que bloquea las proteínas que son demasiado grandes o que tienen una bioquímica no acorde para entrar en el cerebro. Los investigadores inyectaron catepsina B en ratones incapaces de producir la sustancia química por sí mismos. A los 15 minutos, encontraron que la proteína había entrado en el cerebro. También encontraron que las células del cerebro tratadas con catepsina B mostraban cambios en la expresión génica consistentes con el crecimiento de nuevas neuronas.

Para ver si sus resultados se extienden más allá de células y ratones, los investigadores compararon los niveles de catepsina B en personas después de cuatro meses de ejercicio regular en una cinta rodante respecto a los que no ejercen. En este estudio, llevado a cabo en Alemania, participaron alrededor de 40 adultos jóvenes sanos. Sus edades estaban entre 19 y 34 años, y estaban casi igualmente divididos entre hombres y mujeres.

Efectivamente, el estudio mostró un aumento significativo en los niveles de catepsina B en la sangre tras seguir un entrenamiento regular. También encontraron una relación entre los aumentos de la catepsina B y la capacidad de los participantes para recordar y dibujar con precisión un conjunto complejo de líneas y formas geométricas, que a menudo se utiliza para evaluar la memoria visual.

Estos descubrimientos sobre la catepsina B son bastante sorprendentes. Los niveles elevados de la enzima se han relacionado anteriormente con una amplia gama de enfermedades, desde el cáncer a la epilepsia. También hay pruebas contradictorias sobre un posible papel de la catepsina B en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, y se han propuesto fármacos que bloquean la enzima para el tratamiento de la lesión cerebral traumática, entre muchas otras enfermedades.

Y, sin embargo, los compuestos que elevan los niveles de catepsina B en ratones  modelados con la enfermedad de Alzheimer, han actuado como  neuroprotectores. Como señala Van Praag, esos resultados son consistentes con la investigación con animales que muestran que la actividad física puede prevenir o retrasar la aparición de la enfermedad de Alzheimer.

Evidentemente, quedan por responder muchas preguntas sobre la catepsina B y su papel en el cerebro y el resto del cuerpo. Pocos estudios anteriores se han centrado en la función de esta proteína en personas sanas. Los investigadores esperan poder seguir aprendiendo acerca de cómo la catepsina B se abre paso en el cerebro y una vez allí, influye en el desarrollo de nuevas conexiones neuronales.

La conexión entre el ejercicio y nuestro cerebro es sin duda una investigación de alto riesgo que puede dar lugar a una alta recompensa. No será fácil, pero encontrar las moléculas que mimetizan los efectos de estimulación cerebral mediante el  ejercicio físico puede abrir la puerta a nuevas formas de prevenir o tratar la disminución cognitiva relacionada con la edad y una amplia gama de otras condiciones neurológicas. Esto es especialmente importante para las personas a las que sea difícil o incluso peligroso hacer ejercicio debido a condiciones tales como la artritis, la osteoporosis y la enfermedad de Alzheimer u otras formas de demencia.

En cualquier caso, estos estudios añaden otra página a la evidencia que viene de muchas direcciones: realmente hacer ejercicio nos beneficia.


Por ello, para la gran mayoría de nosotros, no hay razón para sentarse a esperar a los resultados de las últimas investigaciones sobre la conexión entre el ejercicio y el cerebro. Póngase las zapatillas, súbase a su bicicleta, coja su bolsa de deporte, o haga cualquier cosa que le permita seguir ejercitándose de una manera regular. Mejorará tanto su cuerpo como su mente, y eso es un hecho.

martes, 28 de junio de 2016

¿Se puede superar una adicción?

Imagen: James Gallagher





Publicado en The New York Times por MAIA SZALAVITZ, el  25 de junio del  2016


Traducido por: Ana Toral


Yo me chutaba heroína y cocaína mientras asistía a la Universidad de Columbia en la década de los 80, a veces inyectándome varias veces al día y dejándome cicatrices que aún son visibles. Seguí consumiendo, incluso después de que fuera suspendida de la escuela, después de una sobredosis e incluso después de que fuera arrestada por traficar, a pesar de saber que mi adicción podría reducir mis probabilidades de permanecer fuera de la cárcel.

Mis padres estaban devastados: No podían entender lo que había sucedido a su "dotada" hija que siempre había sobresalido académicamente. Siguieron esperando que esto parara de alguna manera, a pesar de que cada vez que trataba de dejarlo, volvía a recaer en cuestión de meses.

Hay, a grandes rasgos, dos escuelas de pensamiento sobre la adicción: según la primera, mi cerebro había sido químicamente "secuestrado" por las drogas, dejándome sin ningún control sobre una enfermedad crónica, progresiva. Según la segunda, simplemente yo era una criminal egoísta, con poca consideración por los demás, tal como gran parte del público todavía parece creer. (Cuando son nuestros propios seres queridos los que se vuelven adictos, se tiende a favorecer  la primera explicación. Cuando esto les pasa a personas ajenas, estamos a favor de la segunda.)

Desde hace mucho tiempo necesitamos una nueva perspectiva, en parte, porque nuestra comprensión de la neurociencia relativa a la adicción ha cambiado y, en parte,  porque muchos tratamientos existentes, simplemente, no funcionan.

La adicción es de hecho un problema cerebral, pero no es una patología degenerativa, como la enfermedad de Alzheimer o el cáncer, ni es evidencia de una mente criminal. En cambio, es un trastorno del aprendizaje, una diferencia en el cableado del cerebro que afecta la forma en que procesamos la información acerca de la motivación, la recompensa y el castigo. Y como sucede con muchos trastornos del aprendizaje, la conducta adictiva es moldeada por influencias genéticas y ambientales en el transcurso del desarrollo.

Los científicos han documentado la conexión entre los procesos de aprendizaje y la adicción, desde hace décadas. Ahora, a través de estudios de investigación tanto en animales como mediante la obtención de imágenes cerebrales en humanos, los neurocientíficos están empezando a conocer qué regiones del cerebro están implicadas en la adicción y cómo lo están.

Los estudios muestran que la adicción altera las interacciones entre las regiones del cerebro medio como el tegmento ventral y el núcleo accumbens -que están involucrados con la motivación y el placer- y partes de la corteza prefrontal que median en las decisiones y ayudan a establecer prioridades. Actuando de forma concertada, estas redes determinan lo que valoramos, con el fin de asegurar que alcanzamos objetivos biológicos críticos: a saber, la supervivencia y la reproducción.
En esencia, la adicción se produce cuando estos sistemas cerebrales se centran en los objetos equivocados: un comportamiento de drogadicción o autodestructivo como la adicción al juego, en lugar de una nueva pareja sexual o de un bebé. Una vez que eso ocurre, puede causar serios problemas.

Si, como yo, creció con un sistema nervioso hiper-reactivo que constantemente le ha hecho sentirse abrumado, alienado o indigno de ser amado, la búsqueda de una sustancia que alivia el estrés social, se convierte en un escape bendito. Para mí, la heroína proporcionaba una sensación de confort, de seguridad y de amor, que no podía conseguir de otras personas (el agente clave de la adicción en estas regiones es el mismo para muchas experiencias placenteras: la dopamina). Una vez que había experimentado el alivio que me proporcionaba la heroína, me sentí como si yo no pudiera sobrevivir sin ella.

La comprensión de la adicción desde esta perspectiva del desarrollo neurológico ofrece una gran esperanza. En primer lugar, al igual que otros trastornos del aprendizaje, por ejemplo, el trastorno de hiperactividad por déficit de atención o la dislexia, la adicción no afecta a la inteligencia general. En segundo lugar, este punto de vista sugiere que la adicción sesga la elección - pero no elimina completamente el libre albedrío: después de todo, nadie se inyecta drogas delante de la policía-. Esto significa que los adictos pueden aprender a tomar decisiones para mejorar su salud, como utilizar jeringas estériles, tal como hice yo. Las investigaciones muestran mayoritariamente que este tipo de programas, no sólo reducen la incidencia del VIH, sino que también ayudan a la recuperación.

La perspectiva del aprendizaje también explica por qué la compulsión por el alcohol o las drogas puede ser tan fuerte y por qué las personas con adicción continúan incluso cuando el daño es mucho mayor que el placer que reciben,  por lo que puede parecer que  están actuando de manera irracional: Si usted cree que algo es esencial para su supervivencia, sus prioridades no tendrá sentido para los demás.

El aprendizaje que dirige los impulsos, como el amor y la reproducción, es bastante diferente del aprendizaje de hechos crudos. A diferencia de la memorización de sietes y nueves, el aprendizaje emocional profundo altera completamente la manera de determinar qué es lo más importante. Es por ello que recordamos mucho mejor nuestro enamoramiento en la escuela, que las matemáticas que aprendíamos al mismo tiempo.

El reconocer la adicción como un trastorno del aprendizaje, también puede ayudar a poner fin a la discusión sobre si la adicción debe ser tratada como una enfermedad progresiva, como sostienen los expertos, o como un problema moral, una creencia que se refleja en nuestra continua criminalización de ciertas drogas.

Por otra parte, si la adicción reside en las partes del cerebro involucradas en el amor, entonces la recuperación es más como recuperarse de una ruptura amorosa, que como enfrentarse a una enfermedad incurable. La curación de un corazón roto es difícil y con frecuencia implica recaídas en el comportamiento obsesivo, pero no es un daño cerebral.

Las implicaciones para el tratamiento aquí son profundas. Si la adicción es como un amor equivocado, entonces la compasión es un enfoque mucho mejor que el castigo. De hecho, un meta-análisis de docenas de estudios de más de cuatro décadas realizado en 2007, encontró que el empoderamiento, los tratamientos empáticos como la terapia cognitivo-conductual y la terapia de estimulación motivacional, que nutren una disposición interna al cambio, funcionan mucho mejor que el enfoque de rehabilitación más tradicional, de hacerle frente con desesperanza y diciendo a los pacientes que son impotentes ante su adicción.

Esto tiene sentido porque el circuito que normalmente nos conecta socialmente entre nosotros se ha canalizado en la búsqueda de drogas. Para volver a nuestro cerebro normal, entonces, necesitamos más amor, no más dolor.

De hecho, los estudios no han encontrado evidencia a favor de enfoques duros, punitivos, como las penas de cárcel, las formas humillantes de tratamiento o las  "intervenciones" tradicionales donde las familias amenazan con abandonar al miembro adicto. El circuito cerebral de las personas con adicciones ya se ha acostumbrado a  las experiencias negativas; aumentar el castigo no va a cambiar esto.

En línea con la idea de que el desarrollo es importante, la investigación también muestra que la mitad de todas las adicciones - con la excepción del tabaco – finalizan en torno a los 30 años, y la mayoría de las personas con adicciones al alcohol o a otras drogas logran superarlas, en su mayoría sin tratamiento. Dejé de tomar drogas cuando tenía 23. Siempre pensé que yo lo había dejado porque por fin me había dado cuenta de que mi adicción me estaba haciendo daño.

Pero es igualmente posible que lo dejara porque entonces me había convertido biológicamente en capaz de hacerlo. Durante la adolescencia, el motor que impulsa el deseo y la motivación se hace más fuerte. Pero, por desgracia, sólo a partir de los veintitantos aumenta nuestra capacidad de ejercer un mayor control. Esta es la razón por la cual  la adolescencia es el periodo de mayor riesgo para el desarrollo de la adicción,  y la simple maduración fue lo que me ayudó a salir de ella.

Por ahora, casi todo el tratamiento existente se basa en grupos de 12 pasos, como Alcohólicos Anónimos, que ayudan sólo a  una minoría de las personas adictas. Incluso hoy en día, la mayoría de tratamientos disponibles en las clínicas de rehabilitación consisten en la enseñanza de la oración, la rendición a un ser superior, la confesión y la compensación prescrita por los pasos.

No tratamos ninguna otra condición médica con tanta moralina. Las personas con otros trastornos del aprendizaje no son empujadas a disculparse por su comportamiento en el pasado, ni lo son las afectadas por la esquizofrenia o la depresión.

Una vez que entendamos que la adicción no es un pecado ni una enfermedad progresiva, sino sólo un diferente cableado del cerebro, podremos dejar de persistir en políticas que no funcionan, y empezar la enseñanza de la recuperación.

Y de hecho, si el impulso compulsivo que sustenta la adicción se dirige hacia canales más saludables, este tipo de cableado puede ser un beneficio, no sólo una discapacidad. Después de todo, la persistencia a pesar del rechazo, no sólo me condujo a la adicción, sino que también ha sido indispensable para mi supervivencia como escritora. La capacidad de perseverar es un activo: las personas con adicción sólo tiene que aprender a redirigirla.

Maia Szalavitz es la autora de "Cerebro Intacto: Una nueva y revolucionaria forma de entender la adicción."



domingo, 19 de junio de 2016

¿Es posible construir un diagrama completo del cableado del cerebro humano?







Un "conectoma", o mapa de las rutas y conexiones neuronales
 de un cerebro humano (Crédito: Human Conne
ctome Project)



Nuestros cerebros son máquinas maravillosas e  increíbles. Son más lentas que los primeros ordenadores personales en términos de poder de procesamiento en bruto, pero sin embargo, son capaces de utilizar la intuición y pueden almacenar toda una vida de recuerdos que tienen referencias cruzadas  y a los que se accede de forma instantánea con el menor de los indicios.  Sin embargo, sabemos muy poco acerca de cómo lo consigue. Pero imaginemos por un momento que pudiéramos construir un diagrama de cableado completo de un cerebro humano – esto es,  cartografiar con detalle cada uno de los aproximadamente cien mil millones  de sinapsis y las aproximadamente cien mil millones de neuronas junto con todos los mecanismos de apoyo, incluso los más pequeños. ¿Que podría significar esto?. ¿Sería siquiera posible?.

Siga pensando en eso. Volveremos a ello en un momento. En primer lugar vamos a entrar un poco más en el fondo. El funcionamiento de un cerebro sano se basa en su red de conexiones neuronales. Las múltiples capas de conexiones y vías, como los cables de una antigua computadora central, se suman para crear una sola entidad.

Esta red de conexiones ha sido llamado el "conectoma" por los científicos. Mapearlo es esencialmente construir el diagrama de cableado del cerebro. El conectoma del cerebro humano no ha sido completamente mapeado ni a escala celular, ni a escala macro (a escala estructural y funcional de alto nivel), a pesar de que  los esfuerzos para conseguir este último están mucho más avanzados que el anterior, que únicamente ahora está empezando a ser una posibilidad (seguiremos hablando de esto más adelante).

Ambas vías del estudio del conectoma prometen todo tipo de revelaciones sobre cómo funciona el cerebro. El proyecto Human Connectome, que es un esfuerzo internacional para mapear los conectomas de 1.000 personas en una escala macro - en su mayoría sólo la sustancia blanca, o los haces activos de células nerviosas mielinizadas (aisladas) - utilizando imágenes de resonancia magnética, esta semana anunció su constatación de que los patrones de cableado del cerebro se correlacionan con los rasgos de comportamiento y demográficos.


Un conectoma generado por resonancia magnética funcional
 del cerebro humano 
que muestra las conexiones
 entre las neuronas activas


El estudio encontró que en una muestra de 460 personas de edades comprendidas entre 22 y 35 años, las personas con más educación, mejor resistencia física, memoria superior a la media, y otros rasgos "positivos" parecen tener cerebros más fuertemente conectados que las  personas con rasgos "negativos" tales como el comportamiento agresivo, o un historial de consumo de drogas de diversos tipos. Los resultados no indican si uno causa lo otro, pero sí muestran que los patrones de conectividad podrían ayudar algún día a predecir los rasgos u ofrecer amplios indicadores de los efectos de las drogas en el cerebro.

Todo está conectado


Jeff Lichtman es un profesor de la Universidad de Harvard. Es uno de los principales investigadores del mundo en neurobiología, que analiza el cerebro y el sistema nervioso de los animales y los seres humanos en términos de su anatomía y fisiología (es decir, sus células y tejidos, y la forma en que funcionan y se organizan). Dirige el Laboratorio Lichtman de la Universidad de Harvard. Su interés en el tema comenzó cuando estaba siguiendo un curso sobre histología - el estudio de los tejidos del cuerpo - en la escuela de medicina.

Durante la parte clínica del curso - la que se  adentra en la patología, o el estudio de los trastornos / enfermedades en los tejidos corporales - le llamó la atención que no hubiera señal física de lo que está mal en trastornos como el autismo, la esquizofrenia, el trastorno bipolar y otras enfermedades del sistema nervioso. "Este era muy diferente de todos los otros sistemas de órganos, donde si nos fijamos en el tejido hay algo para ver que es el equivalente físico o el correlato de la enfermedad," nos dice Lichtman. “Siempre hay una anomalía física como una inflamación o una decoloración. Pero no es así para la mayoría de las enfermedades y trastornos que afectan el cerebro”.

"Después de un tiempo me di cuenta de que la razón por la que no hay anomalías no es que realmente no las haya, sino que nadie había observado  el cerebro con el  nivel de resolución con el que tendría que mirar para ver estas anomalías" indicaba Lichtman.

El cerebro es mucho más complicado que cualquier otro órgano, por tanto, no es sólo una cuestión de acercar más la lente - a pesar de que también es necesario-. "Podemos tomar una sola sección a través de un trozo de cerebro y mostrar una sinapsis" explica Lichtman. "Pero el cerebro funciona en virtud de estas conexiones que permiten a una célula nerviosa hablar con muchas otras células nerviosas, algo así como una cuenta de Twitter, y cada célula nerviosa es también el destinatario de una red de información de miles de otras células nerviosas. "

Como estudiante graduado, Lichtman estudió el sistema nervioso periférico de los bebés humanos y otros mamíferos bebés. Observó la intensidad del recableado del sistema nervioso cuando los bebés se están desarrollando, y a continuación, desarrolló una técnica para mapearlo utilizando colores. Pero no hay suficientes colores para mostrar todos los cables en la corteza cerebral. Se necesitaba otro método.


Se utilizó aquí la técnica Brainbow de Lichtman para dar un 
código de color a cada uno de los cables en 
(a) oído de un ratón, (b) tracto axonal del tronco cerebral, y
 (c) giro dentado del hipocampo, como parte de un estudio de 2008.



El tamaño importa


Sólo se ha mapeado hasta el momento el  conectoma completo de un animal: el gusano redondo C. Elegans, que tiene tan sólo 302 neuronas y sirve como modelo para la investigación y el intercambio de datos. Pero los investigadores también están haciendo un esfuerzo considerable para el mapeo del  conectoma del ratón, ya que los ratones son de fácil acceso en el laboratorio y sirven como modelos animales para muchos tipos de estudios médicos.

A principios de este año, Lichtman y 20 de sus colegas, en un trabajo dirigido conjuntamente por la Universidad de Harvard y la de Boston, eligieron el conectoma del ratón para mostrar la última tecnología de obtención de  imágenes. En esencia, encontraron una manera de adaptar la microscopía electrónica, que baja a resoluciones nanométricas, para obtener imágenes del cerebro. Y pusieron a prueba la tecnología en una pequeña porción de la corteza cerebral de un ratón adulto, obteniendo nuevos conocimientos sobre la compleja relación entre los axones (fibras nerviosas) y las dendritas (ramas de las neuronas que actúan un poco como enchufes eléctricos).

Lichtman cree que esta tecnología puede ayudar con muchos estudios clínicos, tales como uno que su laboratorio está desarrollando en la que explora la diferencia en los cerebros de ratones sanos y aquellos que tienen un equivalente de un gen humano relacionado con  el trastorno del autismo que aparece en el  síndrome de Rett, un raro desorden en el  desarrollo neural.

Una parte clave de la ciencia se desarrolla no sólo con las hipótesis que se ponen a prueba, sino también con las preguntas que se suscitan. Y la proyección de imágenes del cerebro a nanoescala promete abrir un nuevo mundo de preguntas acerca de la función y la estructura del cerebro a nivel celular y subcelular.

El principio de la investigación para mapear el conectoma humano es la cuestión de cómo se almacenan los recuerdos. "Tenemos todas estas experiencias de nuestra vida que están básicamente allí para siempre", afirma Lichtman. "Nunca vamos a deshacernos de ellas. Es posible que tengamos problemas para recordar ciertas cosas, pero una vez que el recuerdo aparece, se instala en la conciencia, lo que significa que está almacenado en el cerebro de alguna forma. Es casi seguro que se almacena en una forma en la cual las células nerviosas particulares están conectadas entre sí en pequeñas redes. Pero nadie sabe cómo se codifica realmente esa información. "

El mapeo de los cables del cerebro quizá podría proporcionar la respuesta - la cual Lichtman espera  que sea algún tipo de algoritmo de aprendizaje que registre las  caras, formas, objetos, texturas, sonidos, nombres, o cualquier otra cosa y las convierta en señales eléctricas y cableado de soporte.

Lichtman también está interesado en ver si los diagramas de cableado pueden mostrar por qué y cómo se producen los cambios en el cerebro a medida que envejecemos. Se sospecha que los cerebros viejos pueden tener diagramas de cableado más sencillos que los de las personas  más jóvenes, y la cartografía del conectoma - en particular en las resoluciones más finas - podría tener la respuesta.


Una vista del súper primer plano reconstruido de las sinapsis
 en una de las dendritas, 
con las vesículas sinápticas
 (pequeños puntos blancos que almacenan neurotransmisores) 

también visibles



Datos Masivos (Big Data)


Como mínimo, este diagrama de cableado del cerebro proporcionará una gran cantidad de datos. Lo que podríamos llamar Datos Masivos o Big Data. Es necesario mirar en cada milímetro cúbico de cerebro para ver todas las sinapsis, lo que es necesario para mapear el conectoma del cerebro en su totalidad. "En un milímetro cúbico de cerebro hay unos dos terabytes de datos de imagen", afirma Lichtman. "Creo que los originales de Google Maps estaban en el rango de varios terabytes y cubrían todo el planeta." A partir de agosto del 2012, Google Maps requería alrededor de 20 petabytes, o 20.500 terabytes, e incluía las imágenes combinadas obtenidas por satélite, por vía aérea y las  imágenes de calle.

Un cerebro humano tiene mas o menos del orden de un millón de milímetros cúbicos, lo que significa que se necesitaría alrededor de dos millones de terabytes para almacenar un mapa de sus cables. Dos millones de terabytes son alrededor de dos mil petabytes, o dos exabytes. "Eso es un número muy grande", señala Lichtman. "Incluso hoy en día. Incluso para Google."

Es tan grande, incluso, que la mayoría de la gente no puede comprenderlo. Incluso ese conectoma de 302 neuronas del gusano  C. Elegans es demasiado para la mayoría de la gente, y es más del orden de 12 terabytes. "No se puede pedir un pequeño conjunto de datos [conectoma] menor que ese, y es increíblemente complicado", afirma Lichtman. No se puede simplemente mirar y decir, 'Oh, ahora entiendo como los gusanos nadan y por qué tienen un movimiento sinusoidal cuando se mueven en el suelo o por qué retroceden cuando algo nocivo golpea su nariz'. Está ahí, pero no se puede mirar y decir: “lo veo".

Si usted creció en un mundo en el que un megabyte es un gran conjunto de datos, es probable que no tenga ninguna esperanza de comprender la escala del conjunto de datos del conectoma humano. Si cumplió su mayoría de edad en este milenio, es probable que le sea algo más fácil, debido a que su cerebro podría estar conectado de manera diferente, pero Lichtman advierte de que podemos estar cruzando un umbral importante en el desarrollo humano, no sólo en la neurociencia o la ciencia de manera más amplia, sino en todo, desde la política a la economía y  a la religión.

"La mayor víctima de los grandes volúmenes de datos son las grandes ideas, en el sentido de que no hay grandes ideas que abarquen los datos", dice. "Los datos son más complicados que los pensamientos de la mayoría de la gente". Básicamente, hay demasiadas variables e interacciones complejas para que nosotros podamos tenerlo en nuestras cabezas.

Con la muerte de las grandes ideas podría venir un cambio fundamental en la experiencia humana, en la que no entendamos ni creamos lo suficiente  como para dirigir el análisis y el seguimiento de los datos. Lo que estamos observando al encontrarnos  con grandes volúmenes de datos es una división entre la comprensión y el análisis. Podemos simular, modelar y analizar con los ordenadores, pero ya no podemos estar seguros acerca de la comprensión de los resultados en su totalidad.

Las neuronas de ratón reconstruidas (las manchas grandes) 
con sus dendritas




¿El hombre o la máquina?


Ese no es el único cambio potencial que Lichtman ve en el horizonte. Como sugieren las relaciones con el comportamiento recién descubiertas, la cartografía del cerebro podría transformar radicalmente la forma en que atendemos a la gente. A medida que vayamos desmitificando el cerebro con estos diagramas de cableado, advierte, "prácticamente todo el comportamiento puede comenzar a ser juzgado basado en la máquina que está causando dicho comportamiento. La criminalidad se convertiría en sólo un comportamiento esperado dada la condición inicial de dicho cerebro en particular."

Las concepciones de la libre voluntad podrían evaporarse, y las creencias filosóficas y religiosas muy arraigadas podrían ser desafiadas desde su núcleo. Esta no es razón suficiente para abandonar la investigación, ya que la recompensa – conocer el funcionamiento secreto de nuestra mente – es enorme, pero es motivo de preocupación, y un posible desafío ya que, según Lichtman, es un campo de estudio muy caro y que avanza muy lentamente.

Lo que sabemos ahora sobre el cerebro es infinitesimalmente pequeño en relación con el cuadro completo. Lichtman dice que el estudio sobre el neocórtex cerebral del ratón para obtener imágenes a nanoescala abarca apenas la tres mil millonésima parte o incluso menos del volumen del cerebro estudiado.

Esa escala hace que sea un punto algo controvertido en la ciencia, ya que parece una hazaña imposible, el conseguir trazar todo un cerebro humano a nivel celular. Pero Lichtman dice que este tipo de trabajo en general es objeto de controversia por una razón más fundamental.

Buscando una descripción


La ciencia es tradicionalmente experimental, mientras que la cartografía del conectoma es descriptiva. Los experimentos prueban las ideas y manipulan las cosas.  Los proyectos descriptivos como éste o el telescopio espacial Hubble, o todo el campo de la arqueología, por el contrario, simplemente observan. Son únicamente herramientas de valoración: ¿Qué es lo que hay?

Para muchas personas esto suena perfectamente razonable, pero Lichtman dice: "Una gran cantidad de personas en las ciencias biomédicas pueden pensar que los humanos estamos de alguna manera allá de toda descripción." En su lugar, deberíamos estar manipulando cosas - la anulación de los genes, la adición de productos químicos, la activación de las células nerviosas. No preguntándonos qué desconocidos e  inauditos misterios permanecen en las profundidades del cerebro.

Ese cilindro en el centro de la imagen es el pequeño trozo,
del tamaño de milímetros cúbicos, 
del neocórtex de ratón,
estudiado como un caso experimental para la tecnología
 de imágenes cerebrales a nanoescala.



Lichtman compara la neurociencia en general con una escalera con un millón de peldaños. Para obtener un mapeo completo del cerebro humano hemos de llegar al final de la escalera. "Nosotros tal vez hemos subido un peldaño más", dice, "pero esa es la meta para convertir este campo en algo lo suficientemente productivo, que sea capaz de generar suficientes datos, como para poder empezar a acercarse a estos profundos misterios sobre el cerebro."

En verdad, probablemente sabemos más sobre el universo más allá de nuestra Tierra que sobre eso que se encuentra entre nuestros oídos. Y  precisamente por eso, Lichtman y sus colegas que trabajan en el mapeo del conectoma, perseveran. "Mientras que veamos cosas que nunca hemos visto antes, mientras que descubramos cosas que se vean diferentes de lo que esperábamos, debemos seguir haciéndolo", dice. "Obviamente, porque estamos desvelando una visión de cosas que eran un misterio."

"Una vez que entendamos algo tan bien que ya no haya nada nuevo que aprender y todo sea lo mismo, entonces sí, tal vez es hora de parar. Pero estamos lejos, muy lejos de ese punto."


viernes, 3 de junio de 2016

Los mejores alimentos para alejar la depresión






Los científicos han desarrollado una nueva tabla basada en evidencias científicas que detalla los alimentos de origen animal y vegetal  que mejoran los síntomas depresivos.

La reunión anual del 2016 de la  Asociación Psiquiátrica Americana (APA) fue el foro elegido para presentar esta tabla alimentaria, avalada por la investigación científica y todavía no publicada,  que ayudaría a mejorar la alimentación de nuestro cerebro.

Cada vez hay más pruebas sobre el papel crucial que la dieta desempeña en la salud del cerebro, particularmente en las áreas de la depresión y la demencia, según uno de los investigadores, el Dr. Ramsey,  Profesor de Psiquiatría de la Universidad de Columbia, Nueva York, que fue uno de los ponentes de la sesión. "Los datos señalan con gran claridad  que hay un resultado preventivo de gran alcance cuando ayudamos a nuestros pacientes a comer mejor", según informó el  Dr. Ramsey.

Los alimentos de origen vegetal puntúan alto en la escala de alimentos para el cerebro, según estas investigaciones. Para desarrollar este sistema de perfiles de nutrientes, él y sus colegas evaluaron las publicaciones científicas existentes y compilaron una lista de lo que ellos llaman Nutrientes Esenciales del Cerebro que afectan al tratamiento y también a la prevención de la depresión.

Los nutrientes clave incluyen ácidos grasos Omega 3 de cadena larga, magnesio, calcio, fibra y las vitaminas B1, B9, B12, D y E.

A continuación, reunieron los datos nutricionales de las mejores fuentes alimenticias de los Nutrientes Esenciales del Cerebro del Laboratorio de Datos de Nutrientes del Servicio de Investigación Agrícola y utilizaron  una fórmula para calcular la puntuación en la Tabla para la Alimentación del Cerebro.


Los nutrientes "críticos"


Además de las fuentes vegetales de estos nutrientes, quisieron incluir alimentos de origen animal, debido a que algunos nutrientes, como la vitamina B12, se encuentran predominantemente en la carne y otros productos animales y son "absolutamente críticos para la salud del cerebro," según el Dr. Ramsey.

Los posibles mecanismos por los que estos alimentos pueden estimular la función cerebral incluyen la estabilización de la membrana neuronal y sus efectos anti-inflamatorios.

Además de los vegetales de hojas verdes, los investigadores pusieron de relieve la importancia de las vísceras, las carnes de caza, los frutos secos (nueces y cacahuetes), los bivalvos (mejillones, almejas, ostras), los moluscos (pulpos, calamares, caracoles) y los pescados (el salmón y las sardinas). Aunque se recomienda que los pacientes coman alrededor de un cuarto de kilo  de pescado a la semana, es importante elegir los pescados que sean bajos en mercurio. Por lo tanto, deberíamos limitar el consumo de pescados de gran tamaño como el mero y el pez espada.


También se hizo hincapié en ayudar a tomar las mejores decisiones cuando se trata de carne. Se deben por tanto elegir animales alimentados con pasto o con hierba. Aunque la investigación se centra más en las áreas de la depresión y la demencia, los nuevos ensayos están también  estudiando las alteraciones mentales  que incluyen el déficit de atención, la hiperactividad, la ansiedad y las adicciones.

Aunque la mayor parte de los datos que se desprenden son de informes de casos y estudios epidemiológicos, el primer estudio aleatorizado y controlado, conocido como la prueba SMILES, está poniendo a prueba los efectos de una dieta rica en muchos de estos nutrientes en la depresión aguda.

El estudio incluyó a  176 pacientes con episodios depresivos agudos internados en dos centros en Victoria, Australia. Los participantes fueron asignados al azar a un grupo de intervención dietética, que se centra en la defensa de una dieta sana, o a un grupo de apoyo social.

Aunque los resultados de este ensayo probablemente no serán publicados hasta finales de este año, el grupo del Dr. Ramsey ha tenido la oportunidad de conocer resultados preliminares  de sus investigadores, y los resultados son "positivos" y "mejor de lo esperado".

Lo emocionante de esto es que ayuda a dar a la comunidad psiquiátrica y a la población en general  otro conjunto de herramientas en términos de tratamiento y prevención de las enfermedades mentales, según el Dr. Ramsey.


Veganos, las dietas vegetarianas


Uno de los riesgos, al menos con la dieta vegana, y en cierta medida la dieta vegetariana, es la falta de vitamina B12. Una deficiencia de esta vitamina puede conducir a la depresión, la anemia y, finalmente, a "un daño irreversible a las neuronas", dijo el Dr. Ramsey.

Un estudio reciente que examinó las poblaciones vegetarianas mostró que el 52% de los individuos estaban  "francamente deficientes" en vitamina B12 y que el 23% tenían niveles "insuficientes", dijo. En  un estudio en EEUU  de 30 madres vegetarianas estrictas se encontró que el 60% de su descendencia tenía retrasos en el desarrollo y que el 37% tenían atrofia cerebral, según informó la Dra. Dean, de la Universidad de Harvard, a los asistentes a la reunión. Aunque la muestra es poco significativa, parece haber una fuerte correlación entre el no consumo de carne y unas mayores tasas de depresión y ansiedad y una peor calidad de vida.


Aunque en algunos aspectos la dieta vegetariana "tiene sentido", ya que la dieta de los países desarrollados está muy cargada de productos de origen animal, eso no quiere decir que la solución sea no comer estos alimentos en absoluto.

Sin embargo, durante un período de preguntas después de la sesión, que duró más de una hora, un psiquiatra que ha sido vegetariano desde hace varios años se mostró en desacuerdo con algunas de las conclusiones del grupo. Observó que su propia salud se ha beneficiado de una dieta vegetariana, incluyendo la reducción de los niveles de colesterol.

Aunque la dieta es un asunto personal, y muchos pacientes siguen lo que creen que es una dieta sana, los hábitos alimenticios en general han cambiado a lo largo del siglo pasado, y, en general, no para mejor. Hemos pasado de una mayoría de alimentos crudos a alimentos procesados. Además, hay un mayor consumo de azúcar, de carbohidratos refinados, y más alimentos con colorantes, conservantes y grasas trans.


Alimentar el microbioma


El Dr. Ramsey era vegetariano desde hace más de una década, pero dijo que "no se sentía en buena forma." Comentó que su salud física y mental en general mejoró cuando empezó a comer pescado y carne procedente de pastoreo, así como más productos lácteos.

Él y los otros oradores discutieron la extensa literatura científica relacionada con los alimentos de origen vegetal y otros alimentos que estimulan la función cerebral. La evidencia creciente sugiere que los pacientes, en general,  deben elegir más alimentos de origen vegetal.

Una dieta basada en plantas "alimenta el microbioma," dijo el Dr. Ramsey, añadiendo que contribuye a cuidar a las bacterias en nuestro intestino que parecen "jugar un papel muy importante en nuestra salud en general."

Las plantas también son muy "ricas en nutrientes", por lo que tienen más nutrientes por caloría. Las hojas de lechuga, las espinacas, los pimientos, y otros alimentos vegetales contienen "fitonutrientes". La investigación muestra que estas "moléculas de señalización", que incluyen el licopeno y los carotenoides, ayudan a proteger el cerebro.



jueves, 26 de mayo de 2016

Buscando los engranajes de nuestro reloj interno


Por Carl Zimmer

Publicado en el New York Times el 28 de diciembre del 2015

Traducido por: Ana Toral




Imagen: Tim Robinson



A lo largo del día, un reloj hace tic tac dentro de nuestros cuerpos. Nos despierta por la mañana y nos hace dormir por la noche. Sube y baja la temperatura de nuestro cuerpo en el momento adecuado, y regula la producción de insulina y otras hormonas.

El reloj circadiano del cuerpo, incluso, influye en nuestros pensamientos y sentimientos. Los psicólogos han medido algunos de sus efectos sobre el cerebro humano realizando pruebas cognitivas en diferentes momentos del día. Y encontraron que, tarde por la mañana resultaba ser el mejor momento para intentar hacer tareas como el cálculo mental que requiere que mantengamos varias piezas de información en la mente al mismo tiempo. Por la tarde es el momento de intentar tareas más simples, como la búsqueda de una palabra en particular en una página de crucigramas.

Otra pista sobre el reloj que funciona en nuestro cerebro viene de  gente con enfermedades tales como la depresión y el trastorno bipolar. Las personas con estos trastornos a menudo tienen problemas para dormir por la noche, o se sienten mareadas durante el día. Algunas personas con demencia experimentan “malestar crepuscular” mostrándose confundidas o agresivas al final del día.

"Los ciclos de sueño y de actividad son una parte muy importante de las enfermedades psiquiátricas", según Huda Akil, una neurocientífica de la Universidad de Michigan.

Sin embargo, los neurocientíficos han tenido dificultades para entender exactamente cómo el reloj circadiano afecta a nuestra mente. Después de todo, los investigadores no pueden simplemente abrir el cráneo de un sujeto y comprobar como las células de su cerebro se van modificando a lo largo de cada día.

Hace algunos años, a la Dra. Akil y sus colegas se les ocurrió una idea que sí que era factible.

La Universidad de California, Irvine, almacena los cerebros donados a la ciencia. Algunos de sus antiguos propietarios murieron en la mañana, algunos en la tarde y otros por la noche. La Dra.  Akil y sus colegas se preguntaron si habría diferencias en los cerebros dependiendo de la hora del día en que los donantes habían muerto.

"Tal vez sea una ingenuidad, pero nadie había pensado en ello," dijo la Dra. Akil.

Ella y sus colegas seleccionaron cerebros de 55 personas sanas que murieron de forma  repentina, por ejemplo en accidentes automovilísticos. De cada cerebro, los investigadores seleccionaron los tejidos de las regiones importantes para el aprendizaje, la memoria y las emociones.

Las células cerebrales de cada persona en el momento de su muerte estaban en medio de la producción de proteínas a partir de ciertos genes. Debido a que los cerebros se habían conservado bien, los científicos todavía podían medir la actividad de los genes en el momento de la muerte.

La mayoría de los genes que examinaron no mostraron ningún patrón regular de la actividad en el transcurso del día. Pero encontraron que más de 1.000 genes sí que seguían un ciclo diario. Las personas que murieron en el mismo momento del día mostraban esos mismos genes en los mismos niveles de actividad.

Los patrones eran tan consistentes que los genes podrían actuar como una marca de tiempo. "Podríamos preguntar:" ¿A qué hora murió esta persona? "; "Y podríamos conocer el momento exacto de la muerte con una variación de menos de una hora a partir de este patrón”.  

Ella y sus colegas realizaron luego el mismo análisis en los cerebros de 34 personas que habían tenido depresión aguda antes de morir. Pero se encontraron con que la marca de tiempo estaba muy alejada de la esperada. "Parecía como si estuvieran en otro horario, tal vez en el de Japón o en el de Alemania", dijo la Dra. Akil.

La Dra. Akil y sus colegas publicaron sus resultados en 2013, inspirando a los investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburgh para tratar de replicarlos.

"Era algo que no pensábamos que pudiéramos hacer antes", dijo la  neurocientífica Colleen R. McClung. La Dra. McClung y sus colegas realizaron una versión más grande del estudio, examinado 146 cerebros recogidos por el programa de donantes de la universidad. Los investigadores publicaron sus resultados esta semana en The Proceedings of the National Academy of Sciences.

"Y he aquí, que obtuvimos muy buenos ritmos," dijo la Dra. McClung. "Realmente parece una instantánea de dónde se encontraba el cerebro en ese momento de la muerte."

La Dra. Akil está agradecida  de que otro equipo de investigadores hiciera el esfuerzo para respaldar sus conclusiones. "Hay una gran cantidad de solapamiento, lo que te hace creer que algo está pasando de verdad aquí", dijo.

Pero la Dra. McClung y sus colegas también hicieron algo que nadie había hecho. Los investigadores compararon los patrones de expresión génica en los cerebros de personas jóvenes y viejas, y encontraron diferencias intrigantes.

Los científicos esperaban encontrar pistas sobre por qué los ciclos circadianos de las personas cambian a medida que envejecen. "A medida que las personas envejecen, sus ritmos tienden a deteriorarse y desplazarse hacia adelante" según comentó la Dra. McClung.

Se encontró que algunos de los genes que eran muy activos en los ciclos diarios de las personas jóvenes se silenciaban en personas mayores de 60. Es posible que algunos adultos mayores dejen de producir proteínas en sus cerebros que son necesarias para mantener los ritmos circadianos.

Para su sorpresa, sin embargo, los investigadores también descubrieron algunos genes que se activaban  en ciclos diarios sólo en la vejez. "Parece que el cerebro podría estar tratando de compensar mediante la activación de un reloj adicional," dijo la Dra. McClung.

La Dra. Akil especuló que la capacidad del cerebro para improvisar un reloj alternativo en personas mayores,  podría  protegerlas de enfermedades neurodegenerativas. "Puede significar la diferencia entre el deterioro o no", dijo.

Podría ser posible, quizá más adelante,  activar  nuestros segundos relojes como una manera de tratar una variedad de trastornos relacionados con el ritmo circadiano. La Dra. Akil dijo que si encontráramos los genes correlacionados con el ritmo circadiano en humanos, ello permitiría a los científicos que experimentan con animales el averiguar cual es su función.

En lugar de estar sentada en el laboratorio imaginando que genes podrían ser importantes, estamos inspirándonos en el cerebro humano y preguntándonos “Que es lo que estas tratando de decirnos?”.