lunes, 11 de enero de 2016

"La huella del cerebro" Seleccionando a un individuo de entre la multitud



Los investigadores pueden identificar a cada persona por la forma en que su cerebro está cableado





Un patrón específico de las conexiones entre las diferentes áreas del cerebro proporciona una huella neuronal.
Crédito: Emily Finn



Todos nos sentimos únicos, creyendo que nuestra vida interior y nuestro ser físico, de alguna manera, difieren de las demás personas. Nuestras intuiciones se confirman con varios métodos existentes para la identificación de un individuo, ya sea a través de la inspección de los verticilos de una huella digital o mediante la secuenciación de una cadena de ADN.

Los científicos también buscan la fuente de esa sensación de ser especial. Pero la forma habitual de obtener imágenes del cerebro utilizada durante las pasadas décadas - la imagen de resonancia magnética funcional (fMRI) -ha sido incapaz de proporcionar la especificidad deseada para obtener la “huella neural” de un individuo. La mayoría de los estudios examinan las diferencias entre los cerebros de grupos enteros que difieren de alguna manera importante. Los investigadores comparan las lecturas promedio para ciertas áreas del cerebro en un grupo con diagnóstico de esquizofrenia, por ejemplo, con los promedios en un grupo de control sano.

La neurociencia francamente no ha tenido mucha elección. Las tecnologías de imágenes cerebrales son herramientas realmente bastante burdas; el fMRI es una técnica que mide los cambios en los niveles de oxígeno en la sangre que fluye en el interior del cerebro. Indica qué partes del cerebro trabajan más duro al observar las áreas que demandan más oxígeno para alimentar el metabolismo. Los cambios en los niveles de oxígeno ocurren lentamente en comparación con el ritmo trepidante de los impulsos eléctricos que zigzaguean a través de todo el cerebro. Y lo que es peor, las señales que el escáner recibe, están contaminadas con ruido debido a la respiración y los latidos del corazón del sujeto. Además de la contaminación con ruido, también pueden variar mucho de persona a persona los detalles físicos y anatómicos. Así que los estudios de imagen por lo general generan un promedio de los resultados de las imágenes escaneadas de muchas personas para descubrir información significativa acerca de cómo funcionan los cerebros.

Pero esto plantea una pregunta: ¿Qué tan variables son los cerebros realmente? ¿Lo suficientemente variables como para extraer información útil acerca de un individuo a partir de una única imagen escaneada? ¿Son suficientemente distintos para identificar a esa persona? ¿Son, de hecho, únicos? ¿Y esta variación, podría contener información útil sobre cómo y por qué nos diferenciamos en términos de rendimiento cognitivo, o de salud mental?

Un estudio publicado esta semana en la revista Nature Neuroscience se adelanta a responder algunas de estas preguntas. Los investigadores, dirigidos por Emily Finn y Xilin Shen de la Universidad de Yale usaron una forma especializada de fMRI llamada Imagen de Resonancia Magnética por conectividad funcional (fcMRI) que refleja cómo de similar es la actividad en diferentes partes del cerebro. Los investigadores utilizaron la fcMRI para identificar a una persona determinada con una precisión de hasta un 99 por ciento de un grupo de 126 adultos jóvenes sanos. Las exploraciones se obtuvieron como parte del Proyecto Conectoma Humano (HCP), una colaboración de Estados Unidos dirigido por la Universidad de Washington en Saint Louis y la Universidad de Minnesota que tiene como objetivo trazar el cableado del cerebro humano. (Scientific American es parte de Nature Publishing Group.)

La técnica consiste en obtener mediante fMRI la imagen de pequeños elementos llamados voxels cuya actividad está sincronizada en gran parte, agrupándolos en lo que se llaman nodos. Luego, los investigadores compararon con que intensidad esta sincronizada la actividad media en un nodo con la de otro, una medida de la fortaleza de la conexión entre las dos áreas.

En este estudio, los investigadores crearon una red de 268 nodos y evaluaron con que intensidad cada nodo estaba conectado a todos los otros nodos. El resultado final produjo un "perfil de conectividad" de 35.778 conexiones. Esto permitió a los investigadores identificar a cada individuo mediante la obtención de un patrón de conexiones neuronales escaneadas para un individuo en una sola sesión comparándolo con las exploraciones de todos los participantes en el estudio en una segunda sesión. Las exploraciones fueron tomadas cuando los participantes estaban en reposo o cuando  participaban en alguna de varias tareas. Cuando se comparaba un escáner en descanso de un individuo con una segunda ronda de exploraciones para todo el grupo, la técnica identificaba a la persona correcta  en un 93 a 94 por ciento del tiempo. Al comparar un escáner en descanso con un escáner ejecutando una tarea o con  ambos en  actividad, el rendimiento fue menor pero aún osciló entre el 54 al 87 por ciento, lo que sugiere que el patrón de conexiones en el cerebro de un individuo sigue siendo distintivo incluso mientras se dedica a diferentes actividades. "Lo que hemos demostrado es que el mismo cerebro haciendo dos cosas diferentes se ve más similar que dos cerebros diferentes haciendo lo mismo", dice Finn.

Los investigadores también realizaron otro nivel de análisis en el que se encontraron ciertos grupos de nodos que corresponden a las redes cerebrales bien establecidas dedicados a las tareas visuales, motoras u otras tareas. A continuación, se preguntaron si alguna de estas redes revelaba más sobre el carácter distintivo de un cerebro que otras. La más distintiva es la red frontoparietal, involucrada en el control de la atención y otras funciones cognitivas. Con ella, se identificaba al individuo en un 98 al 99 por ciento del tiempo durante el descanso y de un 80 a 90 por ciento para la mayoría de las otras comparaciones.

Por último, el equipo mostró que había una relación entre la inteligencia fluida de los participantes (Gf, una medida del razonamiento y la resolución de problemas en situaciones nuevas) y la conectividad cerebral. Este vínculo no era lo suficientemente fuerte como para predecir la “inteligencia fluida” de los  participantes a un nivel que pudiera ser utilizado por un psicólogo, pero eso no resultó sorprendente; la inteligencia fluida probablemente está  determinada por muchos factores diferentes.

La misma red frontoparietal que era la más útil en la identificación de las personas también fue la más fuertemente vinculada a la Inteligencia Funcional. Los nodos de esta red controlan la conmutación de las conexiones que hacen frente a las tareas cambiantes. "Esas son las regiones más recientemente evolucionadas y sofisticadas, que participan en las funciones de orden superior en las que estamos tan interesados, como la atención, la memoria y el lenguaje.", dice Finn. Este hallazgo apoya una serie de ideas acerca de lo que nos hace únicos. Estas áreas pueden estar más modificadas por la experiencia, mientras que las redes sensoriales y motoras están más predeterminadas. 
"Todos podemos ver la piedra que cae y salirnos del camino", dice el neurocientífico cognitivo Michael Gazzaniga, de la Universidad de California, Santa Barbara, que no era parte de este estudio. "Pero algunos de nosotros somos mejores para averiguar, en primer lugar, por qué la piedra cayó."

Los autores no sugieren el uso de estas técnicas para identificar a las personas. "No necesitamos poner a la gente en un escáner para saber quiénes son", dice Finn. "Podemos identificar a las personas con mirarlos u obtener sus huellas dactilares". El coautor Shen está de acuerdo: "Es sólo una prueba inicial para mostrar que hay suficiente información en estas exploraciones para mostrar la diferencia entre las personas." Esto tiene importantes implicaciones para el desarrollo clínico de aplicaciones útiles, sin embargo. "Empezar a centrarse en los individuos es una idea fantástica, que realmente va a ser el futuro", dice el experto en neuroimagen Cameron Craddock del Instituto Mental Infantil y el Instituto Nathan S. Kline para la Investigación Psiquiátrica, que no participó en la investigación. "Podría ser una huella digital de su estado de salud o de su  tratamiento mental", dice. "Ahí es donde estará la gran recompensa." Incluso podría ser útil para estimar quien podría responder mejor a los programas educativos.

Los investigadores no abogan por el uso de la técnica para estimar la inteligencia. Finn dice que no cree que las imágenes cerebrales sustituyan jamás plenamente un test de inteligencia o de otras medidas de comportamiento que son más fáciles, más baratas y más precisas. "Pero para cosas que no podemos saber con sólo mirar a la gente o con pasarles un test – tales como si podrían desarrollar la enfermedad de Alzheimer en un par de años o como responderían a una intervención-, esos son los tipos de cosas para las que podría ser útil." El equipo ya ha comenzado a trabajar con los datos de un grupo de adolescentes con alto riesgo de esquizofrenia para ver si pueden predecir quién terminará desarrollando la enfermedad en toda regla. "Esos tipos de predicciones son lo que me interesan para continuar con mi trabajo", dice Finn.



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