miércoles, 24 de abril de 2019

Como actúa la Anestesia General en el cerebro.




La Anestesia general “piratea” el circuito del sueño.



Tras 170 años de uso, nadie estaba seguro de cómo y dónde funcionaba la anestesia en el cerebro.

microscope image of supraoptic nucleus of the brain
El descubrimiento de la anestesia general hace 170 años fue un milagro médico,
 que permitió que millones de pacientes se sometieran a cirugías invasivas y sin dolor.
 Sin embargo, a pesar de décadas de investigación,
los científicos aún no entendían por qué funciona la anestesia general.


Ahora los científicos creen que han descubierto parte de la respuesta. En un estudio publicado en la revista científica Neuron, un equipo de la Universidad de Duke descubrió que varios medicamentos diferentes de anestesia general funcionan mediante el secuestro de los circuitos neuronales que regulan el sueño.

Los investigadores rastrearon este circuito neural hasta un pequeño grupo de células en la base del cerebro responsable de producir hormonas para regular las funciones corporales, el estado de ánimo y el sueño. El hallazgo es uno de los primeros en sugerir un papel para las hormonas en el mantenimiento del estado de la anestesia general y proporciona información valiosa para generar nuevos medicamentos que podrían hacer que las personas duerman con menos efectos secundarios.

Desde que el primer paciente fue sometido a anestesia general en 1846, los científicos han estado tratando de averiguar exactamente cómo funciona. La teoría prevalente ha sido que muchos de estos medicamentos alteran las actividades normales del cerebro, lo que resulta en la incapacidad de moverse o sentir dolor. Teorías similares giraban en torno al sueño, el estado similar a la anestesia general. Sin embargo, las investigaciones realizadas durante la última década han demostrado que el sueño es un proceso más activo que el que se reconoció anteriormente, con conjuntos completos de neuronas sincronizadas que inducen el sueño.

Fan Wang, Ph.D., profesora de neurobiología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Duke, y Li-Feng Jiang-Xie, una estudiante graduada en su laboratorio, se preguntaban si la visión predominante de la anestesia general también era parcial. Quizás, en lugar de limitarse a inhibir ciertas neuronas, los anestésicos también podrían activar ciertas neuronas en el cerebro.

Para probar su nueva teoría, pusieron a los ratones bajo anestesia general con varios fármacos diferentes pero de uso común. Luego utilizaron marcadores moleculares para rastrear las neuronas que podrían ser activadas por los anestésicos. Encontraron un grupo de neuronas que mostraban gran excitabilidad enterradas en una pequeña región del cerebro llamada núcleo supraóptico.  Se sabe que las neuronas que forman el núcleo supraóptico tiene proyecciones largas que liberan grandes cantidades de hormonas, como la vasopresina, directamente en el torrente sanguíneo.



Resultado de imagen de nucleo supraoptico


"La mayoría de las neuronas activadas por la anestesia eran un tipo de célula híbrida que conecta el sistema nervioso y el sistema endocrino", según Jiang-Xie. "Eso fue una sorpresa y llevó la investigación a un territorio inexplorado para comprender las vías neuronales de la anestesia general".

A continuación, los investigadores utilizaron una técnica sofisticada desarrollada en el laboratorio de Wang para activar o desactivar este grupo especializado de células con productos químicos o luz. Cuando activaron estas neuronas de los ratones, los animales dejaron de moverse y cayeron en un profundo sueño, llamado sueño de ondas lentas o sueño no REM, generalmente asociado con la inconsciencia.

Entonces el equipo de investigación silenció a este grupo de células. Los ratones continuaron moviéndose todo el tiempo, incapaces de quedarse dormidos.

Finalmente, los investigadores realizaron experimentos similares en ratones utilizando anestesia general. Encontraron que las células neuroendocrinas preactivadas artificialmente hacían que los ratones permanecieran bajo anestesia general durante períodos de tiempo más prolongados. A la inversa, cuando silenciaron estas células, los ratones se despertaban de la anestesia más fácilmente.

Este estudio también reveló un papel previamente inesperado de las células secretoras de hormonas del cerebro en la generación del sueño profundo.

“Muchas personas, especialmente aquellas con enfermedad de Alzheimer, tienen dificultades para conciliar el sueño, pero los medicamentos actuales tienen efectos secundarios molestos", según Yin. "Si podemos encontrar formas de manipular este circuito neural, quizás apuntando a hormonas o péptidos pequeños, se podría conducir al desarrollo de pastillas para dormir mas eficaces y con menos efectos secundarios"

Basado en: "A Common Neuroendocrine Substrate for Diverse General Anesthetics and Sleep," Neuron, June 5, 2019 ( online, April 18, 2019). 

miércoles, 17 de abril de 2019

Una búsqueda para comprender cómo evolucionó la inteligencia




Científicos chinos han insertado genes cerebrales humanos en monos para comprobar si aumenta su inteligencia.



Monos transgénicos creados por científicos de EEUU y China
Mono transgénico 


La inteligencia humana es uno de los inventos más importantes de la evolución. Es el resultado de un sprint que comenzó hace millones de años, dando como resultado  cerebros cada vez más grandes y con nuevas habilidades. Finalmente, los humanos se pusieron de pie, tomaron el arado y crearon la civilización, mientras que nuestros primos los primates se quedaron en los árboles.

Ahora, científicos en el sur de China informan que han tratado de reducir la brecha evolutiva, creando varios monos macacos transgénicos con copias adicionales de un gen humano del que se supone que desempeña un papel en la configuración de la inteligencia humana.

"Este fue el primer intento de comprender la evolución de la cognición humana utilizando un modelo de mono transgénico", según Bing Su, un genetista del Instituto de Zoología de Kunming que dirigió el estudio.

Según sus hallazgos, a los monos modificados les fue mejor en una prueba de memoria con colores y cuadros en bloque, y sus cerebros también tardaron más en desarrollarse, como lo hacen los niños humanos. No hubo una diferencia en el tamaño del cerebro.

Los experimentos, descritos en la revista científica china publicada en Beijing,  National Science Review, siguen lejos de identificar los secretos de la mente humana o llevar a la aparición de primates con inteligencia humana.

"El uso de monos transgénicos para estudiar genes humanos relacionados con la evolución del cerebro es un camino muy arriesgado", según James Sikela, un genetista que realiza estudios comparativos entre primates en la Universidad de Colorado. Le preocupa que el experimento muestre indiferencia hacia los animales y que pronto conduzca a modificaciones más extremas. "Es un problema clásico de pendiente resbaladiza y uno que puede repetirse a medida que se realiza este tipo de investigación". China ha tomado la delantera en este tipo de experimentos y es probable que continúen en el futuro.


La investigación con primates es cada vez más difícil en Europa y los EE. UU., Pero China se ha apresurado a aplicar las últimas herramientas de ADN de alta tecnología a los animales. Este país fue el primero en crear monos alterados con la herramienta de edición de genes CRISPR, y en enero de este año, un instituto chino anunció que había producido media docena de clones de un mono con un trastorno mental grave.

Historia de la evolución


Bing Su se especializa en la búsqueda de signos de "selección darwiniana", es decir, los genes que se han propagado porque tienen éxito. Su búsqueda ha abarcado temas como la adaptación de los yaks del Himalaya a la gran altitud y la evolución del color de la piel humana en respuesta a los inviernos fríos.

El mayor enigma, sin embargo, es la inteligencia. Lo que sabemos es que los cerebros de nuestros ancestros semejantes a los humanos crecieron rápidamente en tamaño y poder. Para encontrar los genes que causaron el cambio, los científicos han buscado diferencias entre los humanos y los chimpancés, cuyos genes son similares en un 98% a los nuestros. El objetivo, era localizar "las joyas de nuestro genoma", es decir, el ADN que nos hace exclusivamente humanos.

Por ejemplo, un gen candidato popular llamado FOXP2, el "gen del lenguaje" en artículos de prensa, se hizo famoso por su posible vínculo con el habla humana. (Una familia británica cuyos miembros heredaron una versión anormal tuvo problemas para hablar). Científicos de todo el mundo, desde Tokio a Berlín están dedicados  a investigar  si la mutación provocada de este gen en ratones, altera los chillidos de estos mediante la escucha con micrófonos ultrasónicos.

El investigador Su estaba fascinado por un gen diferente: MCPH1, o microcefalina. La secuencia del gen no solo difirió entre los humanos y los simios, sino que los bebés con daño en este gen nacen con cabezas diminutas, lo que proporciona un vínculo del gen defectuoso con el tamaño del cerebro. En  2010, el investigador chino Su vio la oportunidad de realizar un experimento potencialmente más definitivo: agregar el gen de la microcefalina humana a un mono. Para entonces, China había comenzado a combinar sus importantes instalaciones de cría de monos con las nuevas herramientas genéticas, un esfuerzo que lo ha convertido en una meca para los científicos extranjeros que necesitan monos para experimentar.

Para crear los animales, Su y sus colaboradores en el Laboratorio clave de Yunnan de investigación biomédica de primates expusieron embriones de monos a un virus que lleva la versión humana de la microcefalina. Generaron 11 monos, cinco de los cuales sobrevivieron y participaron en una batería de mediciones cerebrales. Esos monos tienen cada uno entre dos y nueve copias del gen humano en su dotación genética.

Ante las dudas éticas que provocó este experimento, el investigador Su comentó que está de acuerdo en que los monos están tan cerca de los humanos que sus cerebros no deberían ser cambiados. Pero los monos y los humanos compartieron por última vez un ancestro hace 25 millones de años.  Y esta circunstancia alivia las inquietudes éticas de los investigadores chinos. "Aunque su genoma está cerca del nuestro, también hay decenas de millones de diferencias" y es altamente improbable que los monos se conviertan en algo más que monos. "Imposible introduciendo solo unos pocos genes humanos"

¿Mono inteligente?


A juzgar por sus experimentos, el equipo chino esperaba que sus monos transgénicos pudieran terminar con una mayor inteligencia y tamaño cerebral. Es por eso que pusieron a las criaturas dentro de las máquinas de MRI para medir su materia blanca y les dieron pruebas de memoria computarizadas. Según su informe, los monos transgénicos no tenían cerebros más grandes, pero lo hicieron mejor en una prueba de memoria a corto plazo, un hallazgo que el equipo considera notable.

Varios científicos piensan que el experimento chino no proporcionó mucha información nueva. Uno de ellos es Martin Styner, científico informático de la Universidad de Carolina del Norte y especialista en resonancia magnética que figura entre los coautores de la publicación china. "Hay un montón de aspectos de este estudio que no se podrían hacer en los Estados Unidos", según Styner. "Se plantearon cuestiones sobre el tipo de investigación y si los animales fueron atendidos adecuadamente".

Un problema es que los monos modificados genéticamente son caros de generar y cuidar. Con solo cinco monos modificados, es difícil llegar a conclusiones firmes sobre si realmente difieren de los monos normales en términos de tamaño del cerebro o habilidades de memoria.

El investigador Su está de acuerdo en que la pequeña cantidad de animales era una limitación. Aunque dice que tiene una solución. Él está ampliado su muestra de monos transgénicos y también está probando nuevos genes de evolución cerebral. Uno de los que tiene en mente es SRGAP2C, una variante de ADN que surgió hace unos dos millones de años, justo cuando Australopitecus cedía la sabana africana a los primeros humanos. Ese gen ha sido apodado el "interruptor de la humanidad" y el "eslabón genético perdido" por su posible papel en el surgimiento de la inteligencia humana.

Es todavía pronto para conocer los resultados de estos nuevos experimentos. Veremos si van en la dirección correcta o el desarrollo de la inteligencia humana sigue siendo una incognita inalcanzable por el momento.

Basado en: 

lunes, 1 de abril de 2019

Esquizofrenia. A la búsqueda de su origen




¿Pérdida de las sinapsis desencadenan la esquizofrenia?



La esquizofrenia es una condición de salud mental a largo plazo que afecta gravemente la forma en que las personas perciben y piensan sobre el mundo. Los síntomas pueden incluir lenguaje y comportamiento desorganizados, alucinaciones auditivas y visuales y delirios de grandeza o persecución, que por lo general dejan al que los sufre completamente fuera de contacto con la realidad.

Cada vez más investigadores y clínicos consideran que la esquizofrenia es una afección del desarrollo neurológico que surge, al menos en parte, como resultado de eventos que ocurren en las primeras etapas de la vida, pero no muestran síntomas hasta la adolescencia o la adultez temprana. Las causas subyacentes siguen sin estar claras, pero están surgiendo pistas valiosas sobre el proceso biológico que lleva a la esquizofrenia. Una línea de investigación prometedora apunta al sistema inmunológico como un jugador importante, y un nuevo estudio implica a un tipo de célula como el principal culpable.

Un periodo sensible


El sistema inmunológico del cerebro consiste en células no neuronales llamadas microglia, que forman la primera línea de defensa contra los microbios que se infiltran en el órgano y también realizan funciones de mantenimiento vitales, como la eliminación de fragmentos de neuronas muertas o moribundas y otros desechos celulares. La microglía también es responsable de la poda sináptica, el proceso mediante el cual se eliminan las conexiones cerebrales no deseadas, y este proceso, si no funciona bien, podría contribuir al desarrollo de la esquizofrenia.


Resultado de imagen de sinapsis



La poda sináptica se produce durante el desarrollo embrionario y los primeros años de vida, durante los cuales el cerebro produce grandes cantidades de células. Muchas de estas mueren antes de que nazca el niño, y las que sobreviven forman numerosas conexiones sinápticas con otras neuronas, aunque muchas de estas conexiones en realidad no son necesarias. Luego, la microglia barre el tejido cerebral en crecimiento, engullendo las sinapsis que se han formado de manera incorrecta e innecesaria, como si hubieran sido invadidas por microbios.

La poda también juega un papel fundamental más adelante, cuando la corteza prefrontal está madurando, un proceso que continúa más allá de la adolescencia y hasta la tercera década de la vida. Esto reduce el número total de sinapsis en el cerebro en aproximadamente un 40 por ciento y, junto con una redistribución significativa de la materia blanca que ocurre durante el mismo período, remodela la corteza prefrontal. Estos cambios cerebrales generalmente se reflejan en el comportamiento, las personas comienzan a tomar mejores decisiones y toman menos riesgos, ya que hacen la transición de adolescentes a adultos jóvenes.

Por lo tanto, la adolescencia se caracteriza por un período prolongado de neuroplasticidad intensificada, lo que hace posible la maduración tardía de la corteza prefrontal. Sin embargo, esta plasticidad tiene un inconveniente: hace que las personas de esta edad sean más susceptibles a la esquizofrenia y otras afecciones de salud mental.

¿En qué punto estamos?


Docenas de estudios publicados en los últimos 20 años muestran que la esquizofrenia está asociada con varios cambios estructurales y funcionales que empeoran progresivamente con el tiempo. Los estudios de neuroimagen muestran, por ejemplo, que la aparición de psicosis está asociada con un volumen reducido de materia gris en los lóbulos frontal, temporal y parietal, y que las alucinaciones auditivas están asociadas con una conectividad funcional alterada entre los lóbulos frontal y temporal; los estudios post mortem muestran consistentemente que el tejido cerebral obtenido de pacientes esquizofrénicos muestra una reducción significativa en la densidad de sinapsis.

Una posible explicación es una respuesta neuroinflamatoria anormal, por la cual las células microgliales se activan de manera inapropiada para eliminar las sinapsis que deben permanecer en su lugar. En 2015, los investigadores del King's College de Londres publicaron las primeras pruebas de que este podría ser el caso. Usando un marcador de PET radioactivo recientemente desarrollado, mostraron que las células microgliales son hiperactivas en los cerebros de las personas que corren el riesgo de desarrollar esquizofrenia, y que cuanto más amplia era la distribución de la microglía activada en sus cerebros, más graves eran sus síntomas subsiguientes.

Un estudio publicado en febrero en la revista Nature Neuroscience, complementa estos hallazgos. Los investigadores del Hospital General de Massachusetts extrajeron muestras de sangre de 17 pacientes esquizofrénicos y 18 controles sanos de la misma edad, aislaron células sanguíneas llamadas monocitos de las muestras y utilizaron tecnología de células madre pluripotentes inducidas para convertirlas en neuronas y microglía. También aislaron células de tejido conectivo de la piel de los participantes, las reprogramaron en neuronas y las utilizaron para generar sinaptosomas o sinapsis aisladas.

El cultivo de diferentes combinaciones de células y sinaptosomas en placas de Petri permitió a los investigadores examinar cómo interactúan. Estos experimentos demostraron no solo que la microglía derivada de los pacientes esquizofrénicos engullía más sinapsis que las de los controles, sino también que los sinaptosomas procedentes de pacientes esquizofrénicos eran más propensos a ser atacados por la microglía.


Resultado de imagen de microglia
Microglía fagocitando sinapsis


Esto podría deberse a diferencias en la composición genética de las células. Los análisis de los investigadores mostraron que la microglía procedente de pacientes esquizofrénicos expresaba niveles más altos de genes asociados a la microglía que los derivados de los controles, lo que hace que secreten cantidades excesivas de ciertas proteínas, que se depositan en las neuronas y marcan a las sinapsis para su eliminación.

Investigaciones  previas habían demostrado que un antibiótico llamado minociclina inhibe la activación microglial y altera la poda sináptica. La minociclina se usa a veces para tratar el acné, por lo que los investigadores plantean la hipótesis de que los adolescentes expuestos a la misma podrían tener un riesgo menor de desarrollar esquizofrenia. Por lo tanto, examinaron los registros médicos de más de 22.000 personas de 10 a 18 años de edad, y encontraron que aquellas que habían sido tratadas con minociclina y un medicamento estrechamente relacionado durante un período de al menos tres meses tenían, de hecho, muchas menos probabilidades de desarrollar esquizofrenia que los que recibieron otros antibióticos.

Además, encontraron que las altas concentraciones de minociclina disminuían drásticamente la poda sináptica cuando se agregaban a las placas de Petri que contenían sinaptosomas y microglía procedente de pacientes esquizofrénicos. Juntos, los nuevos hallazgos agregan más peso a la idea de que la poda sináptica excesiva contribuye al desarrollo de la esquizofrenia.

"Estamos tratando de entender que  diferencias entre las sinapsis contribuyen al aumento de la poda", comenta el psiquiatra Roy Perlis, autor principal del nuevo estudio. "Al mismo tiempo, estamos aplicando las mismas pruebas para identificar otros medicamentos que influyen en la poda sináptica, y espero que nuestro trabajo fomente un cambio en el enfoque hacia la prevención, no solo el control de los síntomas".

Los hallazgos sugieren que la minociclina y los antibióticos relacionados podrían ayudar a prevenir el desarrollo de la esquizofrenia en aquellos que presentan un riesgo genético de desarrollarla más adelante; y, dado que la activación microglial es un sello distintivo de la respuesta inflamatoria del cerebro, los medicamentos antiinflamatorios como la aspirina también podrían ser útiles. Si bien los ensayos en humanos diseñados para probar los beneficios potenciales de la minociclina aún están lejos, algunos estudios ya han demostrado que la aspirina reduce la psicopatología en adultos cuando se agrega a la medicación antipsicótica.


Resultado de imagen de microglia
Desarrollo de la microglia y sus funciones


Otra línea de evidencia relaciona este trabajo con la idea de que la esquizofrenia se desencadena en el útero como resultado de una infección materna, en aquellos individuos con un riesgo genético previo. El trabajo pionero del difunto Paul H. Patterson, neurocientífico del Instituto de Tecnología de California, y sus colegas, mostró que la activación del sistema inmunitario materno puede alterar el desarrollo cerebral fetal en ratas a través de la placenta. Esto sugiere que una respuesta inmune en la madre puede transmitirse a su feto, con lo cual puede desencadenar eventos que contribuyen a desencadenar la enfermedad en el feto.


Basado en:

lunes, 4 de marzo de 2019

La rodopsina. Un rayo de belleza molecular



La microscopia crioelectrónica muestra su potencia



Rodopsina
Imagen:  Subramaniam Lab, Instituto Nacional del Cáncer, NIH


Al entrar en una habitación oscura se tarda un minuto en distinguir los objetos, desde el libro sobre  la mesa, hasta el perro que duerme en la alfombra. Pero después de unos segundos, nuestros ojos pueden ajustarse y ver en la oscuridad, gracias a una proteína llamada rodopsina que se encuentra en la superficie de ciertas células especializadas en la retina, el tejido delgado que recubre la parte posterior, donde el ojo inicia la visión.

La imagen muestra la rodopsina que activa la luz (naranja). Los fotones de luz hacen que la forma activada de la rodopsina se una a su proteína asociada, la transducina, formada por tres subunidades (verde, amarilla y púrpura). La unión amplifica la señal visual, que luego fluye hacia adelante a través del nervio óptico para su posterior procesamiento en el cerebro.

La imagen proviene de un artículo publicado recientemente en Nature, en el que un equipo de científicos y beneficiarios de NIH pudieron capturar por primera vez los detalles estructurales precisos de la interacción rodopsina-transducina. El equipo de investigación estuvo dirigido por Sriram Subramaniam, H. Eric Xu, Instituto de Investigación Van Andel,  y Anthony Kossiakiff, de la Universidad de Chicago, dirigidos por los Institutos Nacionales de la Salud de EEUU. Lo hicieron usando microscopía crioelectrónica (crio-EM).

Mientras que la microscopía crioelectrónica (crio-EM) ha ayudado a resolver cientos de nuevas estructuras de proteínas en alta resolución en los últimos años, la captura de la estructura de la rodopsina activada unida a la transducina requirió de un gran ingenio. Eso es porque ambas proteínas son extremadamente flexibles. Incluso después de haber sido congeladas instantáneamente con nitrógeno líquido, un paso clave en la  crio-EM, es difícil hacer que se queden quietas en una conformación particular el tiempo suficiente para registrar su estructura. Los investigadores finalmente lo lograron utilizando una combinación de bioquímica sofisticada y avances técnicos que les permitieron obtener información estructural aún más detallada de los datos de imágenes.

El interés del equipo por la rodopsina va mucho más allá de su papel en las cegadoras degeneraciones de la retina, como la retinitis pigmentosa. La rodopsina pertenece a un grupo de proteínas denominadas receptores acoplados a proteínas G (GPCR). Es el grupo más grande y diverso de receptores de proteínas en nuestros cuerpos. De hecho, más de un tercio de todos los medicamentos aprobados actúan al unirse a una proteína GPCR.

Lo fascinante es que los GPCR responden a diferentes mensajes, desde la luz para la rodopsina hasta las proteínas y los azúcares para los otros receptores. Pero todos tienen similitudes clave. Comparten una arquitectura común y se unen a un número relativamente limitado de proteínas de señalización intracelular llamadas proteínas G.

Durante años, la rodopsina ha servido como un importante modelo estructural para la comprensión de los GPCR. Eso incluye a aquellos involucrados en la regulación de nuestro apetito y estados de ánimo, a través de una clase de proteínas G conocidas como proteínas G inhibitorias (Gi).

Mientras que los investigadores resolvieron la estructura de un GPCR unido a otra clase de proteínas G, conocidas como proteínas estimuladoras G (Gs) en 2011, la imagen que se ve arriba representa el primer vistazo de un GPCR unido a una proteína Gi. Según Subramaniam, esta estructura ahora sirve como un punto de partida crítico para los investigadores que trabajan para entender cuántos otros socios moleculares trabajan juntos en muchas partes de nuestro cuerpo. Estas son buenas noticias para el desarrollo futuro de medicamentos diseñados para atacar esos receptores de manera cada vez más precisa, lograr que funcionen mejor y con menos efectos secundarios.


Basado en:

Cryo-EM structure of human rhodopsin bound to an inhibitory G protein. Kang Y, Kuybeda O, de Waal PW, Mukherjee S, Van Eps N, Dutka P, Zhou XE, Bartesaghi A, Erramilli S, Morizumi T, Gu X, Yin Y, Liu P, Jiang Y, Meng X, Zhao G, Melcher K, Ernst OP, Kossiakoff AA, Subramaniam S, Xu HE. Nature. 2018 Jun;558(7711):553-558.

G Protein-Coupled Receptors as Targets for Approved Drugs: How Many Targets and How Many Drugs? Many Targe Sriram K, Insel PA. Mol Pharmacol. 2018 Apr;93(4):251-258.

Crystal structure of the β2 adrenergic receptor-Gs protein complex. Rasmussen SG, DeVree BT, Zou Y, Kruse AC, Chung KY, Kobilka TS, Thian FS, Chae PS, Pardon E, Calinski D, Mathiesen JM, Shah ST, Lyons JA, Caffrey M, Gellman SH, Steyaert J, Skiniotis G, Weis WI, Sunahara RK, Kobilka BK. Nature. 2011 Jul 19;477(7366):549-55.

domingo, 13 de enero de 2019

Receptores sensoriales en lugares inusuales del cuerpo humano




Desde los intestinos y las vías respiratorias hasta la sangre, los músculos y la piel, diversos receptores sensoriales se han detectado en funciones inesperadas.


¿Qué hacen los receptores sensoriales fuera de los órganos de los sentidos? Los receptores de olor, sabor y luz están presentes en muchas partes diferentes del cuerpo y tienen funciones sorprendentemente diversas.


Berkowitz de la Universidad Johns Hopkins comenzó a observar una curiosa respuesta en los vasos sanguíneos que había aislado para su estudio: cada vez que entraba en su laboratorio y las luces se encendían automáticamente, los vasos sanguíneos ejercían menos presión sobre el transductor de fuerza que los investigadores habían conectado para transmitir datos de manera continua.

Una búsqueda en la literatura científica reveló que la relajación de los vasos sanguíneos en respuesta a la luz, llamada fotorrelajación, se había descrito casi 50 años antes, pero los mecanismos subyacentes nunca se habían aclarado por completo. Berkowitz analizó si estos efectos estaban mediados por pigmentos intrínsecos de detección de luz. Si fuera así, no sería la primera vez que se encontrara un receptor sensorial fuera de un órgano sensorial.

La luz, el olor y los receptores del gusto ubicados en nuestros ojos, narices y lenguas inundan nuestro cerebro con información sobre el mundo que nos rodea. Pero estos mismos receptores sensoriales también están presentes en lugares inesperados por todo el cuerpo, donde sirven a una sorprendente variedad de funciones biológicas. En la última década, más o menos, los investigadores descubrieron que el intestino "descubre" a los parásitos antes de iniciar las respuestas inmunitarias, y los riñones "huelen"  los ácidos grasos, regulando la presión arterial en respuesta. Por supuesto, luego de una investigación adicional, Berkowitz descubrió que era la melanopsina, un pigmento sensible a la luz que regula el ciclo circadiano y otras funciones no visuales en el ojo, lo que modulaba la relajación de los vasos sanguíneos cuando se encendían las luces de laboratorio.

Ahora los investigadores están caracterizando tales receptores sensoriales presentes en diferentes tejidos por todo el cuerpo y trabajando para comprender sus funciones, con el objetivo final de usar estos receptores para diversas aplicaciones diagnósticas o terapéuticas. Se están realizando ensayos preliminares para probar los usos terapéuticos de la vasodilatación inducida por luz en seres humanos, por ejemplo, y los ensayos clínicos detectarán pronto si los receptores del gusto de un paciente, tanto los de la boca como los de las vías respiratorias, podrían usarse para diagnosticar y tratar infecciones respiratorias, respectivamente. Si bien muchos de los detalles de la activación de los receptores y la señalización en cascada no están claros, los investigadores finalmente se están acercando a comprender qué hacen estos receptores fuera de los órganos sensoriales clásicos. Y los laboratorios están utilizando herramientas genéticas modernas, como matrices para detectar la expresión génica o los niveles de proteínas en diferentes tejidos, para identificarlos.


Siguiendo el olfato







Sensores olfativos: originalmente se pensaba que estaba presentes solo en la nariz, pero los receptores olfativos existen en muchos lugares del cuerpo, incluso en la piel, el corazón, los pulmones, los riñones, los músculos y el esperma. 

Están involucrados en una variedad de funciones, desde regular la presión arterial hasta mejorar la regeneración de los músculos y la piel.

Imagen LUCY READING-IKKANDA









En 1991, Richard Axel y Linda Buck, de la Universidad de Columbia, describieron por primera vez la familia de genes que codifican los receptores olfativos, iniciando el estudio molecular del olfato. La suposición en ese momento era que los receptores olfativos sólo se expresaban en la nariz, pero casi inmediatamente, los estudios sobre la expresión del gen del receptor en otros tejidos comenzaron a aparecer en las publicaciones científicas. En estudios publicados en 1992 y 1993, por ejemplo, investigadores de la Université Libre de Bruxelles detectaron la expresión de genes de receptores olfativos en espermatozoides de perros. Pero si estos receptores eran funcionales, era una pregunta sin respuesta hasta el momento.

Intrigado, Hanns Hatt de Ruhr-University Bochum decidió buscar estos receptores en el esperma humano. En 2003, Hatt y sus colegas demostraron que los receptores olfativos en los espermatozoides humanos eran funcionales y podían ser activados por una molécula de olor, al igual que los receptores en la nariz. Aún así, al principio fue muy difícil convencer al mundo científico de que estos receptores olfativos no se expresan exclusivamente en la nariz.

Durante la siguiente década, el equipo de Hatt y otros continuaron identificando los receptores olfativos en una variedad de tejidos humanos, incluidos los pulmones, el hígado, la piel, el corazón y los intestinos. De hecho, son algunos de los genes más altamente expresados ​​en muchos tejidos, por lo que estos receptores deben tener una enorme importancia para la célula.



Sensores  del gusto

Se han encontrado receptores del gusto en todo el cuerpo, incluidos los testículos, el esperma, las vías respiratorias y el intestino. Tienen muchas funciones diferentes, detectadas en ratones de laboratorio, que incluyen la detección de nutrientes en los alimentos, la regulación de la respuesta inmune a las bacterias y los parásitos e influyen en la fertilidad.

Células penacho epiteliales (Tuft Cells): los receptores del gusto se expresan en ciertas células epiteliales en el intestino, que en el ratón utilizan la señalización del gusto para detectar parásitos y estimular el sistema inmunológico en respuesta.

Células ciliadas : los receptores de sabor amargo también se expresan en las células de las vías respiratorias superiores que contienen protuberancias similares a pelos llamadas cilios. Cuando estos receptores del sabor amargo detectan las moléculas de señalización bacteriana, las células liberan óxido nítrico que mata a las bacterias. También aumentan la velocidad con que los cilios vibran para expulsar las bacterias de las vías respiratorias.



Ahora, la pregunta que se avecina es: ¿Qué están haciendo estos receptores? El gran problema es que, para estudiar la función de las proteínas del receptor olfatorio, uno tiene que saber cómo se puede activar el receptor.

Los seres humanos tienen unos 350 tipos de receptores olfativos funcionales (los ratones y las ratas tienen alrededor de 1.000), y los investigadores solo han identificado las moléculas activadoras de olor del 10 al 20 por ciento de ellas. Para descubrir qué activa un receptor en particular, Hatt expresa su gen en una línea celular humana y expone las células a un panel de unos pocos cientos a unos pocos miles de moléculas de olor diferentes, típicamente olores artificiales disponibles comercialmente, como los que se usan para perfumes u otros productos cosméticos.

Usando esta técnica, Hatt identificó con éxito una molécula de olor que activa los receptores olfativos en el esperma, un olor sintético que huele a flores de lirio de los valles, lo que le ha permitido realizar estudios funcionales. Los espermatozoides nadan hacia el odorante sintético y se aceleran a medida que aumenta la concentración de odorantes. Hatt sugiere que estos receptores olfativos podrían guiar al esperma a medida que nadan hacia el óvulo, aunque los investigadores aún están probando esta hipótesis e intentando identificar el ligando natural del receptor en el cuerpo.








SIGA ESE OLOR: el tratamiento de las células de la piel humana con un aroma de sándalo artificial llamado sandalore, activa un receptor olfativo que causa un aumento de la migración celular y la proliferación, mejorando la cicatrización de las heridas. El ligando natural del receptor es desconocido.

Imagen: BUSSE ET AL., J INVEST DERMATOL, 134: 2823-32, 2014.


















Hatt también descubrió que un olor a sándalo artificial llamado sandalore activa un receptor olfativo en la piel. La activación de este receptor estimuló a las células de la piel para migrar y proliferar más rápidamente, lo que lleva a una regeneración y curación de heridas más rápido. Una vez más, el ligando natural del receptor, probablemente una sustancia química u hormona con una estructura similar a la del sándalo, aún está por determinarse.

Algunos receptores olfativos tienen funciones similares en diferentes tejidos. En 2009, Grace Pavlath de la Universidad de Emory estaba estudiando cómo las células musculares se fusionan para formar fibras multinucleadas cuando notó niveles altos de expresión para el mismo receptor olfativo que Hatt había encontrado en el esperma. Encontró que este receptor olfativo atrae a las células musculares hacia un olor particular, dirigiendo así la migración muscular. "Es absolutamente lógico que lo utilice como un “atractor” para decirle a las células a dónde ir", según Pavlath. Sin este receptor, las fibras musculares de los ratones son más propensas a las lesiones y se regeneran de manera deficiente, mientras que la sobreexpresión de este receptor mejora la regeneración. Encontrar el ligando natural del receptor permitiría potencialmente diseñar fármacos que pudieran activar este receptor y mejorar la regeneración muscular.

En algunos casos, los investigadores pueden haber identificado los ligandos naturales responsables de la activación de los receptores olfativos en todo el cuerpo. En el riñón, por ejemplo, Pluznick de la Universidad Johns Hopkins encontró que ciertos ácidos grasos de cadena corta producidos por bacterias intestinales pueden activar el receptor olfativo 78 (Olfr78), que en ratones desencadena cambios en la presión arterial. Cuando los investigadores inyectaron ratones que carecían del gen para Olfr78 con ácidos grasos de cadena corta, la presión sanguínea de los animales disminuyó, lo que sugiere que Olfr78 por sí mismo normalmente aumenta la presión sanguínea en respuesta a estos compuestos. Pero la regulación de la presión sanguínea es complicada, y Pluznick encontró otro receptor no olfatorio llamado Gpr41 que disminuyó la presión sanguínea en respuesta a los ácidos grasos de cadena corta y tuvo un efecto más fuerte que Olfr78. Pluznick sugiere que los dos receptores podrían actuar juntos para producir un efecto de amortiguación, efecto que protegería contra los cambios bruscos de la presión arterial, ya que los niveles de ácidos grasos fluctúan.

"Hay indicios en la literatura científica de que las cosas que se espera que aumenten la producción de acidos grasos de cadena corta están asociadas con cambios en la presión arterial", según Pluznick. Las bacterias intestinales producen ácidos grasos de cadena corta cuando los microbios digieren alimentos ricos en fibra, por ejemplo, y comer más fibra se ha asociado con una presión arterial más baja. Se podría suponer, entonces, que comer alimentos con fibra, o ingerir probióticos, podría ayudar a regular la presión arterial. Eso es, obviamente, un objetivo ideal a largo plazo, pero hay potencial para seguir indagando en este sentido.

Los receptores olfativos en sitios inesperados también pueden resultar útiles en el tratamiento del cáncer. Hatt ha identificado receptores olfativos muy altamente expresados ​​en varios tipos de células cancerosas, y al estimularlos se reduce el tamaño de los tumores in vitro. Aunque se necesita mucha más investigación para poder traducir esos hallazgos en una terapia contra el cáncer, es una nueva y enorme familia de posibles objetivos para el diagnóstico y la terapia para diferentes enfermedades.

Relajación luminica




ILUMINANDO LA SANGRE: las células musculares lisas aórticas humanas producen melanopsina (Opsin? 4), un fotopigmento que induce la relajación de la vasculatura en respuesta a la luz azul.
Imagen: SEBASTIAN F. BARRETO ORTIZ













A fines de la década de 1990, cuando Ignacio Provencio, de la Universidad de Virginia, comenzó a buscar la melanopsina en mamíferos, hasta ese momento encontrada únicamente en ojos de anfibios, se consideró en gran medida como un esfuerzo quijotesco por la mayoría de las personas en el campo de la visión. No fue hasta el año 2000, cuando se documentó la expresión de melanopsina en la retina humana y de ratón (específicamente, en las células de la retina interna), que se hizo evidente que las opsinas en bastones y conos no eran los únicos fotopigmentos sensibles en los ojos de los mamíferos. Desde entonces, en mamíferos, la melanopsina se ha implicado en varios fenómenos inducidos por la luz, incluida la regulación del reloj circadiano, la constricción de la pupila en respuesta a la luz y los efectos sobre el estado de alerta, el aprendizaje y el metabolismo.

Berkowitz y su equipo comenzaron a buscar la expresión del gen de melanopsina, Opn4 y encontraron que era bastante ubicuo en todos los vasos sanguíneos. Usando ratones knockout para Opn4 e inhibidores farmacológicos, los investigadores confirmaron que la melanopsina efectivamente inducía la relajación de los vasos sanguíneos en respuesta a la luz. Este efecto de fotorrelajación era específico de las longitudes de onda azules de la luz, consistente con el espectro de absorción del pigmento. El equipo de Berkowitz también descubrió que la fotorelajación estaba regulada por el receptor quinasa2 acoplado a proteína G (GRK2). Si bien la exposición a la luz por sí sola podría causar una relajación de los vasos sanguíneos del 20 al 25 por ciento, la combinación de la luz con un inhibidor de GRK2 dio como resultado una relajación del 75 al 100 por ciento.




LUZ: La melanopsina, un pigmento sensible a la luz que no participa en la visión, se expresa en muchos vasos sanguíneos diferentes. Cuando se exponen a luz de longitud de onda azul, la melanopsina y el receptor quinasa2 acoplado a proteína G (GRK2) inducen la relajación de los vasos sanguíneos. La combinación de luz y un inhibidor de GRK2 dio lugar a una relajación de los vasos sanguíneos in vitro del 75 al 100 por ciento.
Imagen: LUCY READING-IKKANDA 


¿Pero cuál es la función de esta sensibilidad a la luz? La iluminación con luz azul de las arterias de la cola de los ratones, que están lo suficientemente cerca de la superficie para que la luz penetre, disminuye la presión arterial en la arteria de la cola y aumenta el flujo de sangre en la cola. Sin embargo, la mayoría de los vasos sanguíneos están muy adentro del cuerpo, donde no estarían expuestos a la luz. Se especula que podría ser un vestigio de la evolución. Alternativamente, podría haber otras cosas además de la luz que activaran la melanopsina in vivo. También es posible que haya algunos procesos metabólicos todavía desconocidos que generan luz dentro del cuerpo. Es un poco extraño, pero sería posible.

Independientemente de su función fisiológica, Berkowitz está tratando de aprovechar la fotorrelajación inducida por la luz para tratar enfermedades vasculares, como el fenómeno de Raynaud. Los pacientes con Raynaud experimentan una constricción extrema de los vasos sanguíneos en los dedos de las manos y los pies en respuesta al frío, lo que limita la circulación y hace que estas extremidades se sientan entumecidas y doloridas. Berkowitz sugiere que los pacientes podrían usar guantes que emiten luz azul para mejorar su flujo sanguíneo periférico. Esto podría inducir cierto alivio a estos pacientes que tienen un frío y un dolor terribles.

Además, la terapia de luz podría ayudar a los recién nacidos que sufren de hipertensión pulmonar o presión arterial alta en las arterias de sus pulmones y corazones. Los tratamientos farmacológicos actuales tienen varios efectos secundarios, y la luz podría ser una alternativa potencial segura, según Berkowitz, quien actualmente está desarrollando técnicas para soslayar el hecho de que la luz azul no penetra muy profundamente en el cuerpo. Con suerte, si esa tecnología funciona, se podrá aprovechar para otras enfermedades en las que la vasoconstricción es un problema importante. Cualquier tipo de proceso de enfermedad en el que la constricción de los vasos sanguíneos sea un problema, ya sea la diabetes, la enfermedad vascular periférica o la enfermedad de la arteria coronaria, podría tratarse con una terapia basada en la luz.


Saboreando patógenos







Sensores en el intestino: los receptores de sabor dulce y amargo expresados ​​en células penacho(verdes) en el epitelio del intestino delgado (rojo) detectan parásitos y estimulan el sistema inmunológico como respuesta. (Núcleos teñidos en azul.)
Imagen: MICHAEL HOWITT










Otro tipo de maquinaria sensorial que se extiende por todo el cuerpo son los receptores del gusto, que en la boca nos permiten disfrutar de una rica paleta de sabores dulces, amargos, salados, ácidos y umami. Están en el intestino; están en los testículos; están en el esperma. . . . El desafío es descubrir cuál es su verdadero papel en vivo.

Algunos receptores del gusto en el intestino parecen detectar nutrientes de los alimentos. Otros están presentes en los testículos y espermatozoides de los ratones, y su eliminación deja a los ratones infértiles, aunque el mecanismo es desconocido. Varios estudios recientes también indican un papel para los receptores del gusto en la reacción inmune de nuestro cuerpo a ciertas bacterias y parásitos.


Células solitarias quimiosensibles (abajo): las células solitarias quimiosensibles existentes en el tracto respiratorio superior expresan receptores de sabor tanto amargo como dulce. Cuando las moléculas de señalización bacteriana activan los receptores de sabor amargo en ratones de laboratorio,  estos receptores estimulan la secreción de péptidos antimicrobianos. Los receptores dulces inhiben habitualmente a estos receptores de sabor amargo a menos que los niveles de glucosa bajen, lo cual es un signo de un aumento del crecimiento bacteriano.




Finger estudió inicialmente los sensores químicos de los peces. Estos animales tienen células sensoriales en su piel que son bioquímica y estructuralmente similares a las células de nuestras papilas gustativas. En 2003, él y sus colegas demostraron que estas células, llamadas células solitarias quimiosensibles, también están presentes en la nariz de los mamíferos. Los investigadores identificaron células solitarias quimiosensibles que expresan receptores de sabor amargo en el tracto respiratorio superior del ratón y demostraron que las moléculas producidas por bacterias  gramnegativas para comunicarse entre sí, activan estos receptores y estimulan la secreción de péptidos inflamatorios que provocan una respuesta inmune innata.


Desde el estudio de Finger, los receptores de sabor amargo se han identificado también en células solitarias quimiosensibles de la vía aérea superior humana, y Noam Cohen de la Universidad de Pennsylvania ha descubierto que los receptores de sabor dulce también se expresan en esas células, y que los dos desempeñan funciones complementarias en la inmunidad innata. La activación de los receptores dulces con glucosa o sacarosa inhibe los receptores amargos de la misma célula. Cohen descubrió que el nivel normalmente bajo de glucosa en la vía aérea era suficiente para inhibir los receptores amargos y prevenir la secreción de péptidos antimicrobianos. Las bacterias en las vías respiratorias se alimentan de la glucosa, por lo que los niveles de azúcar son "básicamente una medida indirecta de la cantidad de bacterias que hay", según Cohen, "mientras más bacterias, menos glucosa". Sospecha que a medida que las bacterias aumentan, los niveles de glucosa bajan, liberando los receptores amargos para responder a los compuestos bacterianos. Cohen especula que algunos pacientes con sinusitis crónica o diabetes tienen niveles elevados de glucosa en sus vías respiratorias, lo que podría ayudar a explicar su susceptibilidad a las infecciones respiratorias.

Otras células del sistema respiratorio superior tienen protusiones en forma de vello llamados cilios móviles que sirven como motores para expulsar el moco de las vías respiratorias, arrastrando bacterias e irritantes. Un equipo de la Universidad de Iowa descubrió que estas células también expresan receptores de sabor amargo en los cilios, que pueden detectar y responder a las moléculas de señalización bacteriana. Al igual que los receptores amargos encontrados en las células solitarias quimiorreceptoras, Cohen y sus colegas hallaron que los receptores del gusto de estas células ciliadas pueden estimular el sistema inmunitario innato al unirse a los compuestos bacterianos. También responden aumentando la velocidad con la que vibran los cilios.


Al parecer, la respuesta de los receptores del gusto a las señales bacterianas ocurre en segundos o minutos, lo que los convierte en una primera línea de defensa contra los patógenos de las vías respiratorias. Como resultado, el tipo de receptores que tenemos puede afectar la forma en que reaccionamos ante las infecciones respiratorias superiores. Cohen estudió el T2R38, un receptor de sabor amargo en células ciliadas, que es bastante variable en las poblaciones humanas. Es el mismo receptor que se cree que hace que algunas personas sean "superdegustadores", particularmente sensibles a los compuestos amargos que se encuentran en alimentos como el brócoli y las coles de Bruselas. Cohen sugiere que los pacientes con la versión del receptor de “superdegustador” pueden detectar compuestos bacterianos en concentraciones muy bajas en las vías respiratorias. El receptor "ni siquiera permite que las bacterias se afiancen para establecer ningún tipo de colonización o infección", agrega. Cohen y sus colegas encontraron que los pacientes con esta versión de T2R38 rara vez tienen infecciones respiratorias superiores gramnegativas, y el tipo de receptor que posee un paciente predice el éxito de la cirugía sinusal. Según Cohen, cuando los pacientes tienen una sinusitis crónica lo suficientemente grave como para requerir cirugía, los que son más sensibles a los compuestos amargos presentan mejores resultados después de la cirugía, con menos infecciones subsiguientes y mejor respiración y sueño en comparación con los que son menos sensibles.

Cohen sugiere que tener un paciente que pruebe una variedad de productos químicos no tóxicos para evaluar su amargura podría servir como una herramienta de diagnóstico barata y rápida. El objetivo final sería usar esto para tratar de determinar a qué patógenos potenciales podría ser susceptible una persona. Eventualmente, los investigadores podrán aprovechar los receptores del gusto con fines terapéuticos, quizás inyectando una sustancia amarga en la nariz para estimular una respuesta inmune innata. Cohen planea comenzar a probar compuestos terapéuticos candidatos en ensayos clínicos este año. Si esto funciona de la manera que se cree que podría funcionar, podría ser la primera línea de terapia que se recibe cuando se sufre algún tipo de infección.

Los hallazgos recientes sugieren que los receptores del gusto también pueden desempeñar un papel crítico en las respuestas inmunes en el intestino. Los receptores del gusto se expresan en ciertas células epiteliales en el intestino, llamadas células penacho, y "se supone que esto podría tener algo que ver con reaccionar a los alimentos", según Michael Howitt de la Universidad de Harvard. Pero después de ver el trabajo de Finger y Cohen, Howitt se preguntó si el sabor también podría desempeñar un papel en la detección de microbios.

Efectivamente, Howitt descubrió que la señalización del gusto por las células penacho puede activarse por parásitos unicelulares y gusanos redondos en la tripa del ratón. Aunque los receptores exactos involucrados aún no se han descubierto, Howitt encontró que sin las moléculas clave de señalización del sabor, el sistema inmunitario nunca reacciona y el intestino se esfuerza para deshacerse de los parásitos. Los hallazgos plantean la posibilidad  de que los sensores del gusto no sean solo una forma de discriminar entre diferentes alimentos, sino que se habrían conservado evolutivamente como forma de detectar un conjunto completo de microbios diferentes.

Quedan muchas preguntas sobre los receptores sensoriales que se han identificado en todo el cuerpo, en particular, qué los activa y qué funciones fisiológicas cumplen. Pero con posibles aplicaciones terapéuticas en el horizonte, es un campo que está creciendo enormemente. Hace veinte años, nadie estaba realmente interesado en estudiar el olfato o el gusto, pero eso ha cambiado radicalmente.

Basado en:

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