miércoles, 5 de octubre de 2016

Neurociencia y la improvisación en el jazz


La improvisación es el sello distintivo de la música de jazz, sin duda su característica más destacada.

Cuando improvisan, los músicos componen y tocan al mismo tiempo, uno de los ejemplos más notorios de creatividad espontánea. Lo que ocurre en el cerebro durante la improvisación es en gran parte un misterio, pero su estudio puede ayudarnos a obtener una idea sobre las bases que subyacen tras este proceso creativo.

La capacidad del arte para servir como un medio de expresión emocional y  comunicación emocional ha sido sin duda una de las razones fundamentales de la omnipresencia del arte a través de todas las culturas en la historia humana.

Los medios creativos como la pintura, la poesía, la danza, el cine y la música evocan emociones intensas, tanto para los artistas como para el público, permitiendo que los seres humanos experimenten y compartan una amplia gama de respuestas emocionales dentro de un espacio seguro. La emoción a menudo sirve como un catalizador para la expresión creativa, y por lo tanto es crucial para entender cómo la emoción afecta a los mecanismos neuronales que dan lugar a la creatividad, y también para entender cómo la expresión artística creativa puede modular los sistemas neuronales responsables del procesamiento de las emociones.

La mayor parte de la literatura sobre la música y las emociones se centra en la forma en que percibimos la música y cómo altera nuestras emociones. Pero pocos trabajos abordan el problema inverso, es decir, cómo funciona el cerebro para expresar emociones a través de la música.

Hay una buena razón para esto: para estudiar qué áreas del cerebro responden a tareas específicas, los neurólogos utilizan escáneres de resonancia magnética funcional, que miden cambios en el flujo de sangre en el cerebro. Los escáneres son estrechos y ruidosos, y los sujetos tienen que acostarse, limitando así los tipos de experimentos que se pueden realizar.

Pero estos problemas técnicos no desanimaron a Charles Limb y su equipo en la Escuela de Medicina  Johns Hopkins, que estaban interesados ​​en escudriñar el interior del cerebro de los músicos de jazz, mientras se dedicaban a la improvisación.

¿Cómo lo lograron?

En su último experimento, el grupo de Limb quería poner a prueba dos hipótesis. La primera era que cuando la improvisación era impulsada por las emociones, los patrones de activación de las regiones del cerebro podrían ser diferentes. Y puesto que escuchar música puede ser agradable, independientemente de si es música feliz o triste, su segunda hipótesis era que la improvisación provocada por emociones, tanto positivas como negativas, estimularía las áreas de recompensa del cerebro (es decir, las áreas cerebrales que participan en el deseo y el hedonismo) de una manera similar.

La emoción es un incentivo principal para los comportamientos creativos, y sin embargo, la interacción entre los sistemas neuronales implicados en la creatividad y los involucrados en la emoción no han sido estudiados. En la investigación a que nos referimos, se ha abordado este vacío mediante el uso de resonancia magnética funcional para examinar la improvisación en el  piano en respuesta a las señales emocionales.

Para probar estas ideas se  reclutaron a 12 pianistas de jazz profesionales y se les pidió que improvisaran pequeñas piezas de música en el interior de un escáner en respuesta a las emociones evocadas por las fotografías de una actriz que representaba emociones  positivas, negativas o ambiguas.




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Para superar los problemas técnicos mencionados anteriormente, los investigadores llegaron a algunas soluciones innovadoras. En primer lugar, se pusieron en contacto con un ingeniero que diseñó un teclado en  miniatura, no magnético, de treinta y cinco teclas y que podía situarse en el regazo de los sujetos de investigación. Los pianistas podían escuchar el sonido del piano a través de auriculares electrostáticos situados en su oreja, por lo que podían oír lo que tocaban. Además, se instaló un sistema de espejos dentro del scanner para que los sujetos pudieran ver el teclado. El estudio de la creatividad requiere ideas creativas.

Aunque no hay reglas estrictas en la música, en la cultura occidental las escalas mayores son comúnmente asociadas con estados de ánimo más felices, mientras que las escalas menores tienen un sabor más oscuro y triste. Consistentemente, cuando se pidió a los sujetos que reprodujeran música evocada por las emociones positivas, en su mayoría utilizaron escalas mayores, mientras que las emociones negativas se expresaron con escalas menores y para las emociones ambiguas utilizaron  indistintamente ambos modos. Estas observaciones confirman que el entorno experimental era fiable y las fotografías evocaban las emociones correctas.

Las mediciones de resonancia magnética funcional permiten controlar qué partes del cerebro se activan o desactivan en cada situación. Independientemente de la emoción que subyace en cada improvisación, el acto de improvisar por sí tenía algunos efectos perceptibles en el cerebro. Estos incluyen la activación del área de Broca, una región implicada en la producción del habla, y la desactivación de la corteza prefrontal dorsolateral, un rasgo que se asocia a entrar en el llamado "estado de flujo", un estado mental en el que los individuos se muestran completamente absorbidos por la tarea que están haciendo.

Como hipótesis de los investigadores, las improvisaciones impulsadas ​​por las emociones alterarían el cerebro de manera diferente a la improvisación no emocional, lo que significaría que la red neuronal funcional responsable de la creatividad puede ser modulada por el estado emocional. Los patrones de activación y desactivación de las regiones del cerebro también serían diferentes a los que normalmente se observan cuando la gente simplemente escucha música.


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Sin embargo, para su sorpresa, las  improvisaciones positivas y negativas tienen diferentes impactos en las áreas del cerebro implicadas en la recompensa y en el estado de flujo. La desactivación de la corteza prefrontal era extremadamente pronunciada durante las improvisaciones positivas cuando se comparaba con la producida por las emociones negativas o ambiguas, lo que indica estados de flujo más profundos. Las improvisaciones negativas, por el contrario, activan una región de recompensa llamada substantia nigra (una parte del cerebro que produce dopamina, el neurotransmisor asociado a la recompensa, y que puede estar asociada al aprendizaje), y  que los autores creen que podría implicar un aumento de la "conciencia visceral". Las implicaciones son que la expresión de la felicidad o la tristeza a través de la música puede ser placentera por diferentes razones y puede estar mediada por diferentes sistemas neurobiológicos.

La investigación  nos muestra que la actividad en el área prefrontal y otras redes del cerebro implicadas en la creatividad está muy modulada por el contexto emocional. La interacción emocional modula directamente la conectividad funcional de las áreas límbicas y paralímbicas como la amígdala y la ínsula. Estos hallazgos sugieren que la emoción y la creatividad están estrechamente vinculadas, y que los mecanismos neuronales que subyacen a la creatividad pueden depender del estado emocional.

La imagen que surge de estos estudios es que las redes neuronales utilizadas durante la improvisación son increíblemente complejas y dependientes del contexto. La creatividad utiliza todos los recursos disponibles del cerebro, desde los centros de recompensa a las  áreas del procesamiento del lenguaje, y las combina de diferentes maneras.

En resumen, esta investigación muestra que el impulso para crear música emocionalmente expresiva puede tener un origen neural básico: la emoción modula los sistemas neuronales implicados en la creatividad, lo que permite a los músicos involucrar a los centros límbicos del cerebro y entrar en estados de flujo. El impulso humano para expresar emociones a través del arte puede derivar de estos cambios generalizados en el límbico, las áreas prefrontales y las áreas de recompensa durante la expresión emocional. Dentro de la improvisación del jazz, ciertos estados emocionales pueden conducir a los músicos a estados de flujo más profundos o a una  estimulación más robusta de los centros de recompensa.

La expresión creativa de la emoción a través de la música puede implicar mecanismos más complejos para el proceso de las emociones por el cerebro, en comparación con la percepción de la emoción por sí sola. Se necesitan estudios adicionales de cómo el estado emocional modula la creatividad en ámbitos no artísticos, como la toma de decisiones y las interacciones sociales. Los estudios futuros también deben examinar si existe un efecto del género en la expresión emocional a través de la música, y si los resultados neurales se alteran si los sujetos usan ambas manos durante la improvisación. Este estudio examina sólo uno de los muchos posibles factores que podrían influir en las bases neuronales de la creatividad humana, y hay un amplio margen para la investigación. 

Además la comprensión de cómo la emoción influye en la creatividad tanto en contextos artísticos como no artísticos será crucial para la derivación de un modelo neuronal más completo y preciso de la creatividad humana.


Basado en: 

  1. McPherson MJ, Barrett FS, Lopez-Gonzalez M, Jiradejvong P, Limb CJ. (2016) Emotional Intent Modulates The Neural Substrates Of Creativity: An fMRI Study of Emotionally Targeted Improvisation in Jazz Musicians. Sci Rep 6:18460. doi:10.1038/srep18460. 

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